El Objetivo de Desarrollo Sostenible 14.2 de las Naciones Unidas establece que para 2020 deberíamos tener: ecosistemas marinos y costeros gestionados y protegidos de manera sostenible para evitar impactos adversos significativos, incluso fortaleciendo su resiliencia y actuando para su restauración, a fin de lograr océanos saludables y productivos. Exploremos el tema
El océano es el gran regulador del clima, a través del ciclo del agua, la circulación oceánica y la bomba biológica oceánica.
Olas de calor: En 2020, más del 80% de los océanos del mundo sufrieron olas de calor marinas
Aumento del nivel del mar: El aumento del nivel del mar repercute en las infraestructuras turísticas y las playas, y afecta a la agricultura al sumergir las tierras, salinizar el suelo y las aguas subterráneas y erosionar las costas.
Acidificación: El aumento de la acidificación está limitando la capacidad del océano para moderar el cambio climático al disminuir su capacidad para absorber CO2
Coste económico: Sin medidas de mitigación significativas y proactivas, en 2050 el coste de los daños del cambio climático podría alcanzar los 322.000 millones de dólares anuales (MPA Finance, 2022).
Cambio del ritmo de la naturaleza (fenología): El cambio climático precipita patrones meteorológicos perturbados e impredecibles, que a su vez afectan al ciclo vital (reproducción, puesta de huevos, desove, migración, etc.) de innumerables especies, entre otros efectos.
Cuando se gestionan, protegen y restauran mejor, los océanos y sus ecosistemas contribuyen a mitigar el cambio climático y proporcionan beneficios colaterales de adaptación.
Un océano sano es fundamental para alcanzar los objetivos mundiales en materia de clima, desarrollo sostenible y biodiversidad. Es vital que utilicemos soluciones basadas en la naturaleza, innovemos en sectores clave como las energías renovables y el transporte marítimo, y abordemos las numerosas actividades humanas que amenazan nuestros océanos.
El sector del transporte marítimo contribuye con casi el 3% de todas las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, por lo que abordar las emisiones del transporte marítimo es vital para la acción climática oceánica.
Los manglares secuestran carbono a un ritmo hasta 4 veces más rápido que los bosques tropicales terrestres y, al actuar como defensa costera natural contra las mareas de tempestad, los tsunamis, la subida del nivel del mar y la erosión costera, ayudan a proteger a las comunidades costeras de los diversos efectos adversos del cambio climático.
Las praderas marinas cubren sólo el 0,1% del fondo oceánico, pero almacenan alrededor del 18% de todo el carbono oceánico.
Los humedales costeros, como las marismas saladas, tienen una tasa anual de secuestro de carbono hasta 50 veces superior a la de los bosques terrestres.
Constituyen una valiosa defensa costera contra la subida del nivel del mar y protegen los ecosistemas y las comunidades costeras, ya que almacenan y disipan el agua de las inundaciones.
La protección y restauración de los ecosistemas costeros y marinos fomenta el secuestro rentable del carbono, al tiempo que garantiza que los altos niveles de carbono secuestrado en los suelos y la vegetación permanezcan donde están.
La restauración de manglares y humedales costeros también reduce los riesgos asociados a la subida del nivel del mar y a los fenómenos meteorológicos graves al reducir la erosión costera y proteger las costas de las mareas de tempestad.