
Greenpeace Argentina alertó sobre las olas de calor marinas, una amenaza creciente que expone la fragilidad de los océanos frente a la crisis climática. Aunque suelen asociarse con temperaturas extremas en tierra firme, estos fenómenos también se manifiestan en el mar, revelando la profunda interconexión del sistema planetario. A medida que el calentamiento global se intensifica, estas olas de calor se multiplican en frecuencia y gravedad, afectando no solo a la vida marina, sino también a comunidades humanas enteras.
Una tendencia alarmante que no deja de crecer
Desde 1980, la cantidad de olas de calor en los mares se ha duplicado, y los datos más recientes indican un aumento exponencial. En los años 2023 y 2024 se registraron casi tres veces y media más días de estos eventos que en cualquier otro año documentado, de acuerdo con un estudio publicado por la revista Nature Climate Change. Esta situación se proyecta como un posible estado constante para muchas regiones oceánicas, en caso de que las emisiones contaminantes no disminuyan, según advierte el Consejo Climático de Australia. Estos episodios, lejos de ser circunstancias puntuales, tienen consecuencias profundas en la alimentación de millones de personas que dependen del mar como fuente principal de proteínas.
Impactos económicos y sociales más allá de la costa
Las secuelas de estas olas de calor marinas no se limitan a los ecosistemas marinos. La alteración en el hábitat de especies como la anchoa peruana durante el período 2023-2024 generó el cierre de diversas pesquerías comerciales. Esta situación provocó una pérdida económica estimada en 1.400 millones de dólares y obligó al Estado a intervenir con pagos compensatorios a los pescadores, según consigna la investigación de Nature Climate Change. A esto se suma un efecto colateral grave: el aumento del calor en los mares intensifica la formación de huracanes y eleva la cantidad de vapor en la atmósfera, lo cual puede desencadenar lluvias intensas que afectan a las ciudades tierra adentro. Comprender los mecanismos científicos de este fenómeno es fundamental para mitigar sus consecuencias.

Una definición clave para comprender el riesgo
Las olas de calor marinas son periodos de al menos cinco días consecutivos con temperaturas inusualmente elevadas que modifican dramáticamente el entorno. Sus efectos van desde el impacto directo sobre la biodiversidad marina hasta la alteración de comunidades costeras y la intensificación de fenómenos como ciclones e inundaciones. Estos episodios tienden a ser más prolongados que los equivalentes terrestres y abarcan zonas más extensas. El caso más devastador registrado se produjo en el norte del Océano Pacífico, donde millones de aves murieron como consecuencia directa de las temperaturas anómalas.
Los océanos ya no logran contener el calentamiento global
Los mares han sido hasta ahora los principales amortiguadores del calor provocado por la quema de combustibles fósiles, absorbiendo cerca del 90% de ese exceso térmico. Sin embargo, su capacidad de absorción está comenzando a agotarse. A medida que las temperaturas globales siguen en ascenso, los propios océanos sufren las consecuencias. El cambio climático está transformando estas olas de calor en eventos cada vez más frecuentes, duraderos y peligrosos. Este estrés térmico sostenido tiene el potencial de provocar daños irreversibles.

Efecto dominó sobre los ecosistemas marinos
Los impactos sobre el entorno marino son numerosos y graves. Estos eventos extremos amenazan con la desaparición de hábitats clave como los arrecifes de coral y los manglares, y generan el desplazamiento de especies hacia zonas más frías. Algunas especies de peces ven ralentizado su crecimiento, mientras que otras, como los moluscos inmóviles, sufren altos niveles de estrés. Además, aumentan las enfermedades entre los organismos marinos. El colapso de algas y pastos submarinos libera grandes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera. En los corales, estas olas de calor provocan blanqueamiento, un proceso que puede derivar en inanición, enfermedad o muerte si el calor se prolonga. Eventos de este tipo ya han sido documentados en Colombia, en la Gran Barrera de Coral australiana —donde desde 2016 ya se produjeron cuatro episodios masivos— y en los arrecifes de Ningaloo, también en Australia.
Frenar el deterioro oceánico por el cambio climático
La medida más eficaz para proteger a los océanos es acelerar la reducción de gases de efecto invernadero provenientes del carbón, el gas y el petróleo. También se vuelve vital fomentar la pesca responsable y preferir productos de origen certificado. Las pesquerías sostenibles, bien reguladas, contribuyen a minimizar el daño ambiental y protegen la fauna marina. Finalmente, es crucial que los gobiernos amplíen las áreas protegidas para crear zonas de refugio frente al avance del cambio climático y sus efectos sobre la biodiversidad marina.