El mar epicontinental de Argentina se extiende desde la meseta patagónica y la llanura pampeana hasta el Atlántico, abarcando una vasta plataforma continental rica en recursos naturales: es clave para el desarrollo de la región.
Los océanos que circundan Argentina son fundamentales para la economía argentina, con la pesca como una actividad clave, especialmente en regiones como la Patagonia y Tierra del Fuego.
En especial, las aguas del Mar Argentino albergan una abundante diversidad de peces, crustáceos, moluscos y otros cefalópodos, que son ampliamente explotados por la industria pesquera.
Argentina ha desarrollado su industria pesquera a lo largo del siglo XX, con especies como la merluza, el langostino y el calamar como pilares de su producción.
A pesar de esta diversificación, la producción pesquera sigue concentrada en un número reducido de especies, destacando la merluza argentina como la principal.
Este artículo, basado en información producida en una colaboración entre la Universidad de Brest y la Universidad Nacional de La Plata, ofrece una visión integral sobre la evolución de la pesca en Argentina, la ampliación de su zona económica exclusiva y el impacto de la globalización en la explotación de los recursos marinos.
Con un enfoque en la sostenibilidad y la gestión responsable, el análisis destaca la importancia de la conservación de estos recursos en el contexto del desarrollo económico regional.
¿Por qué es tan importante para la economía del país el Mar Argentino?
El mar epicontinental de Argentina abarca la plataforma continental que extiende la meseta patagónica y la llanura pampeana hasta el Atlántico. Es rico en recursos naturales, en los fondos marinos, en el subsuelo y en sus aguas, que albergan un gran número de peces, crustáceos, moluscos y otros cefalópodos.
Este espacio marítimo reviste una importancia estratégica para Argentina, que sigue siendo una economía extrovertida y ha hecho de la pesca una actividad marítima de primer orden.
Es un actor clave de la política de desarrollo regional, en particular en el sur del país, en la Patagonia y en Tierra del Fuego.
El análisis de los documentos oficiales (discursos, informes y estadísticas) elaborados por el gobierno argentino, en particular el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación y el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero, permitió identificar los desembarques por especie y puerto, los tipos de embarcaciones y métodos de pesca utilizados, así como los intercambios comerciales.
Comparando estos datos con entrevistas realizadas en los puertos a pescadores, representantes de empresas pesqueras y organismos oficiales, hemos construido el análisis que se propone en este artículo.
En un contexto de globalización del comercio de recursos alimentarios, proponemos una reflexión sobre el lugar de la pesca en Argentina y las consecuencias de la utilización de los recursos marinos con fines económicos.
En la primera parte, contaremos cómo surgió la industria pesquera argentina y, a continuación, analizaremos cómo se puso en marcha la estrategia marítima del país en un contexto económico y social frágil, a partir de las leyes que regulan la pesca y la gestión de los recursos.
Por último, mostraremos que, desde la crisis de 2001, la evolución económica, jurídica y política ha provocado más competencia que complementariedad entre territorios en lo que respecta a las actividades pesqueras.
Un mar con recursos marinos muy explotados y codiciados
El Mar Argentino forma parte del margen continental del Atlántico Sudoccidental, expuesto a los efectos de la corriente cálida de Brasil y la corriente fría de Malvinas, enriquecido por los aportes continentales del Río de la Plata.
Este mar oculta una vasta plataforma continental que se extiende desde la desembocadura del Río de la Plata hasta el sur del archipiélago de Tierra del Fuego, con una longitud de 2.300 km y una latitud que varía entre los 180 km frente a la península Mitre (Tierra del Fuego) y los 880 km al norte de las islas Malvinas.
Las diferencias de temperatura, combinadas con la mezcla de agua dulce y salada, crean ambientes ricos en nutrientes, que alimentan una diversidad de recursos marinos a todos los niveles, ya sean especies bentónicas, demersales o pelágicas, ampliamente explotadas por la pesca.
Existen dos zonas marítimas principales: el Mar Patagónico, al sur del Río Negro, dominado por aguas frías, y el Mar Bonaerense, donde las aguas subtropicales están cargadas de sedimentos procedentes del Río de la Plata.
Argentina ratificó la Convención de Montego Bay el 31 de diciembre de 1995.
Esta plataforma es de gran importancia económica y política, porque además de recursos marinos vivos, contiene reservas de hidrocarburos, así como arenas y gravas.
Desde 2016, el Estado argentino ha ampliado su zona económica exclusiva al tamaño de la plataforma continental tras 20 años de negociaciones con la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, poniendo en juego el régimen de conservación de los recursos.
Argentina tiene ahora jurisdicción sobre 1.785.000 km2 de mar, suelo y subsuelo, incluyendo el área alrededor de las Islas Malvinas, las Islas Georgias del Sur y las Islas Sandwich del Sur, extendiendo el límite hasta las 369 millas náuticas.
Esta extensión de la ZEE confirma la responsabilidad de Argentina en el aprovechamiento de los recursos naturales de origen marino en el Atlántico sudoriental.
Una industria pesquera reciente
6La pesca marítima se desarrolló en Argentina en la segunda mitad del siglo XX, basándose esencialmente en la producción de merluza argentina (Merluccius hubbsi) en la década de 1970, a la que se añadieron el calamar (Ilex argentiniensis), la bacaladilla (Micromesistius australis), el granadero patagónico (Macruronus magellanicus) en la década de 1990 y el camarón (Pleoticus muelleri) desde la década de 2000.
A pesar de esta diversificación, la producción pesquera argentina sigue basándose en un número limitado de especies.
Argentina llegó tarde a la explotación de los recursos marinos, con fases de expansión ligadas a la inversión, a menudo extranjera, en instalaciones de producción, integrando en la flota pesquera buques mejor equipados y más productivos.
En los años setenta llegaron los grandes buques de pesca fresca (arrastreros), seguidos de los buques congeladores, que propiciaron el desarrollo de la pesca de altura.
En la década siguiente se desarrollaron nuevas pesquerías (langostino y calamar) y en los años 90 se produjo la apertura neoliberal de la economía argentina, que condujo a una fuerte explotación de los recursos marinos, lo que se tradujo en una producción de tipo minero que alcanzó casi 1,4 millones de toneladas en 1997, antes del colapso de los años 2000.
Desde entonces, en un contexto de constante declive, salvo un repunte en 2006 cuando se volvió a alcanzar el millón de toneladas, la actividad pesquera argentina, con 776.000 toneladas en 2017, se concentra en unas pocas especies, y se realiza desde los principales puertos pesqueros como Mar del Plata, Puerto Madryn y Puerto Deseado.
La producción pesquera está dominada por la pesca industrial y el 70% proviene de tres especies.
La merluza argentina (Merluccius hubbsi), o merluza, se captura en toda la plataforma continental, tanto por buques de pesca fresca como por buques factoría congeladores; representó el 36% de la producción total, es decir, 281.000 toneladas en 2017.
El langostino (Pleoticus muelleri), o langostino, representa casi un tercio de la captura total, con 242.000 toneladas; es pescado por arrastreros en el sur del Mar Argentino (con redes de arrastre de vara, conocidas como tangoneros), y desembarcado en puertos patagónicos, dos tercios por buques congeladores factoría y un tercio por pesca fresca.
El calamar Ilex (Ilex argentiniensis) representa el 16% de las capturas, con menos de 100.000 toneladas producidas en 2017.
Estas capturas son realizadas por buques de pesca industrial, conocidos como poteros, que utilizan palangres automáticos y lamparos para atraer a los miles de calamares que pululan en las aguas profundas del Mar Argentino por la noche.
Una vez congelado en bloques, más del 60% del calamar se desembarca en Mar del Plata, y el resto en puertos patagónicos. La cuarta especie viene muy por detrás de las demás, con 22.000 toneladas producidas en 2017, es decir, el 3% de la producción.
La merluza granadero o de cola (Macronus magellanicus) es pescada por la flota industrial de buques factoría, antes de ser desembarcada en Ushuaïa y Puerto Madryn.
La pesca costera, en particular la artesanal, está más diversificada, con más de 70 especies catalogadas por el INIDEP, 60 especies de peces, cinco especies de crustáceos y cinco especies de moluscos.
Sigue leyendo para descubrir la relación entre la industria pesquera de Argentina y las conexiones internacionales.