El proceso de acidificación de los océanos avanza y los científicos detectan cada vez mayores consecuencias. Los casos más serios del mundo que hoy resuenan en los foros ambientalistas y las advertencias que realizan los expertos.
En los últimos años se aceleró el proceso de acidificación de los océanos en todo el mundo. A causa del cambio climático el agua experimenta una mutación en los componentes de su PH y, por lo tanto, se vuelve más ácida.
Esto ocurre a causa de la absorción de dióxido de carbono, la cual es cada vez mayor a medida que aumentan las emisiones producidas por los combustibles fósiles.
Los efectos que suceden a causa de la acidificación de los océanos son muchos y algunos muy severos. Por eso, desde todos los foros ambientalistas del mundo se advierte sobre la urgencia de campañas para detener la contaminación ambiental.
En el presente lo concreto es que se han advertido secuelas serias en algunas zonas puntuales del mundo. Por estos motivos, los principales referentes sobre medio ambiente y diversidad están en alerta en cuanto a los ecosistemas marinos.
¿Cuáles son las consecuencias de mayor impacto que tiene la acidificación de los océanos? ¿Hasta dónde llegan los alcances de esta situación? ¿Qué especies se ven más afectadas por la conversión del agua del mar?
Qué pasa cuando avanza la acidificación de los océanos
Mientras se verifica la transformación de la composición del agua del mar a causa de la acidificación de los océanos, los especialistas hacen hincapié en cada uno de los efectos. Por cierto, estos procesos alteran todo el ecosistema marino y estos son algunos de los puntos más trascendentales:
- Menor cantidad de oxígeno: A causa de la mayor presencia de CO2 en las aguas marinas se disminuye la existencia de superficie acuática oxigenada con todos los efectos colaterales que eso conlleva.
- Aumento del nivel del mar: la acidificación de los océanos contribuye al calentamiento global y eso, como un efecto dominó, deriva en la elevación de la superficie y reducción de las costas.
- Amenazas para las comunidades de corales: Cuando la temperatura del agua aumenta los corales se blanquean y esto altera su comportamiento. De tal modo, pierden su fuerza y muchas especies ven peligrar su subsistencia.
- Especies amenazadas: Ya sea porque no pueden resistir las nuevas características del agua o porque la cadena alimenticia de la que dependen se vio afectada, hay animales que ingresan en la zona de peligro de extinción.
- Alteración de los ecosistemas: la acidificación del agua de los océanos genera impacto en todos los sistemas marinos. Por esta razón la biodiversidad se ve amenazada a causa de este fenómeno
En el presente, a causa del calentamiento global hay zonas del mundo en las que se están verificando todos estos temas. Es por eso que los especialistas en ambientalismo advierten sobre la gravedad de esta situación.
El caso del Atlántico Norte
En la última década se aceleró el proceso de acidificación del Atlántico Norte. Así lo han informado los técnicos del Grupo de Química Marina del Instituto de Oceanografía y Cambio Global de la Universidad de Las Palmas en Gran Canaria.
Al respecto, según los últimos reportes realizados por el grupo de investigadores que dan seguimiento a estas aguas, la acumulación de dióxido de carbono ha aumentado. A propósito, sostienen que la situación se agrava no a causa de motivos naturales, sino que la principal responsable es la actividad humana.
En concreto, por la contaminación persistente hay menor presencia de minerales que son vitales para la supervivencia de las especies, tales son los casos de la calcita y la aragonita.
Por todas estas cuestiones al Atlántico Norte hoy se le denomina un “punto caliente” en la temática del cambio climático. De alguna manera, esto lo convierte en una de las zonas geográficas del planeta más sensibles y que más atención y trabajo requieren.
Por las alertas en relación al Atlántico Norte y por la actualidad de todos los mares, las voces autorizadas convocan a los líderes mundiales a tomar decisiones inmediatas. Reducir las emisiones de CO2, proteger las especies marinas y aunar fuerzas mediante políticas bilaterales son solo algunas de las recomendaciones para salvar los océanos.