Como consecuencia del calentamiento global, se prevé que las especies marinas disminuyan de tamaño a medida que aumente la temperatura de los océanos. Nos preguntamos ¿hasta dónde llegarán las consecuencias y qué puede significar esto?
La vida marina es un tesoro y una de las grandes claves para la salud medioambiental. Que está seriamente afectada nadie lo cuestiona a esta altura. O sí, pero hay prueba de ello, tan tangible y concreta como que las especies marinas son cada vez más y más pequeñas.
Vida marina en peligro
Un estudio reciente revela que las especies marinas pequeñas podrían perder hasta un 30% de su masa corporal. ¿Qué puede significar esto? Toda la cadena alimentaria oceánica podría verse afectada por este cambio… Se lo explicamos.
Los océanos son vastos hervideros de vida marina. Más de 250.000 especies comparten este territorio, que cubre el 71% de la superficie terrestre.
Este ecosistema desempeña un papel fundamental en la mitigación del calentamiento global. Proporciona más del 50% del oxígeno que respiramos y absorbe casi el 26% del dióxido de carbono (CO2) emitido por la actividad humana en un año.
Sin embargo, este equilibrio está resultando precario, en parte debido al aumento de la temperatura de los océanos provocado por la actividad humana.
Según el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), «es probable que el ritmo de calentamiento de los océanos se haya más que duplicado desde 1993».
Las olas de calor también están resultando más intensas y recurrentes. Muchas especies son vulnerables a un aumento tan rápido de la temperatura oceánica. Los grandes episodios de decoloración de los corales son un ejemplo de ello.
Un nuevo estudio publicado en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) estima que las pequeñas especies marinas, como el zooplancton, podrían perder hasta un 30% de su masa corporal como consecuencia del calentamiento de los océanos.
Esta pérdida de tamaño tendría repercusiones perjudiciales para toda la cadena alimentaria y reduciría drásticamente los beneficios que ofrecen los océanos para mitigar la crisis ambiental.
Tamaño y temperatura, dos factores estrechamente relacionados
En la naturaleza, los científicos han observado una correlación entre el tamaño de las especies y la temperatura.
Los mamíferos y las aves, que son especies endotérmicas, es decir, que producen y regulan su calor a través del metabolismo, tienden a tener una mayor masa cuando viven en ambientes fríos.
En cambio, sus homólogos de zonas más cálidas son significativamente más pequeños. El objetivo de estas especies es mantener una temperatura corporal constante. En el caso de los humanos, por ejemplo, esta temperatura ronda los 37ºC.
Así, la masa facilitará el mantenimiento o la pérdida de energía en función de las necesidades del animal. Este proceso se conoce como regla de Bergmann.
Esta correlación también se ha observado en especies ectotérmicas -su temperatura corporal depende del entorno- como peces, anfibios y reptiles. Por tanto, no necesitan mantener una temperatura constante. La regla de Bergmann es, por tanto, difícil de aplicar a las especies ectotermales.
En un estudio publicado en 1994, David Atkinson, profesor de la Universidad de Liverpool, propuso la regla de la temperatura y el tamaño (TSR). Más del 80% de las especies ectotérmicas cumplen esta regla.
Pero, ¿por qué deberían estas especies reducir su masa si sus cuerpos pueden adaptarse a la temperatura?
Los autores del estudio PNAS intentaron hallar la respuesta a esta pregunta estudiando pequeños organismos marinos, zooplancton y macrofauna (crustáceos, moluscos, chinches, etc.).
Desarrollaron un modelo predictivo para determinar los factores responsables de la pérdida de masa en estos organismos. Revelaron la importancia de un factor determinante, pero no necesariamente el único: la disponibilidad de oxígeno en los océanos influye en la TSR.
Falta de oxígeno
Los investigadores partieron de la premisa de que el oxígeno (O2) era uno de los elementos responsables de la TSR en los océanos.
El oxígeno es esencial para que estos organismos funcionen correctamente. Sin embargo, resulta que la disponibilidad de oxígeno en el agua disminuye cuando aumenta la temperatura de los océanos.
El calentamiento global ralentiza la ventilación de los océanos y los intercambios biogeoquímicos (como los ciclos del agua y del carbono) con otros medios. El IPCC señala «un agotamiento del oxígeno del 0,5-3,3% (intervalo muy probable) en los primeros 1.000 m del mar abierto».
Esta falta de oxígeno obliga a estos organismos a reducir su masa, lo que a su vez reduce su necesidad de O2.
Todas las especies que no puedan migrar rápidamente o que tengan una baja tolerancia a la falta de oxígeno, lo que se conoce como hipoxia, verán reducida su masa corporal.
El modelo desarrollado en el marco del estudio predice que la masa de los microbios y la macrofauna marina podría reducirse entre un 10 y un 30% según las especies en los próximos años. Algunas especies, incapaces de adaptarse rápidamente, se extinguirán progresivamente.
Esta reducción de la masa también tiene un coste nada desdeñable, con repercusiones en el conjunto del ecosistema.
Toda la cadena alimentaria afectada
Los efectos del calentamiento y la desoxigenación de los océanos reducirán, de facto, la parte del pastel de toda la cadena alimentaria.
Una cascada que tarde o temprano afectará al hombre y a sus actividades, como la pesca, que sigue siendo un sector económico y social de primer orden.
Los cambios que se producirán en los océanos en los próximos años tendrán también consecuencias medioambientales considerables. Un océano más caliente es también un océano menos eficaz para almacenar CO2, producir O2, regular el clima, etc.
La solución sigue siendo conseguir que la temperatura de los océanos no aumente demasiado. Pero para ello es necesario un gran esfuerzo mundial de reducción de los gases de efecto invernadero a fin de cumplir los objetivos fijados por los Acuerdos de París.