Científicos descubren un océano subterráneo a 600 kilómetros de profundidad

 Científicos descubren un océano subterráneo a 600 kilómetros de profundidad

Un grupo de científicos estadounidenses pertenecientes a las universidades de Nuevo México y Northwestern realizaron un hallazgo asombroso: la existencia de un enorme océano subterráneo ubicado a 600 kilómetros por debajo de la superficie terrestre en territorio norteamericano. De acuerdo con el geofísico Steve Jacobsen, quien lideró el estudio, se trata de la mayor reserva de agua dulce del planeta. 

Mediante avanzadas técnicas sismológicas, los científicos pudieron determinar que esta colosal fuente de agua se encuentra atrapada entre las rocas de un mineral conocido como ringwoodita, por lo que acceder a ella representaría considerables dificultades técnicas. Sin embargo, este descubrimiento permitiría a los expertos comprender mejor los procesos geológicos y el ciclo del agua en los océanos del planeta. 

¿Cómo fue que se descubrió este océano subterráneo? 

El proceso de investigación comenzó hace 10 años, en 2014, cuando los científicos Steve Jacobsen y Brandon Schmandt identificaron bolsas de magma en lo que en geología se denomina como “zona de transición”. Las bolsas de magma sirvieron de indicador a los expertos de que podría haber agua en esta área que se encuentra entre los 400 y los 600 kilómetros de profundidad de la Tierra. 

Años más tarde, en 2022, el equipo conformado por sismólogos y geólogos de las universidades de Nuevo México y Northwestern descubrió un tipo de diamante conocido como ringwoodita durante una excavación en Botsuana (África). Este mineral, que posee una estructura cristalina, tiene la capacidad de absorber hidrógeno y actúa como una esponja absorbiendo agua y reteniéndola, incluso en las condiciones extremas del manto profundo del planeta.

Esta particular característica de la ringwoodita permite que el agua exista en una forma no convencional, atrapada dentro de su estructura molecular. Esto quiere decir que el agua no existe dentro del mineral en ningún estado conocido por el hombre (ni líquido, ni sólido, ni gaseoso), sino que lo hace de un modo único, interactuando con el manto rocoso.

¿Por qué este hallazgo es tan importante para la humanidad?

De acuerdo con Jacobsen, este descubrimiento podría ayudar a explicar la gran cantidad de agua líquida presente en la superficie de la Tierra, en comparación con otros planetas como Marte y Venus. Pero además, la presencia de agua en el manto podría contribuir a conocer cómo se desarrollan fenómenos como el movimiento de las placas tectónicas o la actividad volcánica.

Es por eso que la investigación publicada en la revista científica Science tiene implicaciones enormes tanto para la geología como para la comprensión de la distribución del agua en el planeta. De hecho, la existencia de una reserva tan grande de agua en el centro de la Tierra sugiere que los océanos podrían tener un origen distinto del aceptado hasta el momento por la comunidad científica. 

El sismólogo de la Universidad de Nuevo México, Brandon Schmandt, considera que este hallazgo indicaría que el agua de los océanos no llegó a través de meteoritos cargados con moléculas de H2O, sino que podría haber llegado a la superficie desde el centro del planeta. 

Tan cerca, tan lejos

El conocimiento de la existencia de una fuente de agua dulce tan amplia bajo el territorio de América del Norte, en momentos en los que el planeta atraviesa una crisis hídrica terrible, debería ser un motivo de alegría. Sin embargo, los científicos explican que su extracción utilizando la tecnología disponible actualmente resulta prácticamente imposible. 

Esto no quiere decir que, en un futuro, no puedan surgir investigaciones capaces de desarrollar nuevas tecnologías que permitan acceder a estas reservas. Y por otro lado, este hallazgo podría inspirar nuevas investigaciones sobre otras reservas subterráneas en diferentes partes del mundo.

Mientras tanto, organizaciones ambientalistas como Greenpeace y Oceana, siguen abogando por proteger los recursos que todavía se encuentran al alcance de los seres humanos. La única manera de lograr que las futuras generaciones de científicos puedan descubrir cómo llegar hasta los océanos subterráneos, es garantizando que los océanos de la superficie sobrevivan. Y para ello es necesario dejar de contaminarlos y poner fin al cambio climático.