Repercusiones del cambio climático, los veranos serán cada vez más inestables

Repercusiones del cambio climático, los veranos serán cada vez más inestables

El cambio climático no sólo está aumentando la temperatura media mundial. También está provocando variabilidades meteorológicas estacionales y haciendo que el clima sea menos predecible. Los océanos, también al rojo vivo. 

El calentamiento global es un fenómeno extremadamente complejo y sus consecuencias son a menudo difíciles de evaluar y prever. Por ejemplo, las temperaturas medias no sólo aumentarán más en unas regiones que en otras. Dentro de una misma región, las fluctuaciones estacionales de la temperatura también serán diferentes y es probable que provoquen cambios en patrones como la nubosidad, las precipitaciones o el viento.

Para anticipar las posibles consecuencias del calentamiento global, un nuevo estudio publicado en la revista Nature Geoscience sugiere que los veranos europeos experimentarán probablemente grandes fluctuaciones de temperatura. Por el contrario, cabe esperar temperaturas más estables durante el invierno. En otros continentes los estudios escasean, pero la tendencia parece ser la misma. 

Calentamiento global: Fluctuaciones de temperatura y un clima cambiante

Para este estudio se analizaron modelos climáticos de regiones europeas y se comprobaron los cambios en las condiciones climáticas en caso de un aumento generalizado de la temperatura. 

El objetivo de los investigadores era estudiar la variabilidad de la distribución de la temperatura según las estaciones y las asimetrías estadísticas inducidas por las transformaciones climáticas.

Sus resultados indican que, con el aumento de las temperaturas, es probable que las condiciones climáticas en Europa sean cada vez más variables en verano y más estables en invierno.

Esto significa que durante el verano lo más probable es que veamos cada vez más cambios entre días muy cálidos y días con una temperatura muy inferior a las medias estacionales actuales. 

Los aumentos de temperatura no serán homogéneos y lineales, sino más bien desordenados e imprevisibles. 

Además, con estas temperaturas cambiantes, es probable que las condiciones meteorológicas también varíen mucho entre periodos de lluvias y tormentas, y periodos secos.

Inviernos más estables pero más cortos gracias al cambio climático

Por el contrario, en invierno deberíamos observar el fenómeno contrario. Menos días muy fríos -más cálidos que la media de la estación- pero unas condiciones meteorológicas relativamente más estables, con temperaturas más constantes a lo largo de toda la estación.

Esto significa que las variabilidades de la temperatura y del tiempo no serán las mismas según la estación. Y esto ilustra muy bien la complejidad de los modelos climáticos frente al calentamiento global. 

Así, estudios anteriores habían señalado que ciertos inviernos podrían ser paradójicamente más fríos en general durante los episodios en los que el vórtice polar se ve perturbado por el calentamiento del Ártico.

Las conclusiones son, por tanto, que los inviernos serán más estables -aunque habrá a menudo algunos periodos muy fríos- y los veranos más cálidos y con cambios desordenados de temperatura y tiempo. Esto es lo que parece perfilarse para Europa en los próximos años.

Una adaptación cada vez más compleja al calentamiento global

El principal problema de esta evolución es que complica bastante nuestra adaptación al clima del mañana, ya que una parte muy importante de nuestras actividades sociales y económicas dependen de una estructura relativamente establecida de las estaciones.

Por ejemplo, si los veranos son calurosos e imprevisibles, y si los inviernos son más suaves, será difícil que la agricultura se adapte. 

Alternancia de sequías e inundaciones en verano, inviernos más cálidos que provocan una floración precoz: todo ello podría acarrear pérdidas importantes para determinados sectores agrícolas, especialmente los cultivos frágiles.

Pero eso no es todo: estos cambios tienen el potencial de perturbar ecosistemas enteros, afectan a la reproducción de la biodiversidad, alteran los ciclos del agua y todos los fenómenos naturales que dependen de ellos. 

Por tanto, es esencial seguir estudiando estas evoluciones para comprenderlas mejor y anticiparse mejor a ellas. Y, sobre todo, es crucial que reduzcamos rápidamente nuestras emisiones de CO2 y nuestros impactos ecológicos.