Por qué debemos salvar los océanos

Por qué debemos salvar los océanos

¿Qué mejor lugar que la ciudad sudafricana de Ciudad del Cabo para considerar el caso de los océanos? ¡Te contamos qué pasó en la Comisión Mundial de los Océanos con este majestuoso y privilegiado telón de fondo!

Ocurrió la primera Comisión Mundial de los Océanos. Pero ¿de qué se trata?

Este nuevo grupo internacional independiente y de alto nivel se ha fijado como objetivo encontrar soluciones al reto de la protección de alta mar.

Cuando el Ministro sudafricano Trevor Manuel invitó a tanos especialistas a formar parte de la Comisión nadie dudó.

Los problemas y el valor de los océanos se lo merecen y hubo coincidencia absoluta entre científicos y miembros de fundaciones, expertos y demás actores al frente de acciones para preservar los mares de todos los rincones del mundo. 

Por otro lado, este impulso se halla en consonancia con otros de gran envergadura: en el Banco Mundial se trabaja para poner en marcha la Alianza Mundial por los Océanos (GOP), una coalición de más de 125 grupos que pretenden reforzar la inversión y la colaboración para mejorar la salud de los océanos, con el objetivo de reducir la pobreza.

La Comisión Mundial de los Océanos se creó el 12 de febrero de 2013. Su misión es desarrollar ideas y crear coaliciones internacionales para detener la degradación de la alta mar, la parte de los océanos situada fuera de las zonas de jurisdicción nacional. Y todos los años, crece. 

La Comisión es un complemento perfecto para esta Alianza para los Océanos, que se centra en apoyar a los países en sus esfuerzos por gestionar las aguas costeras.

El mayor reto podría decirse que es convencer de la importancia de los océanos a unos gobiernos ya muy ocupados con sus propios asuntos de política interna.

Y para esto se necesita que presten atención a los enriquecedores y numerosos discursos científicos y los datos económicos, que son contundentes. 

Seamos claros, los hechos están ahí. Si no actuamos, el futuro de los océanos, y por tanto el nuestro, no es nada halagüeño.

En resumen: en los países en desarrollo, el pescado es la principal fuente de proteínas para mil millones de personas, y 350 millones de puestos de trabajo dependen de la salud de los océanos. 

Sin embargo, el 57% de los recursos pesqueros de los océanos se explotan al máximo y alrededor del 30% están sobreexplotados, agotados o en vías de recuperación. 

Una proporción cada vez mayor de importantes hábitats marinos, como arrecifes de coral, manglares y praderas marinas, están siendo destruidos o degradados. Le animo a ver este vídeo para comprender mejor la situación.

Los problemas a los que se enfrentan los océanos son tanto globales como locales. Nos afectarán a todos muy rápidamente, vivamos donde vivamos. 

Son esencialmente provocados por el hombre, causados por la sobrepesca, la pérdida de hábitats, la contaminación y la acidificación y el calentamiento debidos al cambio climático. 

Sin embargo, no faltan tratados y compromisos internacionales para resolver estos problemas.

No obstante, la génesis del Derecho del Mar, la naturaleza de muchos de los tratados y el gran tamaño del océano dificultan la aplicación de normas de buena conducta. 

Por el contrario, la tendencia predominante hoy en día es que las naciones se lancen a una carrera por los recursos oceánicos, ignorando a menudo las consecuencias.

Pero no todo es pesimismo. Se están haciendo progresos y las poblaciones de peces pueden recuperarse si tenemos la voluntad de actuar con rapidez.

Por eso es tan oportuna la labor de la Comisión Mundial de los Océanos. Junto con la Alianza Mundial por los Océanos y otras iniciativas, cada uno desde su lugar, debemos concienciar y pedir medidas urgentes para recuperar la salud de los océanos. 

Se trata de un reto global que debe y puede afrontarse, con enormes beneficios para los países costeros e insulares de todo el mundo.