El cambio climático ha dado una nueva muestra de su poderío para alterar los ecosistemas del planeta. Un estudio llevado a cabo recientemente por científicos de la Universidad de Miami y expertos en análisis marinos y atmosféricos de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica estadounidense (NOAA, por sus siglas en inglés), reveló que el aumento de la actividad humana en la Antártida durante el último siglo, ha estado debilitando una corriente oceánica crucial para el océano Atlántico Norte.
De acuerdo con los especialistas, estas alteraciones están generando el calentamiento de las aguas profundas y el aumento del nivel del mar en todo el planeta, pero particularmente a lo largo de la latitud 16° Norte en el Océano Atlántico. William Johns, uno de los autores del estudio, explicó que el calentamiento ha alcanzado zonas ubicadas a miles de kilómetros de este punto, en las todas direcciones y a más de 5 mil metros de profundidad.
¿Cómo influye el cambio climático en las corrientes oceánicas?
El cambio climático está alterando el delicado equilibrio del que dependen las corrientes oceánicas para funcionar correctamente. El aumento de las temperaturas globales generado por el uso de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo o el gas natural, está provocando el derretimiento del hielo marino en la Antártida.
Esto hace que se libere agua dulce y menos densa en los océanos del planeta, dificultando el proceso de hundimiento del agua fría y debilitando a las corrientes oceánicas. Como consecuencia directa, la distribución del calor en todo el mundo se está viendo cada vez más alterada. Sin ir más lejos, el estudio de la NOAA demostró que en las últimas dos décadas la corriente de agua fría que va desde las profundidades de la Antártida, hasta el Atlántico Norte se ha debilitado un 12%.
¿Cómo funcionan las corrientes oceánicas y por qué son importantes para el planeta?
Las corrientes oceánicas funcionan de un modo similar a los ríos. Pero en vez de transportar agua dulce, llevan calor, nutrientes y dióxido de carbono alrededor del mundo. Estas masas de agua en constante movimiento cumplen funciones importantísimas para el planeta, por ejemplo, ayudando a regular el clima global, redistribuyendo la energía y manteniendo el equilibrio en los ecosistemas marinos.
Una de las más importantes, por su influencia en océanos como el Atlántico, el Pacífico y el Índico, es la Circulación Meridional de Inversión del Atlántico (AMOC). Esta corriente oceánica funciona como una cinta transportadora que lleva agua fría y densa desde las profundidades del Océano Austral hacia el Atlántico Norte.
A medida que esta agua de baja temperatura y llena de sales asciende a la superficie, va liberando calor a la atmósfera, calentando las regiones de Europa y América del Norte. Este proceso resulta fundamental para regular el clima en estas zonas del globo, volviéndolas más habitables. Pero a medida que las actividades humanas (en especial la quema de combustibles fósiles y la contaminación) alteran la temperatura del agua, la salinidad y la topografía del fondo marino, el flujo normal de esta corriente puede alterarse, generando consecuencias terribles para el clima y la supervivencia en la Tierra.
¿Cuáles son las consecuencias del debilitamiento de la AMOC?
Científicos y miembros de organizaciones ambientalistas como Greenpeace y Oceana vienen alertando desde hace años sobre las terribles consecuencias de la contaminación atmosférica en todo el planeta, y el debilitamiento de la AMOC es una de ellas. Además de producir un aumento significativo del nivel del mar, este fenómeno podría alterar los patrones de precipitación y tormentas en Europa y América del Norte, intensificando eventos climáticos extremos como sequías e inundaciones.
Es por eso que este estudio de la NOAA y la Universidad de Miami debe ser tomado como una nueva advertencia por las autoridades de todo el mundo. Es tiempo de que los gobernantes trabajen en conjunto para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero e implementar medidas que contribuyan al traspaso hacia energías sostenibles como la solar o la eólica.
A menos que se comience ya mismo a combatir el cambio climático, el futuro de las corrientes oceánicas como la AMOC, la Corriente del Golfo o la Corriente Circumpolar Antártica y, en consecuencia, el equilibrio del planeta, será imposible de predecir.