La zona oceánica que rodea el Ártico es cada vez más ácida. La acidificación de los océanos es un fenómeno muy grave, observado en todo el mundo desde hace varias décadas, que podría destruir gran parte de los ecosistemas marinos.
La acidificación de los océanos preocupa, porque esto ocurre cada vez más y porque tiene muchas consecuencias.
Los océanos se acidifican cada vez más al absorber las emisiones de CO2
Cuando la atmósfera se carga de CO2, una parte importante (entre un tercio y la mitad) de estos gases se disuelve poco a poco en el agua de los océanos. Una vez disueltos, estos gases producen, entre otras cosas, ácido carbónico, que hace que el océano sea cada vez más ácido al descender su pH.
La acidificación de los océanos tiene muchas consecuencias. En primer lugar, frena el desarrollo del plancton, que produce gran parte del oxígeno de la Tierra.
También debilita y destruye los corales y otros organismos compuestos de piedra caliza o derivados del calcio. La acidificación de los océanos también es conocida por alterar los ciclos biológicos de los animales marinos.
Por desgracia, un reciente estudio publicado en la revista Nature ha demostrado que la acidificación de los océanos podría ser peor de lo que sugerían estimaciones anteriores, sobre todo en el océano Ártico.
Podemos predecir mejor la acidificación de los océanos
Los modelos de previsión climática o medioambiental son complejos: funcionan analizando y comparando cientos de variables, sobre decenas de hipótesis diferentes, para tratar de entender cómo pueden evolucionar los ecosistemas en función de los cambios a los que están sometidos.
Desde hace décadas, estos modelos son cada vez más sofisticados y fiables. Ahora somos capaces de predecir con muy buena precisión la evolución de las temperaturas en función del aumento de la concentración de CO2 de la atmósfera, así como otros fenómenos como el desplazamiento y la transformación de los regímenes de lluvia o viento.
Recientemente, investigadores de centros de investigación actualizaron los modelos destinados a evaluar la evolución de la acidez de los océanos en función de las emisiones de CO2, utilizando el método denominado de las restricciones emergentes.
La acidificación de los océanos es mayor de lo esperado
Con estos nuevos métodos, los investigadores han estudiado cómo afectarán los cambios atmosféricos a las aguas del Ártico.
Sus resultados muestran que si el CO2 sigue aumentando durante el siglo XXI, el océano Ártico podría absorber un 12% más de lo que esperaban los modelos anteriores.
Como consecuencia, es probable que un exceso de CO2 provoque una mayor acidificación de las aguas árticas, especialmente entre los 200 y los 1.000 metros de profundidad, zonas de desarrollo fundamental para los organismos acuáticos.
Por tanto, es probable que estos ecosistemas se vuelvan aún más frágiles de lo que predecían los modelos climáticos anteriores.
Efectos en cadena de la acidificación de los océanos sobre los ecosistemas
Las zonas árticas ya son las más expuestas al aumento de las temperaturas, y esta acidificación adicional, inesperada, probablemente debilitará aún más estos ecosistemas esenciales para los equilibrios planetarios.
En efecto, el estudio sugiere que una parte muy importante del océano Ártico podría estar subsaturada de calcita a finales de siglo, con consecuencias para todo el ecosistema.
Las cadenas alimentarias podrían verse alteradas por la desaparición progresiva del plancton, los crustáceos podrían verse expuestos a una reducción significativa de su hábitat, y todo ello podría afectar rápidamente a los mamíferos y a los grandes animales árticos.
Estos cambios bioquímicos y físicos también podrían contribuir a transformar aún más rápidamente la región ártica, que actúa como amortiguador del calentamiento global, lo que agravaría aún más el fenómeno. Se trata, por tanto, de una auténtica situación de reacción en cadena que podría tener lugar mucho más rápido de lo que se pensaba en un principio.
Es hora de tomar consciencia.