Bosques y océanos desempeñan un papel crucial en la captura de carbono y la regulación del clima, siendo esenciales para la biodiversidad y la lucha contra el cambio climático.
Bosques y océanos: un papel climático indispensable
Nuestro planeta capta el 50% de las emisiones atmosféricas de CO2 a través de sumideros naturales de carbono, entre ellos los océanos y los bosques.
Un sumidero de carbono es un depósito natural o artificial que absorbe las emisiones de CO2 de la atmósfera y las almacena a largo plazo.
El sumidero de carbono que representan los bosques funciona principalmente a través de la fotosíntesis. Este fenómeno es una reacción bioquímica de las plantas que utiliza la energía del sol para fijar CO2 en forma de materia orgánica.
Así, la biomasa orgánica (raíces, hojas, troncos) almacena carbono. Por tanto, la deforestación reduce esta biomasa y, si los árboles se queman, liberan a la atmósfera el CO2 almacenado durante su crecimiento.
El océano también utiliza el fenómeno de la fotosíntesis, y almacena cerca del 30% de los GEI (el principal es el CO₂).
El fitoplancton, también conocido como el «bosque del mar», es un alga microscópica que absorbe el CO2 atmosférico, luego muere, cae al fondo del Océano y secuestra el carbono en las profundidades.
El Océano también actúa como una bomba físico-química que absorbe y disuelve parte del CO₂ atmosférico durante los constantes intercambios que tienen lugar entre la superficie del Océano y la atmósfera.
Por tanto, estos dos ecosistemas desempeñan un papel importante en la captación de gases de efecto invernadero y participan activamente en la contención del cambio climático.
El océano cubre el 70% de la superficie de nuestro planeta y es esencial en el proceso de regulación del clima.
Gracias a las numerosas corrientes que lo atraviesan, la llamada «cinta transportadora oceánica» distribuye y hace circular las masas de agua por todo el globo, lo que permite regular tanto la temperatura del agua como la de la tierra.
Gestión forestal y marina en Argentina
En Argentina, la gestión sostenible de los bosques y océanos se está adaptando a los desafíos actuales con iniciativas innovadoras que buscan mitigar los efectos del cambio climático.
En el ámbito forestal, la reforestación y las prácticas de tala responsable son fundamentales, complementadas con tecnologías avanzadas como el monitoreo satelital para mejorar la gestión y conservación de los bosques.
En cuanto a los océanos, se están promoviendo proyectos que protegen los ecosistemas marinos, como la implementación de áreas marinas protegidas y la reducción de la contaminación plástica. Programas como la Ley de Bosques y la cooperación internacional son clave para asegurar un futuro sostenible. Sin embargo, la falta de financiamiento y el apoyo continuo siguen siendo desafíos críticos que deben abordarse para preservar estos valiosos ecosistemas.
Estos dos ámbitos y la huella de carbono
Más allá del almacenamiento de carbono, estos dos ecosistemas desempeñan un papel fundamental en la protección y adaptación a los efectos del cambio climático.
Tomemos el ejemplo de la costa, primera línea de defensa en caso de tsunamis u olas de crecida.
Los arrecifes de coral pueden absorber hasta el 90% de la fuerza del impacto de una ola y actuar como baluartes contra la subida del nivel del mar, la erosión y las catástrofes naturales. Los manglares son el vínculo directo entre el océano y el bosque, por lo que se les apoda el bosque del mar.
Los bosques del mar
Los manglares son bosques tropicales cuyas raíces están sumergidas en el mar y se desarrollan en condiciones de vida difíciles.
Los manglares se encuentran en zonas tropicales y subtropicales, principalmente en África (excepto Sudáfrica), el Sudeste Asiático y parte de América (desde Florida hasta Brasil).
Estos bosques de manglares desempeñan un papel esencial durante fenómenos climáticos extremos como los tsunamis, ya que forman una barrera natural contra la subida de las aguas y desempeñan un papel crucial de «amortiguador» entre la tierra y el mar.
Un estudio publicado en la revista científica Science indica que 30 árboles costeros por cada 100 metros cuadrados pueden reducir el flujo de un tsunami hasta en un 90%.
Bosques y océanos: el hogar mundial de la biodiversidad
Además de ser esenciales para la regulación del clima por su capacidad para absorber carbono, los bosques y los océanos son espacios vivos con una rica biodiversidad que también desempeña su papel en el mantenimiento de la vida en la Tierra.
La biodiversidad puede describirse como la variedad y variabilidad de los organismos vivos y de los ecosistemas en los que viven.
El océano cuenta con 280.000 especies y sigue siendo una zona en gran medida inexplorada.
De hecho, se calcula que podría albergar hasta 10 millones de especies diferentes si lo exploráramos a fondo.
En 2020, los investigadores descubrieron una nueva especie de crustáceo a 6.900 metros de la superficie en la Fosa de las Marianas, el lugar más profundo del mundo registrado en la actualidad.
Aunque recién descubierta, esta especie de apenas un centímetro ya llevaba el estigma de la contaminación plástica desde que los investigadores descubrieron un micro plástico en el intestino de uno de estos crustáceos.
Para concienciar sobre el impacto del plástico en la biodiversidad marina, la especie recibió el nombre de «Eurythenes plasticus».
Los bosques son el hábitat natural del 80% de las especies de anfibios, el 75% de las especies de aves y el 68% de las especies de mamíferos, y albergan el 80% de la biodiversidad terrestre mundial.
Una vez más, muchas de las especies que viven en este ecosistema siguen siendo desconocidas para el ser humano.
Recientemente, en los bosques tropicales del noreste de Madagascar, los científicos descubrieron una nueva especie de camaleón del tamaño de una semilla de girasol. Bautizada como Brookesia nana (o B. nana), esta especie sería el reptil más pequeño del mundo.
El descubrimiento de un reptil tan pequeño pone de relieve la increíble biodiversidad de los bosques de Madagascar, que por desgracia está en gran parte amenazada.
Los bosques y los océanos son, por tanto, los mayores reservorios de biodiversidad, pero también reservorios extremadamente frágiles debido a las actividades humanas, como demuestran los ejemplos anteriores.
La Lista Roja de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) es el inventario mundial del estado de conservación de las especies vegetales y animales.
En su última edición, la Lista Roja Mundial clasificó como amenazadas 40.084 especies de las 142.577 registradas en el mundo, es decir, ¡alrededor del 30% del total de especies!
Entre estas especies, podemos encontrar animales y ecosistemas que viven en el océano: la ballena azul, el pez luna o el coral.
Pero también especies que viven en los bosques: el rinoceronte de Java, el panda rojo o el mono narigudo de Borneo.
La interdependencia entre bosques y océanos destaca la importancia de proteger ambos ecosistemas para enfrentar el cambio climático y preservar la biodiversidad. La gestión sostenible de estos recursos es fundamental para asegurar su capacidad de capturar carbono y mantener el equilibrio climático.
En Argentina, los esfuerzos por implementar prácticas innovadoras y sostenibles deben intensificarse para enfrentar los desafíos actuales y futuros.
La colaboración internacional, el financiamiento adecuado y la conciencia pública son esenciales para lograr un manejo responsable de los bosques y océanos.
Solo mediante un compromiso conjunto y acciones concretas podemos garantizar la salud y la resiliencia de nuestro planeta.