Desde hace décadas, organizaciones ambientalistas como Greenpeace Chile vienen advirtiendo que la industria salmonera chilena no es viable a largo plazo. Esta industria, que hasta hace algunos años era considerada como un pilar de la economía nacional, ahora enfrenta críticas de toda la población debido a sus prácticas de sobreproducción ilegal.
No caben dudas de que la producción de salmón en Chile tuvo una época de auge que llevó a la nación a convertirse en el segundo mayor exportador mundial de este producto. Pero detrás de las grandes ganancias de los empresarios hay un grave deterioro ambiental. Y a medida que crece la demanda global, las empresas salmoneras continúan impulsando una producción que no se ajusta a las regulaciones ambientales.
Este modelo de negocio no solo pone en riesgo la biodiversidad marina del país, sino también la sostenibilidad de la industria y a las comunidades costeras que dependen de un entorno saludable para su subsistencia.
Lo ilegal es una práctica común en la industria salmonera chilena
Tal vez el mayor problema actual de la industria salmonera en Chile tenga que ver con la sobreproducción ilegal. Las empresas salmoneras han sido acusadas de exceder los límites de producción establecidos en diversas ocasiones, lo que genera un impacto negativo en el ecosistema marino.
Empresas como Nova Austral fueron sorprendidas ¡superando en un 20%! los límites de producción permitidos en zonas protegidas. Mientras que compañías como Salmones Camanchaca excedieron sus límites productivos en un 15%. Y aunque las salmoneras son sancionadas con multas de hasta 5 millones de dólares, esto no compensa el daño que le hacen a los hábitats marinos. De hecho, muchas empresas han comenzado a contemplar las multas en sus costos de producción.
¿Qué le están haciendo a los ecosistemas marinos de Chile?
Prácticas como la sobreproducción tienen consecuencias directas sobre el medioambiente, por ejemplo, generando una mayor acumulación de residuos orgánicos, lo que afecta la calidad del agua y del suelo marino. Esta contaminación altera los ecosistemas naturales y hace imposible la vida para las especies marinas que dependen de un entorno equilibrado para sobrevivir.
Pero el daño que la industria salmonera está generando en el ecosistema marino va mucho más allá de la sobreproducción. Las jaulas de salmón ubicadas en las costas chilenas liberan contaminantes (restos de alimentos no consumidos, descamaciones y heces), que provocan zonas muertas (sin oxígeno, y por ende, sin vida marina) en el fondo del mar.
Pero además, diversos estudios realizados por ONGs ambientalistas han demostrado que las especies nativas, tanto animales como vegetales, están viéndose afectadas por estas zonas contaminadas. Por ejemplo, porque algunas especies de algas y microorganismos se multiplican de modo incontrolable debido a los nutrientes que se liberan de las jaulas.
Consecuencias para las comunidades costeras
La expansión sin control de la industria salmonera ha afectado de forma terrible a las comunidades costeras de Chile. Estas zonas, que históricamente dependían de la pesca y de un mar saludable para su negocio enfrentan una competencia desigual que agota los recursos marinos y perjudica la pesca tradicional con su contaminación ambiental.
En varias localidades del sur de Chile, los pescadores han reportado que el aumento de las algas ha generado una disminución del oxígeno, y en consecuencia, en la disponibilidad de especies nativas. Esto provoca que los pescadores logren capturas cada vez menores y deban recorrer mayores distancias para poder comer.
¿Qué debería hacer el gobierno?
Ante esta crisis, se vuelve cada vez más indispensable que el gobierno chileno tome medidas más estrictas para regular la producción y proteger el medioambiente. Lamentablemente, las leyes actuales han demostrado no ser suficientes para frenar la sobreproducción y la contaminación marina. Y a menos que las autoridades actúen, la situación continuará empeorando en los próximos años.
Es imprescindible que se elaboren nuevas políticas que limiten la producción a niveles sostenibles mediante penas más duras, que no puedan resolverse con un cheque. Además, es necesario promover prácticas más limpias y respetuosas con el medioambiente entre toda la población. Solo así será posible preservar tanto el océano como la industria a largo plazo.