Los bosques de algas en el norte de Chile están siendo víctimas de la sobreexplotación. Esto no solo representa un gran riesgo para la biodiversidad marina en la región, sino que puede repercutir de forma terrible en la estabilidad climática del planeta.
En los últimos años, el aumento de la demanda a nivel mundial de macroalgas como los huiros o los cochayuyos ha propiciado un incremento de su extracción ilegal en las costas marinas del país. Las especies más buscadas son el huiro negro, el huiro flotador y el huiro palo, que se exportan a naciones como China, Japón o Francia.
De acuerdo con datos provistos por la Dirección Regional del Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca), la exportación de algas genera ganancias de más de 1200 millones de dólares al año (un 20% del total de las exportaciones pesqueras). Esto quiere decir que más de 600 toneladas de algas son devastadas anualmente, lo que representa un perjuicio incalculable para los ecosistemas marinos de Chile.
Las consecuencias ambientales del saqueo de bosques de algas
Los expertos explican que cada bosque marino de macroalgas puede albergar a más de 150 especies diferentes. Peces, moluscos, cangrejos y otros organismos, dependen de estos bosques acuáticos para sobrevivir. Estos hábitats no solo atenúan las corrientes marinas, sino que generan un ambiente estable en el que diversos mamíferos e invertebrados encuentran refugio y alimento a salvo de sus depredadores.
Estos ecosistemas pueden encontrarse a lo largo de toda la costa chilena, desde Arica, hasta Cabo de Hornos. Pero especialmente en la zona norte del país, la flora y la fauna marina se han visto amenazadas por la propagación de la actividad pesquera especializada en las macroalgas o “keps”, como se las conoce en inglés.
El impacto de este problema en la lucha contra el cambio climático
Pero además, los bosques de algas cumplen una función similar a la de los bosques terrestres. De acuerdo con Paul Baltazar, jefe del Laboratorio de Investigación de Cultivos Marinos de la Universidad Científica del Sur, las algas marinas generan un 60% del oxígeno del planeta. Por este motivo, la sobreexplotación de estos bosques marinos impacta negativamente en la capacidad de los océanos de mitigar el cambio climático.
Y es que, además de liberar oxígeno, estos bosques actúan como sumideros de carbono azul, capturando el dióxido de carbono a través del proceso de fotosíntesis. Las algas se extraen desde hace años en Chile. El problema actual es que los métodos aplicados de un tiempo a esta parte (como el barreteo) y los altos niveles de extracción han vuelto imposible la recuperación natural de los bosques.
La planta ilegal de Tarapacá
Según Erasmo Macaya, Doctor en Biología Marina y director del Laboratorio de Estudios Algales de la Universidad de Concepción, las algas del norte de la costa chilena son muy codiciadas a nivel mundial debido a su alta concentración de alginato. Este compuesto químico es comúnmente utilizado en la elaboración de productos como champús, geles, cremas y hasta de cervezas.
A principios de enero de 2024, se detectó una nueva planta ilegal de extracción de algas ubicada en la región de Tarapacá, en el extremo norte del país. Los responsables del Sernapesca hallaron más de 10 toneladas de huiro recién “barreteadas” y listas para su procesamiento y exportación. A pesar de tratarse de una especie protegida y de los esfuerzos de organizaciones ambientalistas como Greenpeace, las operaciones ilegales como esta continúan apareciendo.
¿Qué es el barreteo de bosques de algas?
Durante los últimos años, debido al aumento de la demanda y del precio de las macroalgas, muchas personas necesitadas e inmigrantes han recurrido a la extracción de algas para sobrevivir. Entre ellos se popularizó un método conocido como “barreteo”, que consiste en utilizar una herramienta metálica llamada barreta para despegar los huiros de cuajo.
Pero esta práctica, que está regulada en varias zonas del país, tiene graves consecuencias para los hábitats marinos. Esto se debe a que degrada el sustrato en el que se asientan las algas, expulsando a la fauna que habita en estos ecosistemas. Lamentablemente, y a pesar de las regulaciones, el “barreteo” se sigue llevando a cabo de forma desmedida en muchos lugares.
¿Qué se debe hacer para detener la actividad ilegal?
La creciente demanda china ha generado una sobreexplotación descontrolada en los bosques de algas chilenos. La única manera de detener estas prácticas insostenibles es a través de una regulación efectiva. Pero además, hacen falta campañas de concientización que permitan a los recolectores conocer la importancia de estos ecosistemas tanto para la biodiversidad, como para la sostenibilidad económica a largo plazo de la actividad.
La extracción masiva mediante el barreteo ya ha provocado daños irreversibles en paisajes como Tongoy y Caldera. Pero la industria alimentaria y farmacéutica continúa demandando el saqueo de algas como el huiro para acceder a sus compuestos químicos. Dependerá de los ciudadanos chilenos y de sus representantes poder defender estos hábitats tan importantes para el futuro ambiental del país.