Desde 1900, la demanda mundial de agua se ha multiplicado por ocho. Este crecimiento está impulsado por la industria y la agricultura, que representan casi el 90% del consumo total de agua. Pero en la era del cambio climático, esta demanda ya no es sostenible. Incluso puede provocar conflictos de uso. Lo explican los expertos.
El agua está en juego. Lo explica detalladamente la hidróloga Charlène Descollonges. En una reciente conferencia, la experta contó que la economía es el mayor consumidor de agua del planeta. Consumimos litros y litros de oro azul para alimentarnos, vestirnos, iluminarnos e incluso desplazarnos.
Pero el agua es ante todo esencial para nuestra supervivencia.
Sin embargo, 1 de cada 3 personas en el mundo no tiene acceso a agua potable segura y asequible.
Y el cambio climático podría privar de acceso al agua a otros 1.500 millones de personas de aquí a 2050. De ahí el creciente número de conflictos por su uso entre ciudadanos y agentes económicos, pero también entre los propios agentes económicos.
Una economía ávida de agua
En países desarrollados y de avanzada en materia sustentable, casi tres cuartas partes del agua dulce bombeada es utilizada por la economía para producir energía, bienes industriales y alimentos.
Pero hay que distinguir claramente entre «agua extraída» y «agua consumida», ya que la primera se reinyecta en los hidrosistemas, mientras que la segunda no, señala la hidróloga.
En este tipo de países desarrollados y mayormente sustentables, la energía es el principal consumidor de agua.
Para refrigerar las centrales térmicas (nucleares y fósiles), se utilizan una media de 16.000 millones de m3, extraídos de los ríos.
Es más de la mitad del volumen bombeado a nivel nacional.
Sin embargo, una gran parte se devuelve a los ríos una vez utilizada para refrigerar los circuitos. Las propias energías renovables necesitan agua para su fabricación, en particular para las tierras raras que necesitan para funcionar.
El oro azul también es esencial para la industria. La industria química, por ejemplo, lo utiliza como disolvente.
La industria extractiva lo utiliza para los procesos de fracturación hidráulica, pero también en las fases de tratamiento (por flotación). La alta tecnología también consume mucha agua. Por ejemplo, la fabricación de un smartphone requiere unos 12.000 litros.
Sin embargo, esta media es ligeramente inferior a la de 1 kg de carne de vacuno, que consume una media de 16.000 litros de agua.
Junto con los cultivos de cereales, la ganadería es el punto negro de la huella hídrica de la agricultura.
En este tipo de países modelo, el 70% de los cultivos de regadío se destinan a la exportación o a la alimentación del ganado y las aves de corral.
Y que los 2.800 millones de m3 (2016), dos tercios de los cuales se toman de las aguas superficiales, se utilizan para regar el 6% de las tierras agrícolas del país. Esta agua, consumida y no retirada, no vuelve a los hrydrosistemas.
Las extracciones de agua disminuyen, pero el clima ejerce presión sobre los recursos hídricos
Por ejemplo, Francia consume una media de 4.100 millones de m3 de agua al año. Estas extracciones netas se han reducido en más de un 30% en la industria (excluida la energía) entre 2003 y 2020.
Y el consumo de agua potable se ha reducido un 13% en el mismo periodo. Pero al mismo tiempo, el riego agrícola ha aumentado un 13,5% desde 2010. Y es probable que esta tendencia al alza continúe a medida que aumenten las sequías.
El clima y el agua están estrechamente relacionados. El cambio climático aumentará la frecuencia e intensidad de los fenómenos hídricos extremos, como las inundaciones y los períodos de estiaje.
Esto repercutirá tanto en la cantidad como en la calidad del agua. La calidad del agua ya se está viendo mermada por la contaminación química (PFAS, pesticidas, medicamentos, etc.).
Crecientes conflictos de uso
Como consecuencia, empiezan a surgir conflictos de uso. En el sector agrícola, las megacuencas son el centro de las críticas. Pero el sector turístico está cada vez más en el punto de mira», explica la hidróloga.
En la montaña, ante la escasez de oro blanco, se movilizan los cañones de nieve y los embalses de montaña.
En los Alpes, cada año se extraen entre 20 y 25 millones de m3 para la innivación artificial. Eso equivale a la demanda de agua potable de la ciudad de Dijon», señala la ingeniera hidróloga. En el litoral, la oleada de turistas que acuden a las costas en verano desestabiliza el suministro de agua al crear picos de consumo.
«En algunos municipios, los alcaldes ya se niegan a conceder permisos de construcción» debido a la insuficiencia de recursos provocada por la sequía, señala. Esta posibilidad fue avalada recientemente por el tribunal administrativo.
Pero pronto serán los ríos los que podrían estar en el centro de los conflictos de uso entre la agricultura, la industria y la población.
La reindustrialización verde, ¿un nuevo foco de tensión?
Por último, la reindustrialización de la región, especialmente vinculada a la industria verde, también podría exacerbar estas tensiones.
Los centros industriales que consumen grandes cantidades de agua ya son objeto de protestas públicas.
Merecen un artículo aparte, pero el tema ya está entre nosotros. Sigue leyendo para conocer más sobre el manejo del agua, que proviene de los océanos y consumimos a diario, un recurso vital y finito.