Anémonas y corales en un arrecife iluminado bajo el agua, rodeados por partículas suspendidas, en un entorno que refleja tanto belleza como fragilidad marina.
Vista submarina de un arrecife de coral en plena actividad biológica. Este tipo de ecosistemas, vitales para la biodiversidad marina, enfrenta un proceso de deterioro acelerado por el cambio climático global y el aumento sin precedentes de las temperaturas oceánicas.

La extinción de los corales expone una crisis ambiental de escala global

La alarmante reducción de los arrecifes de coral en todo el mundo ha encendido una fuerte señal de alerta entre científicos y organizaciones ambientales. Se estima que más del 80% de estos ecosistemas marinos se encuentra en riesgo, con el cambio climático como principal causa de su deterioro. Aunque los corales han enfrentado crisis en el pasado, la magnitud y extensión del daño actual no tiene precedentes y podría tener consecuencias devastadoras tanto para la biodiversidad marina como para la economía global.

El blanqueamiento de los corales, uno de los indicadores más evidentes de esta crisis, avanza a una velocidad inédita. Desde mediados de 2023, Greenpeace y otras organizaciones ambientalistas han destacado la gravedad de los informes de distintas regiones del planeta que coinciden en señalar un deterioro simultáneo y generalizado de los arrecifes. En este contexto, expertos y organismos internacionales señalan que la pérdida progresiva de estos ecosistemas no solo representa una tragedia ecológica, sino también una amenaza concreta para millones de personas que dependen directa o indirectamente de ellos.

Una transformación silenciosa y constante bajo el mar

Cuando los corales mueren, el proceso no deja rastros visibles de descomposición o fragmentación. En lugar de ello, su estructura se desvanece gradualmente, dejando solo una carcasa calcárea. Con el paso del tiempo, lo que antes era un paisaje vibrante y colorido, lleno de vida marina, se convierte en un entorno pálido y desolado, semejante a un pueblo fantasma sumergido.

Este tipo de daño no es nuevo. A lo largo de la historia, los corales han sido afectados por episodios específicos de contaminación. Sin embargo, la situación actual es diferente en cuanto a su escala. En 2023, la National Oceanic & Atmospheric Administration (NOAA) de Estados Unidos y la International Coral Reef Initiative (ICRI) alertaron sobre la aparición del cuarto evento global de blanqueamiento de corales, el segundo en apenas diez años. Esta nueva crisis comenzó en el Caribe en el verano de 2023 y se propagó hacia el hemisferio sur durante la temporada 2023-2024.

Una extinción sin precedentes recorre los océanos del mundo

Entre febrero de 2023 y abril de 2024, se ha reportado un deterioro sustancial en los arrecifes tanto del hemisferio norte como del sur, según detalló Derek Manzello, quien lidera el programa de vigilancia de arrecifes de coral de la NOAA. Esta situación no se limita a zonas geográficas específicas, sino que se presenta como una afección global, impulsada por las altas temperaturas del agua más que por factores infecciosos.

Diversos científicos coinciden en que este evento representa el episodio de blanqueamiento más severo jamás documentado, y aún continúa. Las zonas afectadas se extienden por los océanos Atlántico, Pacífico e Índico, así como el mar Rojo, el golfo de Adén y el golfo Pérsico. Desde el año 2023, se han registrado daños en 53 países, entre ellos Estados Unidos, México, Brasil, Colombia, Australia y naciones de Asia y África. Los datos del programa CRW indican que, entre enero de 2023 y abril de 2025, más del 83% de las áreas coralinas del mundo han sido afectadas por estrés térmico suficiente para causar blanqueamiento. Además, se confirmó un blanqueamiento severo en al menos 83 países y territorios.

El calentamiento global acelera el colapso de los arrecifes

Melanie McField, quien codirige el Comité del Caribe y lidera la iniciativa Arrecifes Saludables para Gente Saludable, expresó que resulta estremecedor ver cómo arrecifes que antes se consideraban resistentes han comenzado a mostrar signos de muerte parcial. Para ella, el blanqueamiento genera una imagen inquietante, comparable a una nevada silenciosa que cubre el fondo marino, dejando atrás un paisaje sin peces y sin los colores brillantes que caracterizan a estos ecosistemas.

Aunque el blanqueamiento no implica automáticamente la muerte de los corales, sí representa una afección grave que puede derivar en su desaparición definitiva. El factor principal detrás de este proceso es el aumento de la temperatura oceánica. El año pasado se registraron las temperaturas atmosféricas más elevadas desde que existen registros, un fenómeno que la mayoría de los científicos y gobiernos atribuye a la emisión creciente de dióxido de carbono y gases de efecto invernadero.

De acuerdo con la NASA, la concentración actual de dióxido de carbono en la atmósfera es de 428 partes por millón, mientras que en 2023 la temperatura media global superó los 1,5 °C respecto a los niveles preindustriales. Este incremento, vinculado a la actividad humana de los últimos 150 años, ha sido más rápido que cualquier otro en los últimos dos milenios, generando efectos profundos tanto en el clima como en los océanos. Estudios recientes de la International Coral Reef Society (ICRS) indican que, a diferencia de eventos anteriores influenciados principalmente por el fenómeno de El Niño, este episodio actual se relaciona directamente con el cambio climático. Además, datos de Copernicus revelan que en 2023 se triplicó la cantidad de olas de calor marinas a nivel mundial.

El futuro de los arrecifes depende de una acción climática contundente

Peter Thomson, delegado especial del secretario general de la ONU para temas oceánicos, señaló que el calentamiento del mar responde principalmente a la acumulación de gases de efecto invernadero generados por la quema constante de combustibles fósiles. Según él, si la humanidad desea conservar los arrecifes de coral, resulta indispensable reducir con urgencia las emisiones contaminantes y evitar que el aumento de temperatura supere el umbral de 1,5 °C.

La desaparición de los arrecifes no solo compromete la biodiversidad marina, sino también la estabilidad económica de muchas comunidades. En Estados Unidos, estos ecosistemas generan beneficios estimados en 3400 millones de dólares, mientras que a nivel global un estudio de 2014 evaluó su valor en 10 billones. Además de atraer turismo y ser fuente de pesca, los arrecifes funcionan como barreras naturales frente a tormentas y marejadas. Según NOAA, alrededor de mil millones de personas en el planeta dependen de ellos directa o indirectamente.

Las soluciones requieren compromiso y justicia ambiental

Tanto la NOAA como la ICRS coinciden en que una reducción drástica de las emisiones de gases de efecto invernadero es esencial para frenar esta crisis. No obstante, pese a los esfuerzos internacionales, los avances han sido insuficientes. Las organizaciones también sugieren reducir otros factores de presión sobre los corales, como la contaminación y los residuos marinos, y promover la expansión de áreas protegidas que permitan una mejor conservación de estos ecosistemas.

McField planteó que es urgente preservar los servicios naturales que ofrecen los arrecifes y, si eso no se logra, al menos exigir responsabilidad a los países que más han contribuido a esta emergencia climática. Según ella, el principio de que quien contamina debe pagar no se está aplicando en este caso, y debería ser impulsado para proteger a los arrecifes antes de que sea demasiado tarde.