En los últimos años, ha surgido un interés creciente en el impacto de la industria textil en la contaminación de los océanos, particularmente debido al rápido crecimiento del fast fashion. Este daño impacta en la vida marina, perjudicando a los corales, peces y otras especies acuáticas, y también pone en peligro a las comunidades humanas que se benefician de estos ecosistemas para sobrevivir.
De acuerdo con el Programa para el Medio Ambiente de la ONU, se arrojan al mar anualmente hasta 500.000 toneladas de microfibras plásticas, lo que es igual a más de 50 mil millones de botellas plásticas.
Gran parte de estos desechos plásticos proviene de la industria textil, una de las más contaminantes en el mundo. La producción de tejidos implica el uso de una gran cantidad de sustancias químicas, varias de las cuales acaban en los mares.
En naciones con normativas ambientales menos rigurosas, como algunas en Asia, donde se concentra la mayor parte de la fabricación de prendas de vestir, las fábricas de textiles suelen verter residuos peligrosos sin previo tratamiento.
Dentro de esta basura se encuentran colorantes y sustancias químicas como formaldehído, metales pesados, ftalatos y otros elementos peligrosos que pueden contaminar ríos y llegar al océano.
¿Cómo impacta la producción textil en los océanos?
Cada vez que se lavan telas fabricadas con materiales sintéticos como poliéster, nylon o acrílico, se liberan microplásticos que acaban en los sistemas de agua y, eventualmente, en los océanos. Estas fibras son tan diminutas que no pueden ser eliminadas por las instalaciones de tratamiento de aguas.
Junto con las microfibras, la industria textil contribuye a la contaminación oceánica con residuos tóxicos producidos durante la fabricación de prendas, como tintes y químicos empleados en la producción, sobre todo en naciones con normativas ambientales menos estrictas.
La contaminación de los ríos y mares por sustancias químicas puede poner en riesgo a las comunidades costeras y afectar la diversidad de especies marinas. En este sentido cabe destacar que los peces y moluscos que son consumidos por nosotros, consumen microfibras plásticas.
Esto quiere decir que estos elementos contaminantes no solamente dañan los ecosistemas marinos, sino que también pueden ingresar en la cadena alimentaria del ser humano, generando posibles riesgos para la salud, aunque aún se desconocen las repercusiones a largo plazo.
¿Qué es el fast fashion?
La moda rápida, o fast fashion por su denominación en inglés, ha empeorado la contaminación textil en los océanos. Este patrón consiste en fabricar prendas a precios bajos, con diseños que se renuevan constantemente para seguir las tendencias actuales y estimular la compra en grandes cantidades.
La ropa producida por marcas de moda rápida generalmente está confeccionada con fibras sintéticas, debido a que son menos costosas que las fibras naturales. El problema es que, debido a la mala calidad de estas prendas, los consumidores las usan sólo unas pocas veces antes de deshacerse de ellas.
Debido a esto, una gran cantidad de textiles acaban en basureros o, en el peor de los casos, son incinerados o arrojados al mar. Cada segundo, se calcula que un camión cargado de ropa es quemado o desechado en todo el mundo.
Estas acciones no solo producen desechos sólidos, sino que muchas de estas vestimentas, al estar hechas de materiales plásticos, no se descomponen naturalmente, provocando contaminación a largo plazo.
Actualmente, la preocupación radica en cómo abordar este problema en las comunidades más afectadas, dado que coincide con una crisis económica a nivel global. La clave no es obligar a los consumidores más vulnerables a adquirir prendas costosas, sino encontrar a los responsables en la cadena de valor para que se hagan cargo, creando productos sostenibles y filtrando químicos y desechos tóxicos.
Iniciativas y soluciones emergentes
Afortunadamente, existe una creciente tendencia hacia una moda más sostenible, la cual busca reducir dichos impactos en el medio ambiente. Algunas iniciativas incluyen:
- Innovación en materiales. Nuevas fibras biodegradables y ecológicas se están creando para reemplazar al poliéster y otras fibras sintéticas.
- Implementación de filtros para lavadoras que pueden atrapar microfibras antes de que lleguen al sistema de agua.
- Aplicación de tintes no dañinos, sin químicos peligrosos y con componentes naturales.
- Reutilización del agua en la fabricación de telas.
- Economía circular. El reciclaje de prendas de vestir es una tendencia mundial que incentiva el negocio de renta de ropa y venta de artículos de segunda mano.
A medida que los consumidores se vuelven más conscientes del impacto ambiental de la moda, las marcas y los gobiernos están respondiendo con regulaciones y nuevas tecnologías para disminuir la huella ecológica de la industria.
No obstante, todavía hay mucho trabajo por hacer y será necesario que tanto las empresas como los consumidores se comprometan a reducir el impacto negativo que la industria de la moda está teniendo en nuestros océanos y en el medio ambiente en general.