La transformación de los ecosistemas costeros debido a la subida del nivel del mar podría ser un factor positivo en la lucha contra el cambio climático, siempre que el agua no suba demasiado.
La subida del nivel del mar está redefiniendo por completo los ecosistemas costeros. Con más del 60% de la población mundial viviendo en zonas costeras, el calentamiento global y la consiguiente subida del nivel del mar están contribuyendo a una transformación radical de estos entornos.
Ya no es necesario demostrar la vulnerabilidad de las zonas costeras al desarrollo artificial, las inundaciones y la erosión.
Pero los modelos científicos actuales siguen siendo ciegos e incapaces de ofrecer una imagen precisa de las relaciones más ínfimas entre los ecosistemas.
Estas interacciones requieren una investigación científica en profundidad para apreciar la complejidad de los procesos implicados, sobre todo a la luz del cambio climático.
La complejidad de la evaluación cuando se trata de procesos que afectan el cambio climático
Esta era una de las misiones de un equipo de científicos del Instituto de Ciencias Marinas de Virginia, uno de los mayores centros de investigación y enseñanza marina de Estados Unidos.
Mediante el estudio de tres grandes ecosistemas costeros -marismas, bahías y bosques litorales- demostraron en un reciente estudio publicado en Nature communication que la subida del nivel del mar podría ser beneficiosa en la lucha contra el calentamiento global.
Sin embargo, la subida del nivel del mar sólo es positiva si no supera un determinado umbral.
Marismas, bahías, bosques: ¿qué ecosistema almacena más carbono?
Los ecosistemas costeros desempeñan un papel clave en la captación de carbono. Centrándose en estos tres entornos, los investigadores han demostrado que la subida del nivel del mar provocó inicialmente una disminución neta de los ecosistemas forestales.
El agua salada destruye los bosques costeros (convirtiéndolos en «bosques fantasma») y empuja a los árboles cada vez más hacia el interior.
Lógicamente, esto deja espacio para otras formas de biomas, como las marismas, que desempeñarán un papel cada vez más importante en tierra firme.
Esta transición de bosques a marismas aumentará la capacidad del medio ambiente para almacenar carbono de la atmósfera.
Los manglares, las marismas y las praderas marinas son verdaderos tesoros, sumideros de carbono capaces de secuestrar grandes cantidades de carbono.
Aunque estos entornos ocupan una superficie mucho menor que los bosques, pueden almacenar entre 10 y 20 veces más carbono por hectárea que los bosques templados o boreales.
Lo mismo ocurre con las bahías, cuya capacidad de secuestro de carbono aumenta en gran medida porque también aumenta su profundidad.
Los científicos calculan que una subida del nivel del agua de 2 a 5 mm al año duplica la capacidad de los ecosistemas costeros para secuestrar carbono.
Los ecosistemas costeros son entornos muy resistentes, incluso frente al cambio climático. Nos ofrecen un pequeño respiro al secuestrar una gran cantidad de carbono dicen en un comunicado de prensa del Instituto de Ciencias Marinas de Virginia.
Pero estos beneficios medioambientales tienen un límite. La capacidad de secuestro deja de crecer cuando el nivel del mar sube más de 10 mm al año, y lo que es peor, se convierte en un verdadero problema más allá de esa cifra.
Si el nivel del mar sube demasiado deprisa, las marismas no podrán seguir el ritmo, se ahogarán y todo el sistema costero colapsará, advierte un investigador especializado en ecosistemas costeros.
Una crisis medioambiental que se agrava
¿Cuáles son las previsiones? El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) estima que el nivel del mar podría subir hasta 15 mm al año de aquí a 2100, muy por encima de los umbrales aceptables para luchar contra el cambio climático. Sobre todo porque el problema de la subida del nivel del mar no es sólo una cuestión de CO2.
Las costas albergan multitud de ecosistemas con interacciones complejas. Marismas, bahías y bosques costeros desempeñan papeles diferentes.
Pero lo cierto es que funcionan en simbiosis. Intercambios de nutrientes entre medios, agua, sedimentos, mejora de la estabilidad del suelo ofrecida por un medio a otro, biodiversidad compartida y fecundada de forma cruzada: las interacciones son numerosas, insondables…
Esta transformación de los ecosistemas costeros aumenta las incertidumbres en torno a la evolución de la crisis climática, sumándose a las externalidades negativas ya presentes, como la desaparición de la biodiversidad, la eutrofización de los medios marinos y la artificialización de las zonas costeras.
Y sin esfuerzos importantes y constantes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y políticas adecuadas de protección del medio ambiente, todos los procesos de adaptación y mitigación del cambio climático serán en vano.