El control de la contaminación de los ríos, lagos y océanos es una de las prioridades de quienes buscan soluciones para un planeta más sostenible. Una de las herramientas que está ganando terreno en esta batalla es el sistema de desagües de malla, cuyo objetivo es evitar que los desechos sólidos lleguen al agua. Hay comunidades que ya implementan su uso y representan casos de éxito.
Los desagües de malla son sistemas de filtración colocados en la salida de las tuberías de drenaje urbano o pluvial, diseñados para capturar residuos sólidos antes de que estos ingresen en cuerpos de agua naturales. Son similares a las redes de pesca, pero para atrapar residuos.
Su estructura consiste en una malla metálica que actúa como barrera, atrapando los desechos sólidos de diferentes tamaños, desde plásticos y residuos orgánicos hasta materiales más pequeños como colillas de cigarrillo o fragmentos de microplásticos. Existen diferentes tamaños y diseños de mallas, que pueden variar según la ubicación del sistema y el tipo de residuos que se espera recolectar.
Aunque su propósito básico es sencillo, estos dispositivos representan un avance significativo para el tratamiento preventivo de los residuos urbanos, ya que son capaces de interceptar una cantidad significativa de contaminantes que de otro modo llegarían a los ríos, lagos y, eventualmente, a los océanos.
¿Por qué son necesarios?
Según la ONU, aproximadamente el 80% de las aguas residuales generadas por la actividad humana se vierten en el medio ambiente sin ningún tipo de tratamiento. En entornos urbanos, la basura acumulada en las calles y aceras, como plásticos, papel, restos de comida y productos de higiene personal, termina inevitablemente en el sistema de drenaje cuando llueve.
Estos desechos luego se transportan a través de las alcantarillas y acaban en los cursos de agua, contaminando los ecosistemas acuáticos y contribuyendo a la proliferación de microplásticos, lo que tiene un impacto en la fauna marina y por consecuencia en la cadena alimentaria humana.
El desagüe de malla ayuda a mitigar esta problemática de forma preventiva, evitando que los residuos lleguen al agua y se descompongan en microplásticos. Es especialmente relevante en ciudades densamente pobladas o en áreas cercanas a fuentes de agua.
Además, es un sistema relativamente económico y fácil de instalar, lo cual lo hace una solución ideal para aquellas localidades que buscan una medida rápida y efectiva para mejorar la calidad de sus aguas.
¿Cómo funcionan exactamente?
El sistema se instala en la salida de la tubería de drenaje o en las alcantarillas, donde las mallas actúan como filtros físicos. Cada vez que hay lluvias o escurrimientos de agua, esta es obligada a pasar por el filtro de la malla, que retiene cualquier objeto que no pase por los pequeños orificios.
A diferencia de otros sistemas de tratamiento de agua, los desagües de malla no dependen de procesos químicos ni de sistemas de alta tecnología, lo cual disminuye su costo de mantenimiento.
Sin embargo, es importante realizar la limpieza y mantenimiento periódico de las mallas para evitar que se tapen y pierdan eficacia. En algunas ciudades, este mantenimiento se realiza de forma manual, aunque en proyectos más avanzados se emplean máquinas de succión para retirar los residuos de forma rápida y segura.
Los 3 beneficios clave
- Reducción de la contaminación. Al interceptar los desechos sólidos antes de que lleguen al agua, los desagües de malla contribuyen a preservar la calidad del agua y proteger los ecosistemas acuáticos. Esto tiene un impacto positivo en la biodiversidad y ayuda a reducir la presencia de microplásticos.
- Mejoras en la infraestructura de saneamiento. Al evitar que grandes cantidades de residuos ingresen en el sistema de alcantarillado, estos dispositivos también prolongan la vida útil de la infraestructura de saneamiento urbano, previniendo bloqueos y reduciendo los costos de mantenimiento.
- Costos y eficiencia. Comparado con otras formas de tratamiento de agua, los desagües de malla son accesibles económicamente, especialmente en zonas con limitaciones de recursos. Además, su instalación es sencilla y su mantenimiento no requiere infraestructura compleja.
¿Qué países los están implementando?
Varios países han implementado exitosamente desagües de malla en sus sistemas de drenaje urbano para reducir la contaminación de cuerpos de agua. Australia y el Reino Unido, por ejemplo, usan estos filtros en ciudades como Sydney y Londres, interceptando residuos sólidos antes de que alcancen ríos y océanos.
En Estados Unidos, ciudades como Los Ángeles y Nueva York también han instalado estas mallas, disminuyendo la basura que llega al océano Pacífico y protegiendo la vida marina. Canadá, Sudáfrica, Singapur, Francia e India se suman a esta iniciativa, complementándola con programas de concientización ambiental.
Estos sistemas son económicos y efectivos, ofreciendo una solución práctica que ayuda a mitigar el problema de la contaminación plástica y mejora la calidad del agua, especialmente en áreas urbanas con alta densidad poblacional.
¿Por qué no lo implementan más ciudades?
La realidad es que, si bien parece un sistema sencillo y económico, la inversión inicial en estos sistemas puede ser elevada ya que algunas redes de drenaje necesitan reformas para adaptarse a las mallas. No es simplemente “enganchar” la malla al drenaje, sino que se requiere de un esfuerzo, aunque mínimo, y una inversión que muchos gobiernos no están dispuestos a hacer.
Por otro lado, algunas ciudades priorizan otras soluciones de gestión de residuos y saneamiento, como plantas de tratamiento de aguas residuales, que también tienen un impacto positivo en la calidad del agua.
Pero la razón principal es la falta de concientización ambiental y de presión social. Muchas comunidades no están al tanto de que existe este sistema. En el último tiempo en las redes sociales, apareció la “tendencia” de los desagües de malla en Australia, cuando ya muchos otros países lo vienen implementando hace años.
Esto habla de una enorme falta de educación en materia ambiental, y presenta un desafío para los estados que es evaluar nuevas formas de cuidar el planeta que sean viables y efectivas. En definitiva, solo es cuestión de voluntad.