Involucrarse hace la diferencia. También para salvar nuestros mares y con pequeñas decisiones informadas podemos hacer la diferencia para respetar el planeta y colaborar a tener un mundo mejor, con lugar para todas las especies.
Amamos los océanos pero ¿sabemos qué implica cuidarlos?
Como ciudadanos, deberíamos negarnos a ser cómplices de la masacre de la vida marina y de las graves violaciones de los derechos humanos cometidas para llenar las estanterías de nuestros supermercados.
Métodos de pesca destructivos están seguidos de violencia física y verbal, trabajos forzados, privación de libertad, métodos crueles de matanza de animales marinos, tiburones, rayas, tortugas en extinción o protegidas y falta de respeto absoluta a los sagrados arrecifes de coral: esto es lo que se esconde detrás de las latas de atún que se venden en los supermercados.
Es insoportable e inaceptable.
El tiempo de las declaraciones y los anuncios de Responsabilidad Social Empresarial se alarga demasiado ante la destrucción de los mares en las narices de todos.
Queremos medidas concretas y resultados tangibles! sobre todo desde empresas, con poder para lanzar programas asertivos de Responsabilidad social de las empresas, y claro, de parte de los gobiernos, que deben apoyar con políticas que acompañen.
Supermercados y océanos: ¿dónde está la relación?
Un distribuidor y supermercado, de primera cadena de supermercados de Europa, debería dar ejemplo con su gama de pescado, para que los consumidores puedan comprar productos a base de atún sin tener que sentirse culpables por participar en cadenas de producción industrial humanamente brutales y ecológicamente destructivas.
La idea es no estar librando una batalla en las góndolas para que las compras tengan algún filtro previo ya desde el lado de la empresa, que debería ofrecer productos con ciertas regulaciones y exigencias medioambientales.
Si los supermercados y cadenas se comprometen a adoptar y aplicar medidas urgentes para proteger los derechos humanos y la salud de los océanos, pueden dar la vuelta a la tortilla de la pesca industrial destructiva dando ejemplo de lo que puede hacer una multinacional verdaderamente responsable.
Exige, como individuo, consumidor y ciudadano, que estos grupos que dejen de vender atún procedente de pesquerías destructivas y cadenas de procesamiento irresponsables
Cuando compras atún en una tienda no deberías estar contribuyendo a destruir el océano y a pisotear los derechos humanos. Pero en ocasiones, eso es exactamente lo que ocurre.
Para llenar sus estanterías de conservas de atún, los supermercados recurren a pesquerías y plantas industriales de transformación con prácticas anti ecológicas y antisociales.
Los supermercados se hacen los distraídos ante el desastroso impacto de la industria del atún tropical, pescado en las lejanas aguas de África y el Pacífico.
Hoy en día, la pesca del atún tropical está asociada a violaciones intolerables de los derechos humanos: trabajo forzado, amenazas físicas y verbales, violencia sexual, servidumbre por deudas, retención e impago de salarios, condiciones de trabajo peligrosas, abusivas e inhumanas a bordo de los buques pesqueros, falta de atención sanitaria, malnutrición… La lista es larga y sórdida.
Estas violaciones generalizadas, graves y sistemáticas de los derechos humanos se combinan con prácticas pesqueras que destruyen los ecosistemas marinos, poniendo en peligro la supervivencia de los propios atunes tropicales… ¡Los atuneros industriales europeos pueden criar rabiles que ni siquiera han tenido tiempo de reproducirse!
Los pescadores industriales en general utilizan también herramientas tecnológicas como los FAD, balsas de altísimo rendimiento o dispositivos de concentración de peces que aglutinan a los peces bajo ellas y ocasionan una masacre de animales marinos, incluidas especies vulnerables como los tiburones sedosos y las tortugas marinas, que están en peligro de extinción.
Entre el 60 y el 90% de estas balsas flotantes son abandonadas en el mar, donde siguen atrapando vida marina, devastando los arrecifes de coral y contaminando el océano.
Las etiquetas autoproclamadas de “pesca sostenible“, como el MSC (Marine Stewardship Council), son notoriamente deficientes en sus normas ecológicas y sociales, pero éste es el tipo de herramienta que los supermercados utilizan erróneamente para eludir su responsabilidad.
Es por eso que como consumidor debemos rechazar el cinismo y la codicia de los minoristas que optan por hacer la vista gorda ante la intolerable brutalidad de la cadena de producción del atún y nos hacen cómplices del horror.
Los supermercados, distribuidores, con grandes cadenas de suministros, tienen un peso enorme.
Por eso, tienen el poder y el deber de exigir prácticas virtuosas a sus proveedores. Transformando sus políticas de compra, tienen el poder de cambiar todo el sector de la pesca industrial del atún.
¿Nos ayudas a reclamar, desde tu lugar, medidas urgentes?