Cómo afecta la pesca industrial al Mar Argentino
Ships and boats in seaport on sunset

Cómo afecta la pesca industrial al Mar Argentino

 La pesca industrial, no regulada ni reportada, ocurre constantemente en alta mar, fuera del alcance de las autoridades.

Durante décadas, la pesca industrial ha ido saqueando los océanos de todo el planeta con el afán de obtener cada vez mayores capturas, y en definitiva, mayores ganancias. Pero los ecosistemas marinos están lejos de ser un recurso inagotable. Por el contrario, el impacto de los barcos pesqueros en los hábitats de las especies marinas se vuelve cada vez más evidente.   

A medida que la demanda de productos provenientes de los océanos aumenta, los métodos utilizados por la pesca industrial ocasionan consecuencias devastadoras. Por ejemplo, la sobrepesca de ciertas especies, que genera que ya no queden suficientes ejemplares adultos para reproducirse y conservar la población. 

Un gran ejemplo de ello es lo que está sucediendo con el atún, cuya población ha decaído de forma estrepitosa en los últimos 70 años. De hecho, un informe reciente de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), reveló que solo un 13% de las poblaciones mundiales de atún rojo han sobrevivido a la codicia de la industria pesquera internacional.

Por otro lado, las técnicas más arraigadas en las compañías pesqueras producen daños irreparables en los ecosistemas marinos. El paso de las embarcaciones es comparable con el de una topadora que no deja nada en su camino. La destrucción resultante tiene un impacto directo sobre la biodiversidad y la salud de estos hábitats tan importantes para el planeta en su conjunto. 

La técnica de arrastre, el caballito de batalla de la pesca industrial

Se calcula que la pesca de arrastre, una de las metodologías más utilizadas en los mares de todo el mundo, puede acabar con la vida de más de 30 mil ballenas y delfines al año como resultado de las mal llamadas “capturas accidentales”. Esta técnica consiste en desplegar enormes redes (del tamaño de una cancha de fútbol) y arrastrarlas por el fondo marino barriendo con todo a su paso.   

En ocasiones, la pesca accidental de especies que no son el objetivo principal de la actividad puede llegar al 90% de lo que la red recoge. Desde corales, crustáceos, peces, tortugas o tiburones, hasta grandes mamíferos marinos como focas, delfines, o ballenas. Pero además, las redes remueven los sedimentos del lecho marino, destruyendo por completo los hábitats de miles de organismos que viven allí y liberando sustancias como el carbono que vuelven el agua mucho menos habitable. 

Por el mismo efecto devastador que producen, estos equipos de arrastre se van moviendo hacia regiones cada vez más profundas. Y por donde sea que pasan, los científicos han comprobado que dejan los suelos marinos con un aspecto similar al que genera la desertificación en tierra firme. Por si esto no fuera suficiente, esta técnica de pesca origina un efecto dominó apocalíptico en las cadenas alimentarias de las especies marinas que altera todo el ecosistema. 

Los perversos descartes de las capturas accidentales

Cuando las redes de arrastre capturan especies que no son el objetivo principal del buque de pesca, la orden que tienen los empleados es devolverlos al océano. Pero lo que podría parecer un gesto misericordioso, en la vida real se vuelve un espectáculo macabro. Y es que la gran mayoría de los animales devueltos al mar están muertos. O lo que es aún peor, son arrojadas por la borda en estado moribundo. 

Los cadáveres de tortugas, peces pequeños y mamíferos marinos regresan al mar y se descomponen, generando un desequilibrio enorme en los ecosistemas afectados. Esto no solo afecta su biodiversidad, sino que puede alterar las estructuras de todo el sistema marino, poniendo en peligro a todos aquellos que depende de él.  

blue fishing net on a pontoon with its ropes and floats covered with morning frost

El gran vacío legal de las aguas internacionales

En el Mar Argentino existe una superficie de más de 5 mil kilómetros cuadrados que es sumamente codiciada por las empresas pesqueras. Conocida como Agujero Azul, este corredor se encuentra en la frontera entre las aguas nacionales y las internacionales. Esto provoca un vacío legal que es aprovechado por flotas de países como Corea del Sur, Taiwán o España. 

La falta de control del gobierno argentino ha llevado a organizaciones ambientalistas, como Greenpeace, a exigirles a las autoridades del mundo que se comprometan a proteger un 30% de los océanos del planeta antes de 2030. Para ello, recientemente se sancionó el Tratado Global de los Océanos, que busca crear santuarios marinos libres de pesca para cuidar los ecosistemas y recuperar a las especies amenazadas.