Aparte de las grandes regatas oceánicas que mueven a las multitudes, ya no existe esa cultura del mar que hace que los empresarios más intrépidos imaginen (y sueñen) lo mejor, pero no debería ser así pues el océano es el futuro.
Los retos a los que se enfrentan el océano y el planeta son fuente de increíbles aventuras para algunos, dispuestos a arremangarse. Hoy, compartimos cinco razones para esperar un futuro mejor para nuestros océanos… Y para orientar nuestra economía hacia el mar.
Las algas al rescate del crecimiento azul
Cuando se habla de crecimiento azul, los políticos piensan ante todo en la industria pesquera, sin darse cuenta necesariamente de que el mar es algo más que pescado. Todas esas pequeñas pepitas del tejido económico que se interesan por las algas también forman parte de él.
La explotación de las algas es aún incipiente, pero se desarrolla rápidamente. Estamos estudiando tanto las microalgas, útiles para desarrollar combustibles de nueva generación, como las macroalgas más grandes, como las algas kelp, cultivadas en el mar o en tierra.
Entre otras cosas, este nuevo tipo de cultivo marino debería permitir la producción de plásticos de origen biológico y biodegradables, en consonancia con la prohibición de las bolsas de plástico en los comercios.
Programas pioneros puestos en marcha para reunir en estas causas a empresas y universidades son y serán actores claves en estos procesos de valorización del mar.
El objetivo es proporcionar el prototipo de un sector industrial rentable basado en las macroalgas, capaz de desarrollar una amplia gama de aplicaciones, desde los bioplásticos hasta los medicamentos y los alimentos.
De las algas, provendrán los bioplásticos, un elemento más que interesante en este contexto.
Las energías marinas despegan por fin
En cuanto a la energía eólica marina, sigue avanzando con una nueva tecnología prometedora: la turbina eólica flotante. L
La primera máquina y la tecnología se desplegará posteriormente en Gran Bretaña, no lejos de la isla de Groix, así como en el Mediterráneo.
Los británicos comprendieron la importancia de la innovación hace veinte años y ahora son líderes europeos… Al mismo tiempo, tienen el precio por MWh de energía eólica marina más bajo del mundo.
Otro tipo de acuicultura es posible para alimentar al mundo
También en el ámbito de la acuicultura parece haber motivos para la esperanza. Una vez más, Europa se encuentra por ahora rezagada, con menos del 2% de la producción mundial total, pero esta situación podría mejorar gracias a las nuevas técnicas de cultivo.
La mala prensa que rodea a la piscicultura se debe sobre todo a su impacto en el medio marino. Por ello, la Unión Europea ha decidido desarrollar una nueva industria experimental limpia basada en la acuicultura multitrófica integrada.
¿Sus ventajas? Utilizar los residuos orgánicos de la producción como alimento para otras especies complementarias de la piscicultura.
De este modo, surgirán verdaderas explotaciones acuícolas en las que ya no se apuesta por el monocultivo contaminante, sino por la cría diversificada de moluscos, algas y peces.
El impacto sobre el medio ambiente se reduce considerablemente, el acuicultor ya no depende de una sola especie y la calidad sanitaria de la acuicultura mejora, lo que permite ascender de categoría. En pocas palabras, se trata de producir de forma ecológicamente intensiva, como un rico ecosistema en buen estado en el mar.
Los corales crecen en todo el mundo
Si bien desde el 2016 no estamos ante un buen panorama, pues no solo se batió un nuevo récord de temperatura, también fue un año de fuerte blanqueamiento vinculado entre otras cosas a un episodio excepcional de El Niño.
En la mayoría de los casos, este blanqueamiento provoca la muerte del coral. Dada la repetición de estos fenómenos a escala mundial, los científicos prevén la desaparición de los arrecifes de coral de aquí a 2050.
Entonces, ¿cómo podemos actuar rápidamente para salvar este ecosistema vital tanto para los seres humanos como para la biodiversidad marina?
Varios científicos e ingenieros han centrado su atención en el cultivo de coral, para garantizar que los brotes jóvenes crezcan hasta alcanzar todo su potencial antes de ser devueltos a su entorno natural.
Esto puede sonar a ciencia ficción, pero es muy real: los ejemplos se están generalizando en Florida, Madagascar e Indonesia.
Aunque no es una solución a la muerte cada vez más rápida de los arrecifes de coral, ayuda a que éstos se recuperen más rápidamente de los episodios de blanqueamiento y limita la presión humana ejercida por algunos acuaristas sin escrúpulos, que no dudan en servirse de los recursos silvestres.
Estas técnicas también implican a la población local en la preservación y reconstrucción de los arrecifes. Y si esta pequeña empresa marsellesa está en lo cierto, el cultivo de coral podría conducir al desarrollo de nuevas técnicas de lucha contra el cáncer.
Todas buenas razones para preservar este hábitat, responsable del 25 al 40% de la pesca mundial.
Nunca ha habido tantas zonas marinas protegidas en el planeta
Así pues, países pioneros como Francia han cumplido su compromiso de proteger al menos el 20% de sus aguas.
Se esperan nuevos avances a escala internacional, sobre todo en lo que respecta a las zonas marinas protegidas de alta mar, que carecen de estatuto de protección internacional.
Pero ahora que se han decidido que es hora de examinar su estatuto de protección, que con demasiada frecuencia resulta vacío o poco ambicioso.
Del mismo modo, sería interesante utilizar las zonas protegidas como herramienta de protección de la biodiversidad marina, ya que han demostrado su eficacia.
Pero hay que tener los medios a la altura de las ambiciones, ¡y nuestros millones de kilómetros cuadrados de mar no se cuidan solos!
Estos cinco ejemplos nos demuestran que la relación especial que los franceses siempre se han enorgullecido de tener con el mar aún persiste hoy en día.
Pero de otra forma: donde algunos grandes pensaron a lo grande, nosotros pensamos a lo pequeño y con flexibilidad, como estas PYME innovadoras.
Por último, quizá nos interesemos demasiado por lo que nos hizo triunfar en el pasado en lugar de mirar hacia el futuro: tenemos una marina de alto rendimiento, pero ahora es la biodiversidad lo que tenemos que proteger.
Seguimos soñando con vivir bajo el mar, pero es sobre todo la energía de estos mares lo que tenemos que aprovechar. En todos los campos, el mar ofrece una solución, siempre que nos replanteemos nuestra forma de hacer las cosas: este es el fundamento de esta revolución azul.