Es imposible escapar a las imágenes de los residuos plásticos que invaden los océanos, amenazan la fauna marina y ensucian las playas. La pandemia de COVID-19 aún puede agravar el problema debido al aumento del uso de plásticos -máscaras, equipos de protección individual y envases de un solo uso, en particular- y a su inadecuada eliminación.
La masa de residuos aumenta aún más porque muchas actividades de reciclaje se han suspendido temporalmente debido a los riesgos sanitarios que plantea la pandemia.
Por último, los precios históricamente bajos del petróleo han hecho bajar el coste del plástico virgen.
Como consecuencia, su uso ha aumentado frente al de las resinas recicladas, más respetuosas con el medio ambiente pero más caras.
Los países en desarrollo carecen a menudo de sistemas eficaces de gestión de residuos y de instalaciones especializadas de recogida y tratamiento de plásticos, lo que supone un verdadero obstáculo para reducir la cantidad de residuos que acaban en nuestros ríos y océanos.
Es vital mejorar significativamente la gestión de los residuos plásticos si queremos poner fin a este fenómeno, que se suma a los problemas causados por la sobrepesca, las aguas residuales y las escorrentías agrícolas sin tratar y el desarrollo poco controlado de las zonas costeras.
La lucha contra la contaminación por plásticos
El Grupo del Banco Mundial trabaja para combatir la contaminación por plásticos en todos los eslabones de la cadena de valor.
Actualmente estamos asignando mil millones de dólares a proyectos en curso en el sector de la gestión de residuos sólidos y la prevención de la contaminación por plásticos, y tenemos otros dos mil millones de dólares en preparación.
Esto incluye ayudar a los gobiernos invirtiendo en la gestión de residuos sólidos y en otras áreas como la resiliencia costera y el turismo.
También se estima mejorar las condiciones laborales de los recicladores, colaboramos con las empresas para replantear el diseño de productos y envases, y promovemos políticas que fomenten mercados de reciclaje más sostenibles e inclusivos.
En Asia Oriental, epicentro actual de la contaminación por plásticos, muchos países están a la vanguardia de la lucha contra los residuos en el mar. Indonesia, por ejemplo, pretende reducir los residuos plásticos marinos en un 70% para 2025.
Para lograrlo, el país ha puesto en marcha un nuevo programa con un presupuesto de 2.300 millones de dólares, que incluye una aportación de 100 millones del Banco Mundial para inversiones específicas en gestión de residuos marinos.
Este proyecto ayudará a más de una docena de ciudades a mejorar la recogida y el tratamiento de residuos sólidos para reducir a la mitad sus vertidos de residuos plásticos.
También estamos trabajando con China para reforzar las políticas que limiten la contaminación por plásticos procedentes de los residuos municipales y de las actividades industriales y agrícolas.
Depende de nosotros aprovechar esta oportunidad para reconstruir de forma sostenible, más verde, más azul y más próspera.
La gestión de los residuos sólidos es un servicio público esencial, y como tal debe ser una prioridad en los planes de recuperación.
En Vietnam, Tailandia y otros países asiáticos, así como en otros lugares de América Latina y África, la Corporación Financiera Internacional y el Banco Mundial están trabajando para crear las condiciones necesarias para la transición a una economía circular mediante el análisis de las cadenas de valor de los plásticos y el apoyo a las inversiones del sector privado en nuevos materiales, envases sostenibles y canales de reciclaje.
Por ejemplo, la IFC concedió recientemente a Indorama Ventures, fabricante mundial de resina plástica, el primer préstamo «azul» dedicado exclusivamente a combatir la contaminación de los mares por plástico.
Esta operación de 300 millones de dólares ayudará a Indorama Ventures a alcanzar su objetivo de reciclar 50.000 millones de botellas de PET (tereftalato de polietileno) al año en todo el mundo de aquí a 2025, especialmente en Tailandia, Indonesia, Filipinas, India y Brasil.
En el sur de Asia, un nuevo proyecto de 50 millones de dólares ayudará a reducir la contaminación por plásticos en la región y a acelerar la ecoinnovación para reinventar la producción y combatir los productos de un solo uso.
La IFC también ayuda a los bancos a diseñar instrumentos de financiación innovadores para proyectos que protejan los océanos y los medios de subsistencia de los millones de personas vulnerables que dependen de ellos.
Además, la IFC apoya a las autoridades subnacionales y al sector privado a lo largo de la cadena de valor del plástico, incluidos los fabricantes de resinas, las grandes marcas internacionales y los recicladores, todos los cuales tienen un importante papel que desempeñar en la lucha contra la contaminación por plásticos.
Todas estas actividades se benefician de programas del Banco Mundial como PROBLUE, que apoya unos cuarenta proyectos sobre contaminación por plásticos en todas las regiones.
En Nigeria, por ejemplo, PROBLUE está contribuyendo a la evaluación de las cadenas de valor regionales del plástico y fomentando el conocimiento de las partes interesadas.
En Mozambique, el Banco Mundial colabora con el gobierno y el sector privado para encontrar soluciones innovadoras y respetuosas con el medio ambiente y crear puestos de trabajo que protejan el medio ambiente.
Respuesta a la pandemia
En respuesta a la pandemia y la recesión económica, el Banco Mundial desplegó hasta 160.000 millones de dólares para ayudar a los países a responder a las crisis sanitaria y económica y prepararse para la recuperación.
Nos corresponde a nosotros aprovechar esta oportunidad para reconstruir de forma sostenible, más verde, más azul y más próspera.
La gestión de residuos sólidos es un servicio público esencial y, como tal, debe ser una prioridad en los planes de recuperación.
Por tanto, en los planes de recuperación deben incorporarse nuevos incentivos para frenar el uso innecesario de plásticos, mejorar la gestión de residuos y adoptar políticas que permitan clasificar y reciclar adecuadamente los plásticos para convertirlos en recursos útiles, además de limitar los costes medioambientales y económicos.
El bajo precio del petróleo es una oportunidad que no debe desaprovechar para fomentar el uso de plástico reciclado, reduciendo las subvenciones a los combustibles que favorecen al plástico virgen y absorben los limitados ingresos presupuestarios.
Para reducir la contaminación por plásticos y mantener nuestros océanos en buen estado de salud, necesitamos promover un renacimiento azul, que implique a todos los sectores que innovan y participan en todas las fases de la cadena de valor.
Al igual que el capital verde puede ser un motor de empleo y desarrollo, el capital azul es una de las palancas para la recuperación, la reducción de la pobreza y la seguridad alimentaria. Es una inversión que merece la pena.