Océanos: hora de cambiar

Océanos: hora de cambiar

Los océanos están comenzando a recibir la atención que merecen desde hace tiempo pero que no siempre han recibido. De hecho, el Objetivo de Desarrollo Sostenible Internacional establecido especifica la necesidad de conservar y utilizar de forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible. Veamos de qué se trata. 

Esta es la primera vez que la comunidad internacional incluye los océanos en su agenda de desarrollo, y es un testimonio de la visión ambiciosa y holística que los países están adoptando para abordar los problemas y encontrar soluciones. 

Con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), están expresando su deseo de un futuro en el que la gobernanza de la naturaleza impulse las economías, aumente el bienestar y salvaguarde los medios de vida, en Washington y Nairobi, en la tierra y en los mares.  

Hace quince años, los países se reunieron en la ONU para definir un conjunto de objetivos sin precedentes, los Objetivos de Desarrollo del Milenio. 

Desde entonces, el número de personas que viven en la pobreza extrema se ha reducido a menos de la mitad. Pero los océanos no estaban incluidos en estos objetivos. 

Ahora tenemos la oportunidad de abordar esta cuestión a escala mundial y trabajar para restablecer la salud de los océanos, promoviendo al mismo tiempo economías fuertes y comunidades prósperas.

Ya era hora. Hasta ahora, se ha descuidado más del 75% de la superficie terrestre, con todas las consecuencias conocidas: océanos transformados en vertederos, arrecifes de coral degradados, sobrepesca en aguas donde la temperatura aumenta, hábitats destruidos, fenómenos climáticos extremos, etc. 

El reciente informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), titulado Living Blue Planet Report, presenta datos que confirman este sombrío panorama. Muestra, por ejemplo, que la población de vertebrados marinos disminuyó un 49% entre 1970 y 2012.

Una de las metas del ODM 14 es garantizar que los pequeños Estados insulares se beneficien más de las ventajas económicas de la explotación sostenible de los recursos marinos. Son precisamente estos países los que han trabajado duro para incluir los océanos en la agenda del desarrollo. Dependen de los océanos para su seguridad alimentaria, y su propia existencia se ve amenazada por el cambio climático. 

Ya se ven directamente afectados por la subida del nivel del mar, los fenómenos meteorológicos extremos, el calentamiento de las aguas y la acidificación de los océanos. 

Los peces que sustentan sus medios de vida están migrando a otras aguas, y las playas de las que obtienen ingresos del turismo están desapareciendo gradualmente.

Otra meta del ODM 14 exige poner fin a la sobrepesca, la pesca no regulada y otras prácticas destructivas, con el fin de recuperar las poblaciones de peces. La competencia entre países, la carrera por ver quién pesca más, es cosa del pasado. 

Por muy profundos y vastos que parezcan nuestros océanos, sus recursos no son ilimitados. 

Para que se produzca el cambio, hay que dar prioridad a los pescadores artesanales, que emplean a la mayoría de la mano de obra mundial y realizan la mitad de las capturas, pero que sufren por su falta de acceso a la financiación y a los recursos pesqueros.

También debemos prevenir y limitar la contaminación marina, incluidos los residuos en el mar, preservar al menos el 10% de las zonas marinas y costeras y minimizar la acidificación de los océanos.

La cantidad de trabajo que hay por delante es colosal. El Banco Mundial se ha comprometido a ayudar a los países costeros e insulares a «invertir la marea» a su favor, mediante inversiones sostenibles que protejan y aumenten el valor del capital natural.

Alrededor del 40% de la población mundial vive a menos de 100 kilómetros de una costa, y más del 60% del producto nacional bruto (PNB) mundial se produce cerca del mar. 

Trabajamos con los pescadores artesanales y el sector público para mejorar el potencial productivo de las economías marinas, así como para reconstituir las poblaciones de peces, y fomentamos el desarrollo de una acuicultura sostenible. 

El informe The Sunken Billions y las conclusiones preliminares de nuestro estudio The Sunken Billions Revisited, muestran que la mala gestión de la pesca supone una pérdida de ingresos de entre 50.000 y 100.000 millones de dólares al año. 

Por lo tanto, hay un margen considerable para lograr ganancias en el crecimiento económico restaurando la salud de los recursos oceánicos y gestionándolos mejor. Podemos hacer frente a estos retos.

Por ejemplo, en Indonesia, se ha trabajado con más de 350 comunidades locales para proteger los arrecifes de coral y mejorar las prácticas pesqueras. 

Estos arrecifes de coral están ahora creciendo, al tiempo que aumentan los ingresos de los pescadores. 

La tercera fase de este proyecto pretende institucionalizar la planificación de la protección de los arrecifes y mejorar el bienestar de las poblaciones costeras. 

En el Caribe, las catástrofes naturales tienen un enorme coste para la industria pesquera. En colaboración con el Departamento de Estado de Estados Unidos, el Banco intenta aumentar el número de poblaciones dependientes de la pesca aseguradas contra el riesgo de catástrofes. 

Está fomentando la proliferación de estos planes de seguros y la mejora de su calidad, además de prestar asistencia a los Estados insulares.

En Liberia y Sierra Leona, gracias a nuestro Programa Regional de Pesca para África Occidental, la explotación de los recursos pesqueros está contribuyendo a reducir la inseguridad alimentaria provocada por la epidemia de ébola. 

Con el apoyo del Banco Mundial, Liberia ha logrado reducir la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada en sus aguas, como muestran recientes imágenes por satélite.

La comunidad internacional está despertando al hecho de que solo tenemos un planeta, y que este planeta no tiene reservas de tierra ni de agua. 

La salud de nuestros océanos y nuestro futuro común están inextricablemente unidos. Espero que el ODS 14 ayude a los países, las empresas y las personas a prestar atención a las señales vitales que envían los océanos, y a invertir e innovar. Por el bien de todos.