El calentamiento global afecta al planeta entero: desde la atmósfera hasta el fondo del océano. Recientemente, un estudio llevado a cabo por la Organización de Investigación Científica e Industrial de la Commonwealth (CSIRO, por sus siglas en inglés) descubrió que, como consecuencia del cambio climático, no solo la superficie de los océanos está más caliente, sino también sus profundidades.
Durante la última década, los avances en tecnología satelital habían permitido estudiar las olas de calor superficiales. Sin embargo, hasta el momento nadie se había tomado el tiempo de analizar estos mismo fenómenos en aguas profundas. El estudio del CSIRO examinó más de 2 millones de perfiles de temperatura globales y determinó que el 80% de las olas de calor que ocurren por debajo de los 100 metros de profundidad no se relacionan con lo que sucede en la superficie.
Estos cambios en la temperatura de las aguas profundas pueden generar graves problemas ecológicos en los océanos de todo el mundo, desde alterar sus cadenas alimenticias hasta provocar el desplazamiento de especies clave. Por este motivo, los científicos han advertido que esta nueva información podría echar más luz sobre los verdaderos efectos del cambio climático en los océanos y planeta.
Olas de calor marinas profundas: ¿cómo repercuten en la salud del océano?
Hasta el momento, la atención mediática solo se ha concentrado en los efectos de las olas de calor superficiales en el océano. Pero el descubrimiento de que también existen temperaturas extremas en sus profundidades ha hecho que expertos de organizaciones ambientalistas como Greenpeace y Oceana se preocupen sobre las consecuencias devastadoras que esto podría tener en los hábitats oceánicos más vulnerables.
Las aguas profundas albergan especies clave para la vida en el océano como el plancton y otros organismos que desempeñan un papel fundamental en las cadenas alimenticias marinas. Pero las olas de calor en estas zonas pueden reducir los niveles de oxígeno, alterando la química del agua y limitando la disponibilidad de nutrientes esenciales para su supervivencia.
Aquellas especies que no son capaces de adaptarse rápidamente a los cambios de temperatura terminarán pereciendo, lo que generará un desequilibrio ecológico sin precedentes. A su vez, procesos biológicos importantísimos, como la reproducción o la migración de especies, podrían verse gravemente afectados.
Remolinos oceánicos: los desencadenantes de las olas de calor profundas
Se conoce como remolinos oceánicos a las corrientes circulares que se encargan de redistribuir la energía y los nutrientes en el océano. De acuerdo con el estudio, estos remolinos son los principales impulsores de las olas de calor en las profundidades marinas. De hecho, en regiones como la corriente de Australia Oriental, son responsables ¡de más del 70% de estos eventos!
Los expertos explican que el calentamiento global ha ido intensificando estos fenómenos, ya que contribuye a aumentar la energía acumulada en ellos. Esto ha generado olas de calor más frecuentes y severas en las aguas de las profundidades. Y medida que su temperatura aumenta, también lo hacen problemas como la acidificación del agua y la reducción del oxígeno que las especies marinas necesitan para vivir.
El Dr. Ming Feng, oceanógrafo del CSIRO, ha hecho hincapié en la importancia de entender cuál es el rol exacto de estos remolinos en los aumentos de temperatura de las profundidades para poder predecir y mitigar sus efectos en el futuro. Esto requerirá de una inversión importante en tecnología de monitoreo de los océanos por parte de las autoridades mundiales.
No basta con conocer los datos, hay que actuar en consecuencia
Este descubrimiento pone de manifiesto cuánto queda por conocer sobre cómo funciona el planeta. Y si bien los científicos continúan trabajando para desarrollar sistemas permitan registrar datos de temperatura y química del agua en tiempo real, esta información no servirá de nada a menos que se tomen medidas urgentes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Es imprescindible que los líderes mundiales comiencen de una vez a desarrollar políticas para frenar el calentamiento global: desde la inversión en energías renovables, hasta la protección de los ecosistemas marinos. Además, es necesario que las regulaciones sobre contaminación sean más estrictas. El futuro de los océanos depende de lo que se haga hoy.