Un tratado histórico de las Naciones Unidas está destinado a proteger la vida en alta mar, cada vez más amenazada por la contaminación, el cambio climático y la sobrepesca
Proteger los océanos es uno de los temas que más preocupan a los expertos. El pacto, acordado en principio en marzo, amplía por primera vez la protección medioambiental a los dos tercios del océano que se encuentran fuera de las jurisdicciones nacionales.
Entre otras cosas, permitirá la creación de zonas marinas protegidas -refugios seguros para peces, plantas y otras especies vulnerables- y el uso de otras herramientas de gestión basadas en zonas geográficas específicas para gestionar de forma más sostenible los recursos oceánicos.
El llamado «tratado de alta mar» ofrece un marco actualizado a la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar que entró en vigor en 1994.
El nuevo tratado llega con el océano, que desempeña un papel vital en todo, desde la economía hasta la regulación del clima, sumido en una triple crisis de cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación.
Para entender mejor lo que este tratado significa para el océano y la biodiversidad, nos sentamos con Leticia Carvalho, Jefa de la Subdivisión de Aguas Marinas y Dulces del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Este tratado se considera una gran victoria para los océanos: ¿A qué se debe?
El nuevo acuerdo proporciona, por primera vez, una base jurídica para la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad marina en alta mar o en zonas que se encuentran fuera de las jurisdicciones nacionales.
Se trata de un gran paso adelante en la protección de la biodiversidad en consonancia con los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el Marco Mundial para la Diversidad Biológica de Kunming-Montreal y para compartir los beneficios que se derivan de la utilización de los recursos marinos de una manera justa y equitativa.
Algunos han dicho que la alta mar ha sido esencialmente un lugar sin ley en lo que respecta a la conservación.
¿En qué cambia esto este tratado?
Durante décadas, la alta mar se ha regido de forma fragmentada. Aunque existen organismos mundiales que regulan muchas de las actividades humanas que tienen lugar en alta mar -como el transporte marítimo, la explotación minera de los fondos marinos y la pesca-, hasta la fecha la coherencia y coordinación entre ellos ha sido limitada.
Al mismo tiempo, nuevas actividades, como la bioprospección, no estaban contempladas. El resultado ha sido una estructura de gobernanza de los océanos que ha resultado inadecuada para frenar la degradación ambiental y la pérdida de biodiversidad.
El tratado establece un nuevo marco para abordar la conservación, el uso sostenible y la gestión de los recursos marinos, y ofrece nuevas herramientas de gobernanza y mecanismos institucionales para la toma de decisiones y el reparto equitativo de los beneficios.
Lograr un cambio transformador en forma de un nuevo tratado sobre alta mar es nada menos que una victoria mundial para todos.
Este tratado ha sido aclamado como una gran victoria del multilateralismo.
En un momento en que tantos otros acuerdos multilaterales no llegan a buen puerto, la capacidad de los países para unirse en torno a este nuevo instrumento para los océanos es, sin duda, una victoria para el multilateralismo. Los negociadores acudieron con espíritu de resolución y compromiso.
Al final, el mundo en desarrollo respiró aliviado, y todos los negociadores pudieron celebrar la aceptación de la participación obligatoria en los beneficios ganada. Nada quedó abierto o sin resolver.
Esto es sin duda una victoria para el multilateralismo y restaura la fe en la humanidad y en la capacidad de la ONU para unir al mundo en torno a objetivos compartidos.
Casi el 10% de las especies marinas están amenazadas de extinción. ¿Cómo va a ayudar este tratado a conservar la biodiversidad en el océano, especialmente tras la adopción del Marco Mundial para la Biodiversidad de Kunming-Montreal?
El tratado tiene el potencial de contribuir a la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad marina desempeñando un papel de coordinación y reforzando, mejorando y promoviendo la cooperación entre los instrumentos y marcos jurídicos existentes y los organismos mundiales, regionales, subregionales y sectoriales pertinentes.
Por ejemplo, el tratado ha establecido un procedimiento para crear instrumentos de gestión por zonas en alta mar, incluidas las zonas marinas protegidas. De este modo, el tratado tiene el potencial de apoyar el progreso hacia uno de los objetivos de Kunming-Montreal, que insta a proteger el 30% de los hábitats terrestres y marinos del mundo para 2030.
Tal nivel de protección reduciría el riesgo de extinción de especies y apoyaría la recuperación de los océanos, lo que nos llevaría a un ecosistema oceánico más sano, resistente y productivo.
¿Cuál es el futuro de este tratado?
El acuerdo entrará en vigor 120 días después de que 60 países lo ratifiquen, aprueben o se adhieran a él. Para que los miembros ratifiquen el acuerdo, deben contar con una legislación nacional de aplicación que lo codifique en su país.
Una vez ratificado y en vigor, este nuevo y poderoso mecanismo de coordinación establecerá nuevos procesos para conservar el medio marino, reforzar la creación de capacidad y la transferencia de tecnología, y garantizar beneficios justos y equitativos a todas las partes.
La pregunta complicada ahora es: ¿cuánto tardará la ratificación? La Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar tardó 12 años en ser ratificada. Esperemos que este tratado no tarde tanto. Los océanos no pueden esperar.
El océano está siendo degradado por actividades humanas que dañan la vida marina, socavan las comunidades costeras y afectan negativamente a la salud humana.
Los programas y ONGs que promuevan la protección y la gestión sostenible del medio marino y costero mundial son la clave para este tipo de problemáticas.