Combatir el plástico para salvar los océanos: la solución milagrosa que no existe
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Combatir el plástico para salvar los océanos: la solución milagrosa que no existe

Si sigue las noticias sobre nuestro viejo y buen planeta Tierra, los océanos son un precioso centinela que nos advierte del futuro que nos espera si no cuidamos un poco más de nuestro planeta azul. 

Por ello, «Salvemos los océanos» se ha convertido poco a poco en un mantra, del que se hacen eco personas que son más comunicadores que verdaderos actores en la preservación de estos espacios excepcionales. 

Un tema en particular parece estar dando que hablar: la plasticidad de los océanos. Hay muchos retos en torno a este tema, y es una buena forma de que la gente inteligente haga correr la voz. Afortunadamente, entre tanto bombo y platillo, hay algunos proyectos mucho más serios que ofrecen un futuro diferente para nuestros océanos.

¿Qué es la plastificación de los océanos?

Es un tema muy serio que preocupa cada vez más a los científicos.

Cada año se devuelven al mar cerca de 25 millones de toneladas de plástico sólo en Europa. Todo este plástico procede de nuestro consumo: una parte escapa al reciclaje y acaba en el medio ambiente, mientras que otra procede directamente de nuestras actividades.

Las microperlas de nuestros dentífricos y cosméticos, los pequeñísimos restos de nuestras lavadoras, incluso las bolsas fragmentables que nos venden como ecológicas: todos estos residuos escapan a nuestras plantas de tratamiento y se convierten en microplásticos.

Estos residuos acaban en el mar, donde son ingeridos directamente por la cadena alimentaria… antes de que estos microplásticos acaben en nuestros platos.

Esta plastificación de los océanos hace temer un impacto sanitario (a través de los contaminantes orgánicos persistentes (COP)) y ecológico.

Los macrodesechos, de mayor tamaño, tienen un gran impacto negativo en la dieta de algunas especies y en la vida de muchas otras, por no hablar de la propagación de bacterias y contaminantes por toda la superficie del planeta.

Tras el tsunami que asoló Japón en 2011, Estados Unidos se preocupó por el vector de contaminación que representaban los restos flotantes arrastrados por las corrientes y que acababan llegando a las playas occidentales del país.

En cuanto a la reciente Vendée Globe, no podemos sino entristecernos por el número de abandonos debidos a una colisión con un OVNI: ¡un objeto flotante no identificado! De los 29 regatistas oceánicos, 10 abandonaron tras una colisión.

Una oportunidad de oro para los comunicadores

Esta observación es ampliamente compartida por la comunidad científica, y la sensibilización de la sociedad civil empieza a hacerse sentir. 

¿Se debe esto a los proyectos pioneros de los medios de comunicación que han sido noticia en los últimos años? Es posible, pero esa es la única virtud que se les puede atribuir.

Plástico recogido 

¿Cuáles son estos famosos proyectos? El primero es Ocean Cleanup, fundado por el holandés Boyan Slat. Ganador de varios premios internacionales, propone un dispositivo en forma de barrera en la superficie del océano para recoger los macrodesechos antes de permitir su captura y posterior reciclaje.

El proyecto ha causado un gran revuelo, tanto por la juventud de su diseñador (19 años en 2012) como por la forma en que ha sido tratado en los medios de comunicación.

La prensa mundial se volvió loca con el tema, aunque no está claro por qué: los giros oceánicos se conocen desde hace años, y su papel en la acumulación de residuos (los famosos «continentes» de plástico) está bien documentado desde 1979. 

Entonces, ¿cuál podría haber sido la solución propuesta para suscitar todo este revuelo mediático? Una barrera hinchable, exactamente igual a las que ya se utilizan para contener la contaminación marina.

Tubos de plástico

Según su autor, este famoso proyecto preveía limpiar todo el giro del Pacífico en 10 años, utilizando dos ramas de flotadores para formar una barrera de 100 km de largo.

Mientras los medios de comunicación bullían de entusiasmo, los profesionales del mar se mostraban escépticos, a la espera de ver qué proponía Ocean Cleanup como prototipo. 

El prototipo de 100 metros de largo fue anclado en una zona accidentada del Mar del Norte en junio de 2016, acaparando titulares una vez más. Pero lo que nadie anunció fue que este famoso prototipo a pequeña escala duró 2 meses en el mar antes de romperse en agosto de ese mismo año….

Qué criticaban los científicos del proyecto de Boyan Slat? Principalmente que era técnicamente inviable, que se basaba en una mala evaluación de la contaminación ambiental, que estaba totalmente desfasado con respecto a actividades marinas como la pesca y el transporte, y que no había ningún estudio de impacto ambiental.

¿Cómo imaginar anclar en el mar una barrera de 100 km de largo que impida el paso de los buques, arriesgándose a colisionar en cualquier momento y a tener que soportar tormentas? 

¿Cómo imaginar concentrar únicamente residuos en este embudo gigante, sabiendo que la superficie del océano es una inmensa zona de intercambio de biodiversidad marina? Pero también: ¿cómo señalizar el obstáculo en el mar, a 3.000 km de la costa? ¿Cómo repararlo en caso de colisión? Y por último: ¿por qué centrarse en los macrodesechos cuando sabemos que son los microdesechos los que más abundan en el mar?

El plástico y la limpieza de los océanos

Ocean Cleanup nunca ha sido capaz de responder a estas preguntas en ninguno de los documentos que ha publicado.

Las pruebas de su prototipo y el silencio que siguió a su fracaso confirman lo que muchos predijeron: este proyecto de recogida de residuos plásticos no es más que una vasta y muy bien gestionada operación de comunicación, que permitió a Boyan Slat crear su fundación con el dinero del crowdfunding original (2,2 millones de euros al fin y al cabo).

Eso no quiere decir que de esta nueva organización no vaya a salir nada bueno: necesitamos datos para comprender mejor el ciclo del plástico en el océano y sus impactos, y en eso está trabajando Ocean Cleanup.

Pero la solución perfecta no vendrá de un genio de 19 años, sencillamente no existe.

Y, sin embargo, existen iniciativas más serias.

La historia de Boyan Slat pone de manifiesto nuestro pensamiento cortoplacista. En 2017, ¡todavía creemos que una solución milagrosa deshará el daño que hemos hecho al medio marino!

Esto se aplica al plástico, al cambio climático, a la contaminación en general y a la sobrepesca. Esta forma de pensar es peligrosa y, paradójicamente, no fomenta la acción, porque ya se encargará otro de ello con su solución milagrosa.

Iniciativa stop plástico

¿Y si cambiáramos nuestros hábitos? En Francia, las bolsas de plástico no reciclables están prohibidas en los comercios desde principios de año. Hay que ir más lejos, y eso es lo que propone una iniciativa poco conocida: imponer en toda Europa una legislación sobre el plástico. Y eso es todo.

Utilizando la Iniciativa Ciudadana Europea (ICE) prevista en el Tratado de Lisboa, ExpeditionMed se propuso recoger un millón de firmas en 7 países diferentes para obligar a la Comisión Europea a ocuparse del tema. 

Sus 14 propuestas son realistas y pretenden acabar con las fuentes de contaminación plástica favoreciendo el reciclado y la reutilización.

Sin embargo, la petición no recibió suficientes firmas, un fracaso atribuible en gran medida a la burocracia administrativa de la ICE, que incluye tener que dar… su número de carné de identidad.

¿Qué podemos hacer? Tomar conciencia de nuestro impacto individual en los océanos y cambiar nuestras pautas de consumo en consecuencia es un excelente punto de partida. 

Esperemos que los años venideros sean decisivos en el que nos demos cuenta de que no, no existe una solución milagrosa y prefabricada para reparar nuestro daño, por mucho que algunos se empeñen en vendérnosla.