Botella de plástico flotando en el mar rodeada de algas, vista desde una perspectiva submarina que muestra la contaminación marina.
Una botella de plástico contamina un ecosistema marino lleno de algas, reflejando el daño que los residuos de un solo uso causan en la biodiversidad oceánica.

 La crisis silenciosa: cómo el plástico está ahogando a los océanos

Los océanos se han convertido en el destino final de una invasión invisible pero devastadora. Más de cinco billones de fragmentos de plástico flotan actualmente en sus aguas, el 80 por ciento de los cuales tiene su origen en actividades humanas en tierra firme. Este material, que tarda siglos en desaparecer, no solo persiste en el medio ambiente, sino que causa estragos en la vida marina, tal cual han denunciado históricamente las organizaciones ambientalistas del mundo, como Greenpeace.

Plástico de un solo uso

A diario, miles de millones de personas emplean botellas, bolsas, cubiertos, pajitas y envases de plástico. Son elementos efímeros, con una vida útil extremadamente breve y un impacto ambiental que perdura. Al ser desechados, estos plásticos suelen terminar en vertederos o plantas de reciclaje, aunque frecuentemente acaban en el mar. Es importante comprender que una bolsa de plástico puede demorar más de 500 años en degradarse. Lo mismo sucede con una botella plástica. Durante el tiempo que demora la descomposición, los plásticos generan daños irreversibles en el medioambiente. De hecho, se considera que más de un millón de aves y cien mil mamíferos marinos mueren anualmente por este motivo.

Una magnitud difícil de cuantificar

Aunque lograr determinar la cantidad exacta de plástico en los océanos es una tarea compleja, investigaciones como la publicada en PLOS ONE revelan cifras escalofriantes, con más de cinco billones de piezas contaminando las aguas. La experta Helena Álvarez, advierte que cada año el mundo  genera 381 millones de toneladas de residuos plásticos, y que a cada minuto son arrojados al mar el equivalente a un camión repleto de desechos plásticos. Con todo, las proyecciones a futuro son incluso más alarmantes. Si no se actúa con eficacia, para el año 2050 habrá más plástico que peces en los océanos.

Cómo llega el plástico al mar y dónde se acumula

Según varios informes científicos, la gran mayoría de los plásticos marinos llegan al mar desde tierra firme. Sucede que las piezas plásticas son generalmente muy livianas, y terminan siendo arrastradas por el viento o las corrientes de agua hasta ríos y alcantarillas, desde donde llegan al océano. Las regiones costeras, en donde la actividad humana se intensifica, así como las tareas de pesca en altamar, también contribuyen a la contaminación. Diariamente, al mar son arrojadas redes de pesca y envases de todo tipo, además de los desechos que generan las plataformas petroleras. Todo ello genera una acumulación masiva de plásticos, que alcanza niveles exorbitantes, como los que se verifican en la denominada «isla de basura» del Pacífico, que ya supera las 80 mil toneladas de residuos flotantes.

Europa lidera un ranking preocupante

Datos de Oceana ubican a España como el país europeo que más plástico vierte al mar, con 126 toneladas diarias. Pero el problema es global: desde las aguas heladas del Ártico hasta las costas antárticas, ningún rincón del planeta escapa a esta contaminación. Helena Álvarez señala que los mayores culpables son los plásticos de un solo uso, diseñados para ser desechados tras un breve uso. Bolsas, botellas, vasos y envases de comida rápida encabezan la lista de los objetos más dañinos.

El impacto en la vida marina y en los humanos

Los animales marinos son víctimas directas. Es así como muchos mueren asfixiados por ingesta de plásticos, o por quedar atrapados en residuos. Se estima que 99 por ciento de lo residuos plásticos en el mar terminan finalmente en las profundidades. Por aún, los microplásticos ya han sido detectados dentro del organismo humano. Rocío Jiménez-Ramos, Luis G. Egea e Iñaki Abella Gutiérrez, investigadores de la Universidad de Cádiz, han explicado que estas macropartículas son capaces de transportar toxinas y llegar al torrente sanguíneo. Si bien todavía se desconocen los efectos a largo plazo, la presencia de plástico en el cuerpo humano es una realidad al menos inquietante.

Reducir, reutilizar y legislar

El consenso entre los expertos del mundo sostiene que la prioridad debería ser evitar que el plástico llegue al agua. Helena Álvarez subrayó que tan sólo el 9 por ciento de los plásticos producidos en el mundo son efectivamente reciclados. Así las cosas, la reducción y la reutilización resultan ser dos factores clave. El mundo debería ir hacia una legislación que prohíba los artículos de un solo uso y promueva un sistema de envases retornables. De igual modo, las empresas deberían ser responsables de la reducción del uso de embalajes plásticos y buscar alternativas sustentables.

Actualmente, existen varias iniciativas que trabajan en la extracción de plásticos que flotan sobre la superficie del agua, aunque su alcance es todavía muy limitado. Seguramente, una solución definitiva debería requerir un cambio a nivel individual. Que cada persona pueda optar por productos prácticos, pero sin plástico. Por ejemplo, utilizar bolsas reutilizables de tela. Son los consumidores del mundo quienes tienen, en última instancia, el poder de exigir y elegir un futuro donde el mar no sea un vertedero.