El objetivo de esta nota, como de tantas iniciativas y programas alrededor del mundo, es explicar a los jóvenes la contaminación marina e implicarnos en la reducción de los residuos plásticos ¡pues el planeta necesita que las nuevas generaciones se involucren con intensidad!
Los océanos nos necesitan. Porque es mucho lo que está en juego: se calcula que cada año se vierten en las aguas del planeta 8 millones de toneladas de residuos plásticos como consecuencia de la actividad humana, el 80% de los cuales es de origen terrestre.
La ingestión de residuos plásticos flotantes por organismos marinos de todos los tamaños -plancton, peces, tortugas marinas y cetáceos- amenaza la biodiversidad marina al contaminar toda la cadena alimentaria.
Esta es una de las principales preocupaciones para realizar investigaciones sobre el tema.
En 2014, «Tara Méditerranée» estudió los efectos de la contaminación por plásticos en el ecosistema marino. En la misión «Microplastiques 2019», ha recorrido diez ríos europeos para rastrear las fuentes de esta contaminación, elaborando un informe alarmante: ¡el 100% de los ríos estudiados están contaminados por plástico!
La ciencia participativa al rescate del océano
Como prolongación de estas expediciones se tiene el deber de detallarel alcance y la naturaleza de la contaminación plástica y sus orígenes, al tiempo que sensibilizar a los jóvenes sobre la realidad de esta lacra en nuestras costas.
Aunque todos recordamos las imágenes de vórtices de residuos a la deriva en las aguas de los océanos Pacífico e Índico, esta realidad está muy lejos de la mente de nuestros hijos.
Por eso, distintas iniciativas alrededor del mundo, que parten de ONGs en general, pretenden acercarles esta realidad.
Realizas muchas veces en asociación con el Ministerio de Educación y en estrecha colaboración con científicos, estos programas, talleres o iniciativas educativas movilizan a los alumnos de secundaria en torno a un proyecto participativo de ciencia y recogida de residuos.
Playas y riberas bajo el microscopio
Se invita a alumnos y profesores a contribuir al inventario de la contaminación por plásticos, como verdaderos colaboradores de los científicos socios de las fundaciones y organismos dedicados al medio ambiente.
Siguiendo un protocolo preciso, recogen macrodesechos, mesoplásticos (partículas de plástico de 5 a 25 mm) y microplásticos (partículas < 5 mm) en la superficie y a 10 cm de profundidad, clasificándolos y registrando las cantidades y los tipos de desechos (redes de pesca, botellas y bolsas de plástico, corchos, vasos, pajitas y otras vajillas de un solo uso, bastoncillos de algodón, poliestireno, etc.).
Lo interesante de esta experiencia es que luego envían muestras de los trozos de plástico recogidos a laboratorios que analizan su composición química.
Luego, sus observaciones y muestras contribuyen a crear una base de datos sin precedentes sobre los materiales plásticos arrastrados por las mareas y las corrientes fluviales.
Una vez que los datos han sido validados por los científicos, se publican los resultados, los comentan y debaten distintas estrategias para hacerle frente a esta realidad.
Educar a los jóvenes en la reducción de los plásticos
El objetivo final es elaborar un mapa detallado de la contaminación por plásticos, conocer mejor sus orígenes y reflexionar sobre los medios para reducirla en el futuro.
La práctica científica es una excelente herramienta educativa para desarrollar la ecociudadanía y el compromiso de los jóvenes con el desarrollo sostenible.
Francia es el país pionero en este tipo de iniciativas que vale la pena replicar. Allí, solo entre el 2020 y el 2021, casi 7.000 alumnos de secundaria tomaron conciencia de la necesidad de proteger los océanos implicándose en la lucha contra la contaminación por plásticos.
¡Bravo por este nivel de concientización!