Ganadería intensiva: Alimentación y contaminación en granjas de pollos y salmones
Un nuevo estudio destaca cómo la cría intensiva de pollos y salmones comparte similitudes en su huella medioambiental, especialmente en relación con la alimentación y la contaminación generada por los piensos utilizados.

El impacto medioambiental de la cría intensiva: el ejemplo del pollo y el salmón

La ganadería intensiva es una fuente importante de contaminación y degradación del medio ambiente. Un nuevo estudio permite comprender mejor los orígenes de este impacto ecológico.

Los pollos y los salmones comparten una triste condición, te contamos lo que un estudio acerca de la cría intensiva de estos animales reveló. 

Un estudio revelador sobre la cría intensiva de salmón y de pollo

Un nuevo estudio publicado en la revista Current Biology por la investigadora Caitie Kuempel de la Universidad Griffith de Australia, revela que los pollos y los salmones, que a primera vista no tienen nada en común, comparten una huella medioambiental sorprendentemente similar. 

La ganadería intensiva tiene una serie de repercusiones ecológicas, entre otras cosas por la forma en que se alimenta a los animales.

Si nos fijamos en las cifras, vemos que los piensos utilizados para criar pollos y salmones representan el 78% y el 69%, respectivamente, de toda la contaminación de las granjas.

Entonces, ¿cómo contribuye la alimentación animal a la contaminación de la ganadería intensiva? ¿De qué están hechos? ¿Qué problemas plantea la alimentación de los animales de granja? Echemos un vistazo al pollo y al salmón para averiguarlo.

Cría intensiva de pollos y salmones: conocida por su “eficiencia“

Pollo o salmón, estas dos especies criadas en granjas especializadas tienen muchos puntos en común. En primer lugar, los métodos de cría intensiva, conocidos por su «eficacia». 

Especies seleccionadas, espacios optimizados, alimentación medida, tienen rendimientos especialmente elevados, como demuestra la magnitud de los sacrificios de pollos y salmones en todo el mundo. 

Su alimentación es similar: mezclas de vegetales y cereales, como la soja y el trigo, pero también piensos a base de pescado y aceite de arenque, anchoa y sardina, como señala el autor principal del estudio, especializado en la conservación de la biodiversidad, en un artículo publicado en The Conversation.

Entre la producción de pollo y la de salmón, es el sector avícola el que es, y sigue siendo, la reina de las industrias cárnicas.

Cada año se crían y sacrifican más de 50.000 millones de pollos por su carne, lo que en 2023 supondrá casi 103 millones de toneladas de pollo, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA).

Las granjas de pollos ocupan nueve veces más terreno que las de salmón (924.000 km2 frente a 103.500 km2), pero producen casi 50 veces más carne.

Pero la industria del salmón no se queda atrás. Cada año se envían a los mercados mundiales más de 2,5 millones de toneladas de salmón, la inmensa mayoría de las cuales -el 70%- procede de salmones de piscifactoría en lugar de salmones capturados.

Salmonicultura intensiva: altos niveles de contaminación

Pero esta eficacia tiene un coste, en primer lugar en términos de vida de estas especies, que a menudo se crían en condiciones duras, y en segundo lugar porque los ecosistemas sufren daños localizados especialmente importantes.

El estudio analizó cuatro variables en particular: emisiones de gases de efecto invernadero, eutrofización, huella hídrica y perturbación de los ecosistemas. Esto ayuda a comprender el origen de la contaminación provocada por la ganadería intensiva.

Según los cálculos de los científicos, sólo en términos de impacto climático, los piensos representan más del 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero de cada una de las industrias del pollo y el salmón.

El resto procede de la energía utilizada en la granja (calefacción, electricidad, gasolina, etc.), así como de las emisiones de metano y óxido nitroso procedentes de las heces de los animales.

El suelo y las zonas acuáticas también se alteran cuando se construyen granjas. El suelo y el agua cerca de las granjas se degradan por la eutrofización, una acumulación de nutrientes, fósforo y nitrógeno, que desestabiliza los ecosistemas.

El agua dulce también se ve afectada por conflictos de uso. Parte del agua potable no se destina al consumo humano, sino al ganado, para suministrar agua potable, limpiar los corrales, refrigerar a los animales o sembrar cultivos para piensos.

La contaminación se concentra en unos pocos países

El estudio destaca que el 95% de la huella medioambiental de estas granjas se concentra en sólo un 5% del mundo.

En el caso del pollo, la contaminación se concentra principalmente en Estados Unidos y Brasil. En el caso de las granjas de salmón, son las costas de Chile y México las más afectadas. China combina ambas formas de contaminación a niveles muy elevados.

Estados Unidos, China y Brasil son actualmente los mayores productores mundiales de carne de pollo, pero también los mayores productores de nutrientes para la cría de pollos. Francia, con su producción de poco más de un millón de toneladas de carne en 2022, palidece en comparación con la astronómica producción del trío de cabeza, como Estados Unidos con su producción de más de 20 millones de toneladas en el mismo año.

En cuanto a las piscifactorías de salmón, los mayores productores se encuentran en el norte de Europa, en Noruega, que es también el primer productor mundial. Representa el 37% de la producción. Los otros grandes países se encuentran en Sudamérica, como Perú y Chile. 

En Francia, están en marcha dos grandes proyectos de salmonicultura, Pure Salmon en Gironda y otro en Boulogne-sur-Mer, en Pas-de-Calais. Pero la producción sigue siendo mínima en Francia.

¿Qué hacer frente a este panorama? Te invitamos a leer el próximo artículo para sacar conclusiones acerca de estos datos y seguir reflexionando juntos ¡Sigue leyendo!