El acceso al agua potable es uno de los mayores retos a los que se enfrenta el mundo, ya que una cuarta parte de la población mundial utiliza agua potable no apta para el consumo y la mitad de la humanidad (3.600 millones de personas) vive sin un saneamiento gestionado de forma segura. Y un elemento clave en la batalla para hacer frente a este reto son los datos
Como se puso de relieve en la reciente Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua y en el lanzamiento de la Agenda de Acción para el Agua, sin datos más completos y de mejor calidad, los responsables políticos no pueden medir con precisión los avances en el estado del agua y las masas de agua de nuestro mundo ni priorizar las intervenciones.
Para saber más sobre el agua: ¡datos!
Es conveniente colocar en el lugar de veedores de la información organismos internacionales que actúen de manera transversal.
Por ejemplo, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente es el custodio de tres indicadores del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 6 que ayudan a comprender y priorizar el estado de las masas de agua, incluido el 6.3.2 («Proporción de masas de agua con buena calidad del agua ambiente»).
Para medirlo, a finales de abril se puso en marcha un nuevo Centro de Calidad del Agua con el fin de facilitar la amplia campaña de datos actualizada de las Naciones Unidas.
El centro permite a los países ver y comparar los datos más recientes sobre la calidad del agua a nivel regional y mundial con el fin de priorizar las acciones.
Profundicemos ¿Cuál es la razón de ser del centro de datos? ¿Se está recopilando información que no esté estrictamente relacionada con los indicadores?
Sabemos que tenemos graves lagunas en nuestros datos sobre el agua, y que la contaminación del agua es especialmente preocupante por la forma en que puede degradar los ecosistemas y afectar a la salud de las personas.
El objetivo del centro es maximizar el valor del indicador de calidad del agua y facilitar al máximo la elaboración de informes al respecto. Se trata de un proceso continuo y su funcionalidad evolucionará con el tiempo.
Por el momento, nos hemos centrado en agilizar el proceso de presentación de informes y en crear un panel que permita a los usuarios comparar la puntuación de su indicador y su enfoque de evaluación con otros países.
El seguimiento y la evaluación de la calidad del agua son difíciles porque varían de forma natural en el espacio y el tiempo.
Por ello, al recopilar información sobre el número de estaciones de control que se utilizan, el tipo de masas de agua que se controlan (ríos, lagos y aguas subterráneas) y la frecuencia con la que se realiza el control, nos hacemos una idea de la amplitud de los programas de control y de la solidez del proceso de evaluación que los utiliza.
Con esta información, ayudamos a los países a desarrollar su capacidad de seguimiento y evaluación de la calidad del agua.
¿Hay planes para hacer que el centro sea más relevante para un público más amplio?
Inicialmente no, pero en el futuro esperamos empaquetar otras fuentes de datos que los países puedan utilizar para informar y que puedan interesar a un público más amplio.
Por ejemplo, hay productos mundiales de observación de la Tierra que pueden empaquetarse en un formato listo para usar. También tenemos previsto añadir con el tiempo más productos de desarrollo de capacidades y herramientas de evaluación de la calidad del agua.
A menudo oímos hablar de la contaminación del agua causada por la escorrentía de los fertilizantes, las actividades mineras y las aguas residuales. ¿Y la intrusión de agua salada?
Un problema del agua dulce que recibe poca cobertura mediática es la salinización, es decir, el aumento gradual de la salinidad de una masa de agua dulce.
En las zonas costeras, especialmente en los acuíferos que están siendo explotados, la intrusión de agua salada puede ser un verdadero problema. Pero las sales también pueden afectar a las aguas superficiales.
En Europa, la reciente catástrofe del río Oder -que provocó la muerte de 360 toneladas de peces- creó alarma porque en un principio no se pudo rastrear la causa de la mortandad de peces.
Un análisis minucioso y la recopilación de pruebas permitieron determinar que la catástrofe había sido causada por una floración de algas tóxicas.
Por desgracia, las floraciones de algas son cada vez más frecuentes en todo el mundo, pero este suceso fue especialmente alarmante porque la especie de alga en cuestión, Prymnesium parvum, suele florecer sólo en aguas salobres.
Este impacto devastador a lo largo de 500 km del río Oder fue causado por múltiples presiones que confluyeron en una tormenta perfecta. Los efluentes de aguas residuales industriales de la cuenca probablemente habían elevado la salinidad.
Además, las elevadas concentraciones de nitrógeno y fósforo proporcionaron los nutrientes necesarios para las algas, y las condiciones de sequía simultáneas concentraron la contaminación, provocando la floración tóxica y el desastre subsiguiente.
Este suceso es una advertencia para otros países y deja clara la importancia de la vigilancia y las evaluaciones para comprender estas amenazas.
Esto es especialmente cierto en los países en los que los datos de seguimiento son limitados o incluso en algunos casos no están disponibles: los resultados de la campaña de recogida de datos del indicador 6.3.2 de los ODS nos mostraron que los países de renta baja solo informaron sobre 1.300 del total de 77.000 masas de agua en 2020.
¿Cuáles son los principales retos a la hora de recopilar y presentar datos fiables?
La mayoría de los retos se centran en la recogida de datos sobre la calidad del agua. Entre ellos se encuentra el de garantizar la disponibilidad de recursos constantes para mantener la recogida de datos ya que hay toda una cadena de acontecimientos necesarios para garantizar que esos datos lleguen a la fase de notificación.
Cualquier interrupción en la cadena significa que los datos no se utilizan, y teniendo en cuenta el coste de recopilarlos en primer lugar, esto es un verdadero problema.
Es fundamental crear capacidad en todas las fases del seguimiento, pero también en el proceso de evaluación.
El objetivo es mejorar la capacidad nacional de alerta temprana de posibles amenazas a la calidad del agua.
Esto mejorará la resistencia al cambio climático, especialmente en los países que se prevé que se verán más afectados.
Como vimos en el caso del Oder, un cambio lento y a largo plazo puede alcanzar un momento umbral que provoque impactos devastadores.
Sin una vigilancia sólida y robusta, no sabemos lo cerca que están esos umbrales.