El desprendimiento del gigantesco iceberg A-68 de la plataforma de hielo Larsen C en 2017 marcó un hito en la región subantártica, desencadenando una serie de eventos que han alterado drásticamente las condiciones del océano Austral. La fusión del iceberg, del tamaño de Luxemburgo, ha liberado volúmenes masivos de agua fresca, desencadenando consecuencias sin precedentes en la temperatura y salinidad del océano circundante.
Impacto masivo del deshielo en el océano Austral
Investigadores del British Antarctic Survey y la Universidad de Sheffield, utilizando datos satelitales, han identificado anomalías extremas en la temperatura y la salinidad de los primeros centímetros de la superficie del océano. Estas alteraciones, nunca antes registradas en desintegraciones anteriores de icebergs, incluyeron temperaturas hasta 4,5 °C más bajas que el promedio y una disminución de más de 10 psu en la salinidad, representando dos tercios de la salinidad normal de la superficie del océano.
La señal del agua de deshielo se extendió considerablemente más allá de Georgia del Sur, abarcando más de 1.000 kilómetros a través del Atlántico Sur y persistiendo por más de dos meses después de la desintegración del iceberg.
Repercusiones en la vida marina
Estos cambios físicos en la superficie del océano no solo plantean desafíos ecológicos sino que también están vinculados estrechamente a las condiciones biológicas. Aunque el agua de deshielo puede contener hierro disuelto que estimula el crecimiento de fitoplancton, la alteración de las condiciones ambientales podría tener consecuencias negativas para la vida marina adaptada a condiciones específicas.
Una cicatriz duradera en el lecho marino
El iceberg A-68, al colisionar con la plataforma continental frente a Georgia del Sur, dejó cicatrices a largo plazo en el lecho marino y provocó un enfriamiento significativo del océano. El profesor emérito Grant Bigg destaca que este iceberg es el más grande cuyo impacto en el océano Austral se ha rastreado en todo su desarrollo.
Desafíos futuros con el cambio climático
En un contexto más amplio, casi la mitad de la masa perdida de la capa de hielo antártica proviene de icebergs desprendidos. A medida que el calentamiento del clima se acelera, es probable que icebergs supergigantes como el A-68 sean más comunes, aumentando el riesgo de ruptura de más plataformas de hielo en la Antártida. Según han manifestado diversas organizaciones ambientalistas, como Greenpeace, monitorear estos eventos se vuelve crucial para evaluar y prever posibles impactos en la circulación oceánica, la biología y la geología del lecho marino, así como para comprender mejor las complejidades de la interacción entre los icebergs y el cambiante ecosistema marino.