Sabe a bacon. Es crujiente y luego hay una gigantesca explosión de sabores aseguran sobre las algas. Te contamos sobre esta start-up de San Francisco produce panceta o bacon a partir de una fuente inesperada: las algas marinas, que pueden ser uno de los alimentos clave de las generaciones en el futuro
Las algas tienen un potencial increíble.
Beth Zotter es una de los muchos empresarios que han decidido explotar ese potencial de las algas, una categoría que incluye miles de especies marinas que van desde grupos flotantes de plancton verdoso hasta largas cintas de algas.
Este sector en auge debería seguir creciendo, afirman los científicos, que creen que las algas tienen capacidad para alimentar a una población mundial en constante crecimiento. Hace apenas unos días, el número de habitantes de la Tierra superó la barrera de los ocho mil millones; en 2050, según Naciones Unidas, serán diez mil millones.
Algas: ¿el alimento del futuro?
Según un estudio, para alimentar a tanta gente, la producción mundial de alimentos tendrá que aumentar un 50%, un incremento que requeriría 567 millones de hectáreas de tierra cultivable.
Cultivar tanta tierra iría en contra de los esfuerzos por combatir el cambio climático y proteger las especies.
Supondría destruir ecosistemas como los bosques, que atrapan la contaminación por carbono y nutren la biodiversidad. Sin embargo, el cultivo de algas, en sus diversas formas, podría cubrir estas nuevas necesidades nutricionales.
Esta planta no necesita agua dulce. No necesita tierra. No necesita fertilizantes, afirman los expertos de Universidad de Connecticut. Necesita agua de mar y luz.
Las empresas no han tardado en aprovechar el potencial de las algas. En la acuicultura estadounidense, ya es el sector de más rápido crecimiento.
En 2027, el mercado mundial podría valer 95.000 millones de euros, frente a los 40.000 millones de 2020. Esto es lo que hay que saber sobre las algas y las confusas formas en que podrían acabar en nuestros platos.
¿Qué son las algas?
Se cree que hay hasta un millón de especies diferentes de algas. Sin embargo, sólo pueden clasificarse en dos categorías.
La primera son las macroalgas. Entre ellas están las enormes columnas de algas que forman bosques submarinos y el sargazo, conocido por envolver los tobillos de los nadadores. Las microalgas, organismos microscópicos como el fitoplancton que forman la base de la cadena alimentaria marina, constituyen la segunda categoría.
Es la composición biológica de las algas -la forma en que crecen y los nutrientes que contienen- lo que las hace tan atractivas para empresarios, investigadores y cultivadores.
Al igual que las plantas que crecen en tierra, se desarrollan mediante fotosíntesis, convirtiendo la energía solar y el dióxido de carbono del mar y la atmósfera en materia vegetal. Pero a diferencia de las plantas que crecen en tierra, las algas no necesitan una estructura de soporte.
La razón por la que las algas crecen mucho más rápido [que las plantas terrestres] es que están suspendidas en el agua. No necesitan material estructural que las mantenga erguidas, cuenta un oceanólogo de la Universidad de Washington.
Algunas especies de algas pueden crecer entre 60 y 90 centímetros al día.
Este crecimiento desenfrenado es la forma más práctica de absorber dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero omnipresente en todo el mundo.
Cuando la contaminación por dióxido de carbono es demasiado elevada, el planeta se calienta y los océanos se acidifican hasta el punto de volverse inhabitables para criaturas marinas como los crustáceos y los corales; es lo que se conoce como acidificación de los océanos.
En el noroeste del océano Pacífico, los investigadores intentan actualmente cultivar algas marinas para atemperar la acidez del agua.
Por qué incluir las algas en tu dieta
El verdadero beneficio climático de las algas procede de su capacidad para alimentar al mundo ocupando menos espacio que los cultivos terrestres.
Los defensores de las algas señalan que sólo Estados Unidos tiene 11,1 millones de kilómetros cuadrados de aguas territoriales que podrían utilizarse para cultivar algas, lo que ahorraría ecosistemas terrestres.
Los estudios también han demostrado el importante potencial dietético de las algas. Son ricas en proteínas y fibra, micronutrientes como el hierro y vitaminas.
Aunque los investigadores apenas están empezando a estudiar los posibles beneficios de las microalgas para la salud, ya han descubierto especies ricas en proteínas y aminoácidos.
A la vez sostenibles y nutritivas, las algas son «revolucionarias», por utilizar una frase acuñada recientemente en una conferencia de las Naciones Unidas sobre los océanos.
Los especialistas sugieren que las granjas de algas podrían producir todas las proteínas que el mundo necesita para 2050.
No creemos que todo el mundo vaya a tener necesariamente acceso a las proteínas procedentes de las algas, pero tenemos claro que habrá que buscar alternativas, cuentan los científicos.
Sin duda, todo indica que en la próxima década, las microalgas desempeñarán un papel cada vez más importante en la alimentación humana.