La contaminación por plásticos y el océano
Environmental pollution of plastic water bottle in the ocean

La contaminación por plásticos y el océano

La mayor parte de la contaminación por plásticos en los océanos procede de los ríos y acaba en nuestros océanos. Cada año llegan a nuestros océanos 8 millones de toneladas de residuos. 

De todos los residuos acuáticos presentes en el océano, los residuos plásticos son cada vez más frecuentes en nuestros océanos. 

Cada año llegan al océano 8 millones de toneladas de residuos plásticos procedentes de zonas continentales.

En algunas partes del mundo, el plástico representa hasta el 95% de los residuos marinos. Y la omnipresencia del plástico en los océanos se debe a una producción industrial cada vez mayor. 

En 1950, la producción mundial era de 1,5 millones de toneladas, frente a los 322 millones de toneladas de 2015 4. Este aumento de la producción se explica por el aumento de los residuos de plástico en los océanos.

Este aumento de la producción se explica por el hecho de que el plástico es un material barato, resistente y fácil de producir. 

Dura mucho más de lo que se utiliza, ya que una gran parte de su producción se destina a la fabricación de objetos de un solo uso. 

El plástico nunca se degrada por completo en el medio ambiente, sino que se descompone en pequeñas partículas apenas visibles a simple vista. Estos «microplásticos» son difíciles de detectar e imposibles de eliminar del medio natural.

¿Qué es un microplástico?

Ya sean de plástico, vidrio, tela o metal, todos los residuos son resultado de la actividad humana. Los residuos acuáticos se definen como cualquier material u objeto fabricado y utilizado por el hombre, que se desecha directa o indirectamente en medios acuáticos. Estos residuos, ya sean flotantes, varados o sumergidos, son sólidos y persistentes. 

Se clasifican según su tamaño en «macro-residuos» (> 5 mm) y «micro-residuos» (< 5 mm). 

¿De dónde proceden los residuos acuáticos?

La mayoría de los residuos proceden del interior y son transportados por el viento, la lluvia y los ríos hasta el océano (ciclo del agua). 

Cada año se vierten al océano entre 1,15 y 2,41 millones de toneladas de plástico procedentes de los ríos.

Durante las tormentas y las lluvias torrenciales, el nivel de los ríos sube y arrastra la mayor parte de los residuos que quedan en las orillas. En las ciudades, los sistemas de alcantarillado pueden saturarse y las aguas residuales verterse directamente en el medio natural. 

Sin embargo, los residuos también pueden verterse en las playas o en el mar como consecuencia de las actividades de acuicultura, pesca y navegación.

¿Qué ocurre con los  residuos una vez que llegan al océano?

Los residuos transportados por el viento, la lluvia y los ríos acaban llegando a los océanos. Una pequeña fracción de estos residuos llega a nuestras playas, mientras que la mayor parte se hunde antes de depositarse en el lecho marino.

Los residuos flotantes van a la deriva con las corrientes oceánicas, a veces a distancias impresionantes.

Entre estos residuos, el plástico es especialmente problemático para el medio ambiente porque se descompone en micropartículas bajo el efecto de los rayos UV del sol y la actividad bacteriana. 

Hoy en día, 5.000 billones de partículas de plástico flotan en nuestros océanos. Por ello, las corrientes oceánicas desempeñan un papel crucial en el transporte y la distribución de los residuos en el mar a escala mundial. 

Como consecuencia, algunos residuos pueden acabar en zonas donde la actividad humana es escasa o nula. Por ejemplo, en el Ártico pueden encontrarse grandes cantidades de residuos plásticos. Aquí, las corrientes oceánicas actúan como auténticas «vías navegables» para los residuos.

La problemática de la contaminación por plásticos en nuestros océanos se extiende más allá de simples cifras y estadísticas.

Estamos frente a una crisis medioambiental de magnitud global, impulsada por patrones de consumo no sostenibles y una creciente dependencia de materiales de difícil degradación. Los microplásticos y demás residuos acuáticos no solo son una amenaza para la fauna y flora marinas, sino que, al ingresar en nuestra cadena alimentaria, comprometen la salud humana y la de futuras generaciones.

La urgencia de abordar este desafío nos invita a repensar nuestra relación con el plástico, promoviendo prácticas más responsables y buscando soluciones innovadoras que minimicen su impacto.

El océano, ese vasto y misterioso ecosistema que cubre más del 70% de nuestro planeta, es un recordatorio constante de nuestra interconexión con la naturaleza y la necesidad de protegerla.

Como guardianes de este mundo azul, es nuestro deber actuar ahora para asegurar un futuro más limpio y sostenible.