La energía marina es una de las fuentes de energía renovable más prometedoras. Junto con la eólica y la solar, esta fuente de energía podría ayudarnos en la transición hacia una electricidad más sostenible. He aquí un vistazo a esta industria emergente y a sus promesas en términos de transición ecológica.
¿Qué es la energía marina?
El océano y el mar están en perpetuo movimiento. Mareas, olas, corrientes… Todos estos movimientos son potenciales generadores de energía. Una vez que conseguimos transferir esta energía a un generador, podemos producir electricidad.
La idea de producir electricidad a partir del océano no es nueva. Los primeros prototipos de instalaciones destinadas a almacenar la energía de las olas se desarrollaron hace unos cien años.
Tras muchas décadas de decepción en este campo, fue finalmente en los años 70, con la crisis del petróleo, cuando resurgió el interés por esta fuente de energía. Los primeros sistemas para producir energía a partir de la fuerza de las mareas se desarrollaron en Francia hacia 1966.
Desde los años 90 y la aparición de la crisis energética y climática, el interés por las fuentes de energía marinas ha crecido rápidamente.
En términos generales, las energías marinas se dividen en 5 categorías (ordenadas de menor a mayor potencial energético):
- La energía mareomotriz, que se basa en la energía de la subida del agua durante la marea.
- Energía de las corrientes marinas, que se basa en el movimiento de las corrientes marinas.
- Energía «osmótica», basada en los diferenciales de presión que se producen en los estuarios como resultado de la ósmosis (el agua salada se encuentra con el agua dulce).
- La energía térmica oceánica, que aprovecha los movimientos térmicos de las aguas oceánicas
- La energía undimotriz, basada en la energía de las olas.
- También existe la energía eólica marina (que no es propiamente energía marina) y la biomasa marina.
En conjunto, estas fuentes de energía podrían producir entre 20.000 y 80.000 terrawatt-hora de electricidad al año.
Esto representa alrededor del 80% de la energía total consumida en el planeta en 2014. Teóricamente, si fuéramos capaces de aprovechar energéticamente tan solo el 0,1% de las olas del planeta, sería posible cubrir todo el consumo eléctrico del planeta, según las previsiones de la Comisión Europea.
Energías marinas: ¿en qué punto nos encontramos?
Por supuesto, aún estamos muy lejos de producir tanta energía a partir de los océanos. De hecho, sólo el 2% del litoral mundial es actualmente apto para la producción rentable de energía marina.
En la actualidad, la energía marina representa sólo el 0,2% de la energía renovable producida en todo el mundo, muy por detrás de la solar, la eólica, la hidráulica e incluso la biomasa.
El Reino Unido es uno de los países más avanzados en materia de energía marina. Con una capacidad instalada que por sí sola supera la del resto del planeta, el Reino Unido prevé crear casi 10.000 puestos de trabajo en el sector de las energías marinas de aquí a 2020.
Otros países con un enorme potencial son Australia, que por sí sola podría producir 1.300 terrawatios-hora al año sólo aprovechando la energía de las olas de la zona de Geraldton, cerca de Tasmania.
Estados Unidos y Canadá, con sus extensas costas, también podrían beneficiarse del desarrollo de la energía marina.
Además, la caída del precio del petróleo (y la consiguiente disminución de la rentabilidad de las inversiones en combustibles fósiles), si continúa, podría animar a los fabricantes a financiar proyectos de energías renovables en estos dos países.
Corea del Sur es también uno de los países más prometedores en materia de energía marina: en los últimos años, el país se ha centrado en la energía mareomotriz, con una granja que desarrolla casi 260 MW.
Obstáculos al desarrollo de las energías marinas
Como muchas energías renovables, la energía marina está sujeta a un desarrollo anárquico. Algunos períodos parecen muy favorables, mientras que en otros las inversiones se ralentizan.
Esto se debe en gran parte a una relación ambigua con el precio del petróleo: por un lado, cuando el precio del petróleo es demasiado alto, esto incita a los industriales a buscar nuevas fuentes de energía que explotar.
Es lo que ocurrió en los años 70 durante el primer boom de las energías marinas. Pero, por otro lado, la caída de los precios del petróleo también anima a los inversores a alejarse de los combustibles fósiles y buscar nuevas fuentes de beneficios.
En la actualidad, el coste de producción de las energías marinas sigue siendo demasiado elevado para ser una inversión rentable.
Por tanto, es el papel de los gobiernos y los reguladores el que definirá en mayor medida el desarrollo de las energías marinas: si la normativa impone un desarrollo diversificado de las energías renovables, los proyectos podrían desarrollarse.
Por otra parte, las energías marinas están aún en fase de prueba y evaluación en cuanto a su impacto medioambiental: degradación de los paisajes, consecuencias para la fauna y la flora marinas, alteración de los ecosistemas, etc.
Las consecuencias de las instalaciones necesarias para producir energías marinas son aún poco conocidas y controladas, como demuestra el ejemplo de las instalaciones mareomotrices surcoreanas, a menudo criticadas por su impacto en el ecosistema.
Las energías marinas representan por tanto un enorme potencial de desarrollo, ya que podrían cubrir una parte muy importante de las necesidades mundiales de electricidad, pero su desarrollo es aún incierto.
Entre los problemas de rentabilidad y de impacto medioambiental, queda mucho camino por recorrer. No obstante, se están desarrollando proyectos, y en breve presentaremos las 5 iniciativas más prometedoras para poner en marcha esta «revolución azul».
¡Acompáñanos a pensar un planeta más sostenible de la mano de estas ideas!