
En las profundidades del Pacífico oriental, un grupo de investigadores de Chile y China se prepara para un reto que podría cambiar la comprensión de la vida en los océanos. Su objetivo es descender hasta 8.000 metros en la fosa de Atacama, una de las más extensas del mundo, para buscar organismos que sobreviven gracias a la quimiosíntesis, un fenómeno que convierte compuestos químicos en energía. Este viaje, que recorrerá alrededor de mil kilómetros y visitará unos 50 puntos distintos, se prolongará durante dos o tres meses y promete ofrecer una visión inédita de los ecosistemas más profundos y remotos de la Tierra.
El aprendizaje de las expediciones anteriores en el Pacífico occidental
La iniciativa se inspira en exploraciones recientes en el Pacífico occidental, donde los científicos pudieron constatar la existencia de comunidades complejas de vida en zonas oscuras y presurizadas. En 2022, el mismo equipo del Instituto Milenio de Oceanografía (IMO) de la Universidad de Concepción realizó una primera inmersión con tripulación humana, pero el alcance fue limitado: apenas se pudieron explorar dos sectores y recolectar información parcial. Ahora, con la colaboración del Instituto de Ciencias e Ingeniería de Aguas Profundas (IDSSE) de China, los investigadores esperan superar esas limitaciones y reunir material que permita estudiar organismos desconocidos, así como los procesos que originan terremotos y tsunamis, como el de 8,8 de magnitud que afectó la península de Kamchatka en 2022.

El sumergible Fendouzhe y los desafíos de la exploración hadal
El corazón de la misión será el sumergible tripulado Fendouzhe, capaz de alcanzar los 11.000 metros de profundidad, diseñado para resistir la enorme presión de la zona hadal durante varias horas seguidas. Entre el 8 de julio y el 17 de agosto de 2024, esta nave ya se probó en las aguas de Kamchatka, donde los científicos identificaron moluscos bivalvos y gusanos poliquetos que viven sin luz, gracias a la simbiosis con microbios que transforman metano y sulfuro de hidrógeno en energía. Mengran Du, investigadora principal del IDSSE, indica que el equipo espera encontrar comunidades similares en la fosa de Atacama, así como especies nunca documentadas y relaciones entre animales y microbios que se han adaptado a la extrema presión de estas profundidades.
Descubrimientos recientes que amplían los límites de la vida
Osvaldo Ulloa, director del IMO y del Instituto de Océanos de la Universidad de Concepción, recuerda que ya se conocían filtraciones de metano y sulfuro por debajo de los 6.000 metros, acompañadas de tapices microbianos. Pero lo realmente sorprendente, señala Ulloa, fue observar que incluso en estos entornos extremos pueden desarrollarse comunidades complejas con abundante macrofauna, incluyendo almejas vesicomiidas y gusanos tubícolas. Según el investigador, estos hallazgos muestran que la vida basada en la quimiosíntesis podría estar distribuida mucho más ampliamente de lo que se pensaba, formando un corredor global de organismos capaces de adaptarse a presiones extremas, un descubrimiento que desafía los límites que se suponían para la existencia de la vida en la Tierra.

Los riesgos que conlleva la exploración de la fosa de Atacama
La inmersión en aguas chilenas podría iniciar entre diciembre de 2025 y enero de 2026, aunque aún depende de la autorización de las autoridades locales, que deben verificar las medidas de seguridad. Bajar a ocho kilómetros bajo la superficie implica riesgos considerables: cualquier falla en el diseño o mantenimiento del sumergible podría resultar fatal, como ocurrió con el Titan, que implosionó mientras descendía hacia los restos del Titanic. Pese a esto, el Fendouzhe está específicamente diseñado para enfrentar estos desafíos, y la colaboración entre Chile y China, formalizada en un Memorando de Entendimiento en 2023, permitirá realizar esta exploración a gran escala. Ulloa enfatiza que la expedición ofrece una oportunidad histórica para estudiar ecosistemas desconocidos frente a las costas chilenas y recuerda que, mientras se busca vida en otros planetas, aún queda mucho por descubrir en los océanos de nuestro propio planeta.
Un mundo invisible lleno de vida y misterio
Más allá de la ciencia, la misión también representa un esfuerzo por comprender la complejidad de la vida en condiciones extremas. Cada descubrimiento aporta pistas sobre cómo organismos pueden sobrevivir sin luz y bajo presiones colosales, revelando un mundo que se ha desarrollado completamente oculto al ojo humano. Según opinaron desde organizaciones ambientalistas, como Greenpeace Chile, la fosa de Atacama no solo es un laboratorio natural, sino un recordatorio de la capacidad de adaptación de la vida y del potencial de la exploración científica para abrir ventanas a mundos insospechados, tan cercanos y, al mismo tiempo, tan remotos de nuestra experiencia cotidiana.
