El huracán Otis, ocurrido a fines de 2023 en la costa pacífica de México, dejó una ola de devastación y tragedia en ciudades como Acapulco y otras áreas del estado de Guerrero. Con vientos que alcanzaron los 270 kilómetros por hora, solo 12 horas le bastaron a este fenómeno climático para convertirse en uno de los más terribles de la historia del país, evidenciando cómo el calentamiento global puede influir en la formación y la potencia de los huracanes.
En un principio, su rápida intensificación desconcertó a científicos y pobladores por igual. Sin embargo, los expertos del Centro Nacional de Huracanes de EE.UU. (NHC), pudieron explicar que el aumento de la intensidad de Otis fue propiciado por las aguas oceánicas excepcionalmente cálidas que encontró a su paso.
La influencia del cambio climático en la potencia del huracán Otis
El huracán Otis se formó como una tormenta tropical el 28 de septiembre de 2023. Pero rápidamente su intensidad y potencia fueron aumentando a medida que avanzaba hacia la costa de México. De esta manera, pasó de ser un fenómeno de nivel 1 a uno de nivel 5, ¡en menos de 12 horas!
Los expertos atribuyen este rápido fortalecimiento principalmente a las condiciones climáticas extremas que encontró en su camino. En especial, a las aguas cálidas del océano Pacífico, que pueden superar los 31 grados centígrados de temperatura, proporcionaron el combustible necesario para transformar a Otis en uno de los peores huracanes de la historia de México.
Y si bien El Niño es un fenómeno natural que desplaza aguas cálidas hacia el este del océano Pacífico, su interacción con el calentamiento global (que eleva la temperatura superficial del mar), contribuyó al aumento de las temperaturas oceánicas en la región. Esta combinación de factores creó un escenario de terror que fortaleció rápidamente al huracán.
Una nueva muestra de la influencia del cambio climático
La rápida transformación del huracán Otis sorprendió por completo a los meteorólogos y no permitió que las autoridades y la población pudieran prepararse para su llegada. Sin dudas esto contribuyó al gran saldo de daños que dejó a su paso. En total se contabilizaron más de 50 muertos y cerca de 16 mil millones de dólares en pérdidas materiales.
Lamentablemente, Otis es solo un ejemplo más de cómo el cambio climático puede impactar en la formación de los huracanes y otros fenómenos extremos. Organizaciones ambientales como Greenpeace han advertido una y otra vez a los gobiernos del mundo acerca de la urgencia de poner un fin al calentamiento global para prevenir esta clase de desastres naturales.
Además del aumento en la frecuencia y la intensidad de los huracanes, el cambio climático ha mostrado su rostro más aterrador desencadenando sequías, inundaciones y olas de calor mortales en varios puntos del planeta. Estos eventos climáticos extremos tienen consecuencias devastadoras no solo para el medioambiente, sino para toda la sociedad, ya que exacerban la pobreza, la inseguridad alimentaria y la pérdida de biodiversidad.
¿Cómo evitar que haya más Otis?
Si realmente se quiere prevenir la aparición de nuevos huracanes devastadores, solo queda un camino a seguir: reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Solo a través de la promoción del uso de energías renovables y de prácticas agrícolas sostenibles será posible poner un freno al calentamiento global y evitar que otros eventos climáticos extremos se cobren nuevas vidas.
Pero además, es importante que los gobiernos de países como México, Estados Unidos, y las islas del Caribe, más propensos a padecer esta clase de fenómenos, inviertan en infraestructura capaz de resistir los embates de los huracanes y fortalezcan sus sistemas de alerta temprana para proteger a las comunidades más vulnerables de futuros desastres naturales.