Los océanos desempeñan un papel esencial en la regulación del clima, pero ¿hasta qué punto están sanos y cómo les afectan las alteraciones climáticas? En este contexto difícil, hay actores clave para preservar la salud y la productividad de los océanos.
¿Cómo afecta el cambio climático a los océanos?
El cambio climático supone una grave amenaza para la salud de los océanos del planeta. Esta amenaza se suma a otras presiones antropogénicas, es decir, a los daños medioambientales causados por la actividad humana.
Estamos empezando a comprender mejor estos impactos, así como la magnitud de lo que está en juego.
El cambio climático está desestabilizando los océanos, sobre todo por el aumento de las temperaturas, la subida del nivel del mar y la acidificación.
Al absorber más CO2 ambiental, los océanos se están acidificando y su contenido en oxígeno se está reduciendo.
También se altera la circulación de las corrientes oceánicas. Todos estos factores son perjudiciales para la salud de los océanos y las especies marinas.
Es el caso de los arrecifes de coral, preciosos ecosistemas amenazados por la triple acción de la acidificación, el calentamiento de los océanos y la subida del nivel del mar.
La acidificación es además un problema más amplio, ya que también altera la capacidad de otras especies, como moluscos y crustáceos, para absorber CO2.
Los cambios en las corrientes oceánicas amenazan el reclutamiento de los recursos pesqueros (es decir, el número de peces nacidos en un periodo determinado que alcanzan la fase juvenil), un fenómeno con repercusiones muy reales e inmediatas para las poblaciones costeras que dependen de estos recursos. Los efectos del cambio climático sobre los océanos son, pues, múltiples, complejos e interrelacionados.
¿Qué papel desempeñan los océanos en la mitigación del cambio climático?
Los océanos son el mayor sumidero de calor del planeta, ya que absorben el 90% del exceso de calor provocado por el cambio climático.
Como sumideros de carbono altamente eficientes, también atrapan el 23% de las emisiones de CO2 provocadas por el hombre.
Los manglares, que se desarrollan en zonas costeras pero cuyas raíces están sumergidas en el agua del mar, las marismas saladas y las praderas marinas son ecosistemas que capturan y almacenan más carbono por unidad de superficie que los bosques.
También sabemos que el secuestro de ciertas partículas de carbono en los sedimentos del fondo marino se ha producido durante miles de años, aunque este mecanismo aún se conoce mal y nunca se ha medido.
Sin embargo, el impacto del cambio climático sobre la salud de los océanos está socavando su regulación del carbono, creando un círculo vicioso. Aunque apenas estamos empezando a comprender la importancia de las funciones ecológicas de los océanos, el cambio climático ya las está alterando.
También tenemos que admitir que sabemos muy poco sobre hasta qué punto el cambio climático está degradando la salud de los océanos.
¿Qué papel desempeñan los océanos en la adaptación al cambio climático?
La contribución de los océanos a la adaptación al cambio climático procede sobre todo de los ecosistemas costeros (manglares, arrecifes de coral y praderas marinas).
Los litorales concentran una gran cantidad de energía (pensemos en las mareas o en la acción de las olas): para proteger a las poblaciones costeras, hay que controlar estas fuerzas implacables, ya sea construyendo infraestructuras de hormigón (espigones o diques), fomentando infraestructuras verdes (manglares) o combinando estas dos soluciones.
Los manglares no sólo favorecen la pesca y la biodiversidad, sino que también aumentan la resistencia de las poblaciones costeras a los efectos del cambio climático.
Según nuevos estudios realizados en Bangladesh, los manglares reducen la subida del nivel del mar entre 4 y 16,5 cm y la velocidad de entrada del agua entre un 29 y un 92% durante un potente evento ciclónico, lo que supone una protección real para las comunidades.
¿Cómo promueve el Banco Mundial la salud de los océanos?
Están comprometidos con la descarbonización del transporte marítimo. Muchos buques queman combustible de caldera, el combustible fósil más contaminante que se utiliza en la actualidad.
Alrededor del 90% de las mercancías internacionales se transportan por mar, y se prevé que el volumen de tráfico marítimo se triplique de aquí a 2050, por lo que urge descarbonizar el sector.
Restaurar la salud de los océanos significa encontrar medios de vida alternativos para las comunidades afectadas. Para ello trabajamos, al tiempo que les ayudamos a adaptarse a los cambios actuales y futuros inducidos por el clima.
Fueron necesarios varios siglos para llevar a los océanos al borde del colapso. Restablecer su salud es todo un reto.
La actuación del Banco Mundial no es aislada: la movilización está creciendo en todo el mundo. Varios países han fijado objetivos para la salud de los océanos como parte de sus contribuciones nacionales al Acuerdo de París, y se espera que muchos otros sigan su ejemplo.
Algunos países están adoptando planes de desarrollo que prevén el desarrollo integrado y sostenible de diversos sectores oceánicos.
Tenemos que romper con el statu quo: ya no es posible seguir el camino que nos ha traído hasta aquí. En la COP26 de Glasgow, los negociadores acordaron nuevas reglas para los mercados de carbono que podrían valorar mejor los sumideros de carbono oceánico, como los manglares o los arrecifes de coral, e incentivar la conservación de estos ecosistemas.
No tenemos la panacea para estos problemas, pero podemos y debemos seguir trabajando juntos para restablecer la salud de los océanos.