Los bosques marinos de Chile se encuentran entre los más deforestados del planeta. Para combatir esta continua degradación de los recursos marinos del país, el Congreso acaba de aprobar un proyecto que introduce cambios en la Ley General de Pesca y Acuicultura vigente con el objetivo de proteger a estos ecosistemas tan valiosos para el equilibrio ecológico de las costas chilenas.
Conocida como “Ley Bentónica”, esta norma busca regular la extracción de especies que habitan el suelo marino. Se conoce como “bentos” a los organismos que habitan los sedimentos de los ecosistemas acuáticos, entre los que se pueden encontrar organismos como erizos, locos, machas, almejas y diversas especies de algas como el huiro negro, el huiro flotador y el cochayuyo.
Ley Bentónica: ¿es suficiente para proteger los bosques marinos de Chile?
Con la promulgación de la «Ley Bentónica», el gobierno chileno busca establecer un marco legal que regule la gestión de los recursos bentónicos del país. Se espera que esta legislación contribuya a que la explotación de esta clase de especies marinas, y en especial de las algas que conforman los bosques marinos, se realice de un modo sustentable.
Si bien su sanción representa un verdadero avance medioambiental, organizaciones como Wildlife Conservation Society y Greenpeace han advertido que su implementación efectiva podría no resultar nada sencilla. Esto se debe a los obstáculos logísticos y económicos que los especialistas podrían encontrarse a la hora de monitorear las áreas marinas protegidas del país.
Especialmente en zonas remotas como la Patagonia, los costos necesarios para cubrir la totalidad de la extensión de los bosques de algas son muy altos. La geografía suele ser de muy difícil acceso y el financiamiento provisto por el gobierno no será suficiente para abarcarlos por completo. Por este motivo, los expertos instan a las comunidades locales y al sector privado preocupado por su conservación a involucrarse en la tarea.
¿Quién amenaza a los bosques marinos?
En varias regiones de Chile, la deforestación de bosques marinos se ha convertido en una epidemia. En los últimos 10 años hubo un aumento significativo de prácticas ilegales para extraer algas, en la mayoría de los casos mediante el método de “barreteo”, es decir, utilizando barretas para arrancar de cuajo plantas como el huiro, el pelillo, las lugas o el cochayuyo.
Este incremento de extracciones clandestinas se relaciona con un aumento de la demanda internacional de estas algas, especialmente desde mercados como China y Europa. Pero si bien muchos compatriotas han hallado en estas tareas una nueva forma de subsistir, las grandes ganadoras son las compañías multinacionales, que pagan montos miserables a los trabajadores para luego obtener enormes ganancias a costa de la salud de los ecosistemas costeros de Chile.
Este problema se ve exacerbado por la falta de vigilancia por parte del Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca), que permite que la extracción ilegal continúe sin control en muchas áreas marinas del país. Es importante destacar que la deforestación de los bosques marinos no solo tiene repercusiones terribles en la biodiversidad local, sino que a largo plazo, podría poner en riesgo los medios de vida y la seguridad alimentaria de las comunidades costeras que dependen de estos recursos para su subsistencia.
El desmonte de los bosques marinos
De acuerdo con Max Bello, experto en políticas públicas oceánicas internacionales, cuando se barretea un bosque de macroalgas no solo se está atentando contra las plantas en sí mismas, sino contra cientos de peces y organismos invertebrados que los utilizan como refugio. Así como sucede cuando se tala un árbol en tierra firme, deberán transcurrir cientos de años para que las algas vuelvan a alcanzar el tamaño necesario para albergar vida.
A lo largo y ancho de todo Chile, las prácticas ilegales de barreteo no permiten que los bosques submarinos se regeneren, alterando para siempre la fisonomía y la salud de estos ecosistemas invaluables. El biólogo marino Alejandro Pérez, quien lleva años estudiándolos en la Estación Costera de Investigaciones Marinas de la Universidad de Chile, destaca que en localidades como Tongoy o Caldera, en el norte del país, el paisaje marino ha cambiado por completo como resultado de la extracción masiva.
Queda claro que para proteger el futuro de estos hábitats, es necesario adoptar medidas concretas que permitan vigilar las áreas protegidas y aumentar la conciencia sobre su importancia entre la población. La “Ley Bentónica” es un buen comienzo, pero solo a través de una gestión sostenible se podrá asegurar que estos recursos marinos perduren en el tiempo.