El océano es un recurso precioso, por lo que es necesario prestar atención a las consecuencias de las acciones humanas para modificarlas de forma sostenible y defenderlo
El océano en su conjunto representa el pulmón de nuestro Planeta, ya que produce el 50% del oxígeno presente en la Tierra, absorbe más del 30% del CO2 y de su biodiversidad depende el 40% de la población mundial.
Por tanto, los océanos desempeñan un papel clave en muchos ámbitos: desde el abastecimiento hasta la regulación del clima y la absorción de carbono (mitigación del cambio climático), pasando por la extracción de recursos y el valor cultural que tiene para diversas sociedades.
Un patrimonio de incalculable valor que la humanidad debe defender y proteger y que -considerando los recursos naturales renovables y no renovables presentes en los mares y zonas costeras- se estima en 24 billones de dólares.
Estas estimaciones son por naturaleza aproximadas, ya que el verdadero valor de los ecosistemas marinos como «bien» es particularmente difícil de definir.
La riqueza del océano
El océano, que cubre más del 70% de la superficie mundial y representa el 97% de la presencia de agua en la Tierra, está sometido a presiones directas cada vez mayores, como las prácticas pesqueras insostenibles, la contaminación por plásticos y los vertidos industriales; y a presiones indirectas debidas a actividades que contaminan la atmósfera o el suelo.
La conservación y el uso sostenible de los océanos son principios en consonancia con el Objetivo 14 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, con la finalidad operativa de reducir la contaminación de diversos tipos y los efectos de la acidificación, regular la pesca, proteger la biodiversidad, aumentar los beneficios económicos de las prácticas sostenibles y garantizar a los pequeños pescadores artesanales el acceso a los recursos marinos.
Océano: uso sostenible e impacto
Un sector de gran impacto indirecto en los océanos es la agricultura, que consume el 72% del caudal de agua dulce.
Los fertilizantes y pesticidas se acumulan en el suelo y luego se vierten en ríos y mares a través del ciclo del agua.
Además, el exceso de nutrientes como nitrógeno, fósforo y potasio que llegan a las aguas oceánicas provoca impactos negativos, entre ellos la proliferación incontrolada de algas: un fenómeno llamado eutrofización que, al consumir todo el oxígeno del agua, deja sin vida vastas zonas marinas.
Las soluciones que pretenden reducir el uso de productos químicos en el sector agrícola son los cultivos de interior, como la agricultura vertical -que permite tener un entorno más controlado desde el microclima hasta el uso de recursos- y la Agricultura de Precisión.
La segunda necesidad es que el océano proporciona alrededor del 20% de las proteínas animales que se consumen en el mundo, por lo que es importante para la seguridad alimentaria evitar los residuos para garantizar la protección de las especies.
Las actividades pesqueras consumen combustibles fósiles para alimentar las embarcaciones y los sistemas de refrigeración, y posteriormente generan grandes cantidades de residuos, como redes dañadas, equipos y restos de pescado.
Las tecnologías que limitan estos impactos son las redes de pesca hidroacústicas e inteligentes, que sólo pueden capturar las especies deseadas. Además, las redes de pesca biodegradables tienen un menor impacto ambiental cuando llegan al final de su vida útil.
Como complemento de la pesca, la acuicultura es una de las soluciones más eficaces para la cría de peces y recrea un ecosistema controlado.
La acuicultura puede realizarse en el mar o cerca de la costa: en ambos casos es posible controlar la salud de los peces en tiempo real, mediante cámaras y algoritmos de inteligencia artificial.
En cambio, la acuicultura de interior tiene lugar en entornos cerrados en tierra firme y requiere el uso de tecnologías innovadoras, como el reciclaje y la recuperación de biomasa residual a partir de la cual es posible producir piensos caracterizados por un alto poder nutritivo.
Como en el caso de la carne de vacuno y porcino, la acuicultura celular también se aplica en el sector del pescado, proporcionando carne de pescado cultivada en laboratorio, libre de fármacos y de altas cualidades organolépticas.
Proteger los océanos: tecnologías facilitadoras
Para llevar a cabo actividades relacionadas con los océanos de forma sostenible, es necesario adoptar un enfoque innovador que integre tecnologías como el Internet de las Cosas Submarino, los Gemelos Digitales, la IA, la robótica, los vehículos autónomos y el blockchain, creando así el llamado «Océano 4.0».
Por ejemplo, con las redes de comunicación submarinas y la robótica es posible monitorizar las condiciones del agua en cuanto a temperatura, salinidad, acidez y niveles de contaminación, así como rastrear la fauna marina.
Para predecir el impacto de las actividades humanas y tomar decisiones sostenibles, los gemelos digitales crean réplicas digitales de los ecosistemas marinos.
Por último, la blockchain garantiza la trazabilidad, calidad y sostenibilidad de los productos pesqueros al registrar de forma segura y transparente todas las transacciones a lo largo de la cadena alimentaria, desde la captura del pescado hasta la compra por parte de los consumidores finales.