Para los científicos, los océanos son los verdaderos pulmones de la Tierra. Esto se debe a que cerca del 80% del oxígeno que respiran los seres vivos del planeta es producido en sus aguas. Pero además de cumplir esta función vital para la supervivencia de las especies, los océanos funcionan como reguladores del clima.
Pero el calentamiento global al que continúa siendo sometido el planeta desde hace décadas, está alterando considerablemente esta función. Por ejemplo, las lluvias dependen en gran parte de qué tanta agua de los océanos se evapora para luego convertirse en nubes y caer en forma de precipitaciones. ¿De qué depende el ritmo y la cantidad de agua que se evapora? De la temperatura. Y los océanos están rompiendo récords.
Según datos provistos por el Programa de Monitoreo Ambiental de la Comisión Europea, a fines de julio de este año, la superficie oceánica rozó los 21 grados centígrados de temperatura promedio. La más alta registrada jamás. Pero tal vez lo más preocupante es que, a menos que haya un descenso considerable de los niveles de emisiones de gases de efecto invernadero, este récord seguirá rompiéndose año a año.
El calentamiento de los océanos y la imprevisibilidad del clima
Los océanos funcionan como sumideros de los gases producidos por la quema de combustibles fósiles y otras actividades contaminantes. Gracias a esta función, contribuyen a que el calentamiento global sea menos brutal. Sin ir más lejos, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) calcula los océanos absorben más del 90% del calor excedente producido en la Tierra, consiguiendo que solo una pequeña porción quede en la atmósfera.
Pero cuando el océano Pacífico se sobrecalienta, las costas de países como Colombia, Ecuador o Perú son más propensas a sufrir inundaciones. Y cuando la temperatura sobrepasa récords en el océano Atlántico, es más probable que ocurran huracanes en el Caribe y las costas de los Estados Unidos. Asimismo, sus corrientes marinas más calientes pueden generar inviernos más cálidos en los países del Norte de Europa, provocando una aceleración en el derretimiento de los polos. Todos estos fenómenos están supeditados a la temperatura de los océanos.
Los expertos remarcan que el ritmo actual de aumento del calor oceánico tendrá como consecuencia un incremento notable de desastres climáticos como ciclones, tormentas e inundaciones. Pero además, provocará un aumento en los niveles del mar que podrían significar que varias islas y ciudades costeras queden cubiertas por el agua.
Y por si esto no fuera suficiente para tomar conciencia sobre la importancia de ponerle un freno al calentamiento global, los récords de temperatura en el océano podrían provocar la pérdida de grandes reservas de agua dulce en todo el planeta, al propiciar el derretimiento de los casquetes polares. Pero tal vez la consecuencia que más asusta a los científicos, tiene que ver con el blanqueamiento de los arrecifes de coral.
A mayor temperatura en los océanos, menos oxígeno en la Tierra
A lo largo y ancho del planeta existen cerca de 260 mil kilómetros cuadrados de arrecifes de coral. De acuerdo con datos de la organización ambientalista Greenpeace, los corales de todo el planeta se encuentra en peligro inminente por el aumento de la temperatura oceánica.
Esto es evidente en lugares como Australia, donde se ha comprobado el blanqueamiento masivo de más del 66% de la Gran Barrera de Coral, un ecosistema de más de 2300 kilómetros cuadrados que ha sido nombrado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco debido a su importancia para la vida en el planeta.
De acuerdo con los científicos encargados de estudiar la zona, la gran mayoría de estos arrecifes de coral no podrán recuperarse. Esta clase de corales son el hogar de la base de la cadena alimenticia oceánica: el fitoplancton. La presencia de estos microorganismos es clave para la vida en el planeta, ya que son los grandes productores de oxígeno en las profundidades de los océanos.
Pero a medida que las temperaturas oceánicas aumentan, estos seres comienzan a ver comprometida su existencia, ya sea reduciendo drásticamente su tamaño, o desapareciendo por completo. Y sin ellos, es solo cuestión de tiempo para que todos los ecosistemas de la Tierra colapsen.
Esta desaparición masiva de los corales es un recordatorio de que el tiempo para salvar la vida en el planeta se acaba. Si se quiere poner un freno al cambio climático y detener el aumento de la temperatura en los océanos, el momento de actuar es ahora. Si no se toman medidas drásticas para conseguirlo, el futuro podría traer consecuencias que el mundo no está preparado para afrontar.