El delicado equilibrio de nuestros océanos en juego: ¿Puede la geoingeniería ser la respuesta al cambio climático o es un riesgo latente para la biodiversidad marina?
En la constante búsqueda de soluciones frente al cambio climático, la geoingeniería marina ha emergido como una posible respuesta.
Sin embargo, mientras que algunas técnicas prometen mitigar las emisiones de carbono, su impacto potencial en la intrincada trama de vida en nuestros océanos aún genera debate.
La cuestión central recae en determinar si estamos abriendo una puerta de solución o desencadenando un conjunto de problemas que podrían ser irreversibles.
Los peligros de la fertilización de los océanos para los ecosistemas marinos
Ya en 2010, una nota de la Secretaría Canadiense de Asesoramiento Científico se pronunciaba sobre los riesgos potenciales de la fertilización de los océanos para los ecosistemas marinos.
En ella se subrayaba que existían «elevados riesgos ecológicos y una posible alteración irreversible de los ecosistemas» por la fertilización nitrogenada a gran escala de las aguas costeras (eutrofización), pero se pedía que se siguiera investigando la fertilización férrica para determinar una «escala umbral» que garantizara que la fertilización no se convirtiera en un peligro incontrolable.
Pero más de diez años después, no hay pruebas que sugieran que la fertilización con hierro sea una solución segura para la captura de carbono.
Añadir nutrientes a zonas con pocos recursos puede provocar un efecto «robo» para otras regiones, normalmente bien abastecidas. La adición de nuevo plancton capaz de capturar nutrientes rompe el ciclo natural de intercambios en los océanos, ya que los nutrientes serán capturados aguas arriba.
Los investigadores estiman que, en el peor de los escenarios climáticos, la fertilización del Océano Antártico con hierro podría agravar, en los próximos veinte años, los efectos del cambio climático en regiones situadas a varios cientos de kilómetros, en los trópicos.
La biomasa de peces y especies marinas de estas regiones podría disminuir un 5%, además de la reducción del 15% de la biomasa ya prevista por la estratificación de los océanos.
Sin estos ecosistemas ricos en peces y plantas, las poblaciones costeras de las regiones tropicales, muy dependientes de la pesca, sufrirán económica y socialmente la lenta desaparición de las especies marinas.
Entonces, ¿merece la pena fertilizar los océanos? Según la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (NAS), no hasta que mejoren los conocimientos científicos sobre el impacto exacto de la fertilización en el clima y la biodiversidad.
Esta constatación contrasta con los objetivos de gobiernos y empresas que quieren desplegar cuanto antes estas técnicas de geoingeniería para reducir los efectos del calentamiento global.
¿Es la geoingeniería marina una solución al cambio climático?
Las técnicas de geoingeniería para la captura de carbono tienen dos objetivos muy concretos.
El primero es reducir las emisiones actuales de gases de efecto invernadero a la atmósfera, desvinculando así el crecimiento económico de las emisiones de CO2. Pero también ofrecer a las industrias una forma de seguir produciendo y creciendo, al tiempo que logran ese famoso tótem de la «neutralidad del carbono».
Los proyectos de geoingeniería conllevan muchas promesas, entre ellas la de no cambiar un sistema capitalista que es en gran parte responsable de la destrucción del planeta. El «business as usual» continuará, sin recrear realmente un sistema económico más virtuoso.
Incluso el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), en su tercer informe sobre la adaptación, pide que se estudien las tecnologías de geoingeniería y RCD. ¿Pero cuáles?
La geoingeniería es un crisol de tecnologías e ideas que mucha gente mete en el mismo saco, aunque tengan poco en común en cuanto a utilidad, uso, complejidad técnica, tecnologías, superficie de operación, consumo de recursos, etc.
Los proyectos de geoingeniería son numerosos y pueden utilizarse para compensar las emisiones de GEI, enfriar las aguas superficiales, proteger la biodiversidad de los rayos UV, etc. Como recuerda un artículo publicado en junio de 2009, la geoingeniería no es un concepto nuevo.
Como recuerda un artículo de junio de 2021, la Ocean & Climate Platform, una red de instituciones de investigación especializadas en el vínculo entre la crisis climática y los océanos, llama a la prudencia.
Hasta la fecha, los partidarios de la geoingeniería piensan a lo grande, con proyectos a veces extravagantes como el escudo solar desarrollado por un equipo de la célebre universidad estadounidense Massachusetts Institute of Technology (MIT), aunque el control humano de los elementos naturales sea aún demasiado imperfecto y el conocimiento de estas nuevas tecnologías sea todavía incompleto.
Para la Plataforma, la geoingeniería debe tomarse su tiempo y ser objeto de reflexión y debate, ya que las repercusiones de un mal uso de estas tecnologías serán graves, difusas y transfronterizas.
Sobre todo porque, como señalan los investigadores del estudio, sin una política mundial ambiciosa de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, la fertilización de los océanos servirá de poco. Según su modelo, la fertilización de los océanos podría eliminar poco más de 40.000 millones de toneladas de carbono atmosférico de aquí a 2100.
Una gota de agua en el océano comparado con los cerca de 39.000 millones de toneladas que se emiten cada año en todo el mundo.