En sólo un mes, 30 cadáveres de ballenas francas aparecieron en las costas de la península de Valdés, un santuario de la Patagonia argentina al que acuden para reproducirse en esta época del año.
Según los científicos, su muerte se debió a una «marea roja», una floración de algas tóxicas.
Tras un mes de especulaciones, los científicos finalmente descubrieron la causa de la muerte de un número inusualmente elevado de ballenas francas australes frente a las costas de la Patagonia argentina.
Los cadáveres de 30 cetáceos aparecieron en las playas de la península de Valdés en menos de un mes, frente a los 45 de todo el año pasado.
Tras realizar las necropsias, los expertos llegaron a la conclusión de que la muerte se debió a una floración de algas tóxicas en el Golfo Nuevo, una “marea roja” que contiene biotoxinas -sustancias tóxicas producidas por microorganismos vegetales o animales- capaces de provocar la muerte de aves y grandes mamíferos marinos. Pero esto ¿podría prevenirse?
Eventos naturales vs negligencia en el océano
Situada a 1.400 kilómetros al sur de Buenos Aires, la península de Valdés es una serie de golfos protegidos que albergan actualmente un tercio de la población mundial de ballenas francas, estimada en 6.000 ejemplares, que acuden a reproducirse en sus tranquilas aguas.
Los cetáceos llegan en gran número en septiembre y permanecen hasta marzo, antes de regresar a aguas brasileñas.
Una decisión táctica, como la que toman muchas otras especies: aquí, en los recovecos costeros de la provincia de Chubut, las ballenas pueden alimentarse, reproducirse y criar a sus ballenatos. Para satisfacer sus necesidades vitales.
Este año, la tradicional hospitalidad de la península de Valdés se ha visto afectada por esta «marea roja» tóxica, cuya causa aún se desconoce. Para colmo, las afectadas son principalmente las hembras. Pero esto tiene una razón.
Estas toxinas han afectado principalmente a las hembras adultas, que absorben más plancton y moluscos en esta época por sus altos requerimientos energéticos, debido a la lactancia de sus crías.
Si bien esto no podía prevenirse, es una tragedia que nos enseña acerca de la importancia de los océanos y cómo sigue siendo una especie vulnerable a proteger.
La ballena franca austral, protegida en Argentina como monumento natural nacional, es una especie que ha logrado evitar la extinción tras un siglo de pesca comercial, es cierto, pero pese a su fortaleza, nos necesitan pues la naturaleza puede traer este tipo de fenómenos cada tanto.
Así, sigue siendo una especie vulnerable: su período de gestación es de casi tres años y, aunque su pesca está prohibida, los residuos plásticos, la navegación y los efectos del calentamiento global sobre los crustáceos de los que se alimenta son una amenaza constante.