¿Sabías que en Argentina existen bosques submarinos capaces de combatir el cambio climático? Ubicados en las costas de la Península Mitre, en la provincia de Tierra del Fuego, estos bosques están conformados por algas gigantes cuyo nombre científico es Macrocystis pyrifera, aunque los locales las conocen como cachiyuyos.
Las Macrocystis pyriferas pueden llegar a alcanzar los 40 metros de largo y se extienden bajo la superficie oceánica formando asombrosos bosques marinos que sirven de hogar a una amplia variedad de especies (muchas de ellas endémicas), desde tiburones y delfines, hasta rayas, centollas y calamares.
Pero además de ser importantes por su magnífica biodiversidad marina, estos bosques de macroalgas, también conocidos como bosques de kelp, cumplen un rol vital para la vida en la Tierra, ya que contribuyen a mitigar el cambio climático. Así lo afirma una investigación llevada a cabo recientemente por el biólogo marino Cristian Lagger.
A fines de 2022, este investigador del Conicet y Director de la Fundación Por el Mar, dirigió una exploración financiada por la National Geographic Society que buscaba comprender la influencia de estos bosques en la mitigación del calentamiento global. El informe elaborado por el equipo de científicos reveló que estos ecosistemas submarinos son capaces de almacenar grandes cantidades de carbono, lo que los vuelve esenciales en la lucha contra el cambio climático.
¿Cómo contribuyen los cachiyuyos a combatir el cambio climático?
Los bosques de cachiyuyos de Tierra del Fuego desempeñan un papel crítico en el ciclo del dióxido de carbono (CO2), uno de los gases de efecto invernadero que más contribuye al calentamiento global. Estas enormes algas marinas son capaces de absorber y almacenar lo que los científicos denominan “carbono azul”, es decir, el que es capturado por los ecosistemas marinos.
Esta clase de carbono se diferencia del “carbono verde”, que es el que absorben los ecosistemas terrestres. La ventaja de los bosques de macroalgas de la Península Mitre, así como de otros ecosistemas marinos como los manglares o los estuarios marinos, es que son capaces de retener hasta 10 veces más cantidad de este gas contaminante para la atmósfera.
Por lo que las 350 hectáreas de cachiyuyos multiplicarían 10 veces la cantidad de carbono absorbida, por ejemplo, por esa misma superficie si estuviera ubicada en medio de la selva amazónica. Además, gracias a que contienen menos oxígeno, los bosques marinos del sur argentino pueden retener ese carbono durante varios siglos.
El peligro que afrontan los bosques de macroalgas a nivel mundial
Se calcula que a nivel mundial, estos ecosistemas tan importantes para la vida en la Tierra representan un 30% de las zonas costeras. Lamentablemente, y a pesar de su importancia en la lucha contra el cambio climático, los bosques marinos de todo el mundo se enfrentan a múltiples amenazas que ponen en riesgo su supervivencia.
Factores como la contaminación con plásticos, la sobrepesca y la pesca ilegal, la degradación de las costas por la actividad turística y el aumento de la temperatura del agua han contribuido a la desaparición de gran parte de estos ecosistemas submarinos a nivel mundial.
Por otro lado, las emisiones indiscriminadas de gases contaminantes, producto de la quema de combustibles fósiles derivadas de las actividades humanas como las industrias o el transporte, han generado condiciones en el agua marina que impiden la conservación de las macroalgas. Debido al rol tan importante que tienen estos ecosistemas para absorber dióxido de carbono, esto genera un efecto dominó que exacerba el cambio climático.
Además, la pérdida de estos bosques sumergidos tiene un impacto directo en la biodiversidad marina, ya que muchas especies dependen de estos ecosistemas para vivir, alimentarse y reproducirse.
Península Mitre, la nueva Área Natural Protegida
Gracias a la investigación de Lagger y su equipo de expertos, y tras casi 30 años de batalla de organizaciones ambientalistas como la Fundación Por el Mar y Greenpeace, la Legislatura Provincial de Tierra del Fuego aprobó el proyecto para convertir a la Península Mitre en un Área Natural Protegida. Este es un gran paso para preservar esta región tan significativa.
Pero además, es una muestra de cómo las investigaciones científicas pueden echar luz sobre la importancia de cuidar el medioambiente. Ahora solo resta aprovechar esta declaración de interés ecológico para continuar invirtiendo en la exploración de estos ecosistemas. De esta forma se podrán desarrollar mejores estrategias para su conservación y será más fácil predecir los impactos que su pérdida y la de otros sitios similares significarían para la vida en el planeta.