Aumentar la resistencia al cambio climático oceánico en la costa oeste de Norteamérica y sus implicancias para Chile

Aumentar la resistencia al cambio climático oceánico en la costa oeste de Norteamérica y sus implicancias para Chile

Los signos de la crisis climática están por todas partes. Sequías, incendios forestales, olas de calor extremo, inundaciones y huracanes más intensos. No podemos seguir ignorando los crecientes costos del cambio climático para las personas y nuestras comunidades.

Los signos de la crisis climática están en los océanos y por todas partes: sequías, incendios forestales, olas de calor extremo, inundaciones y huracanes más intensos. 

Si seguimos indiferentes a las consecuencias del cambio climático para las personas y nuestras comunidades estamos en caída libre. 

Por eso no puede haber medidas para luchar contra el cambio climático y limitar sus efectos sin tener en cuenta el océano, con un papel fundamental para el planeta. 

El océano desempeña un rol esencial en la regulación del clima y ofrece soluciones de adaptación y mitigación para hacer frente a los impactos provocados por el clima. 

La acción océano-clima debe reducir esos impactos y aumentar la resiliencia de los ecosistemas y las comunidades costeras que dependen de un océano sano. Nuestros océanos y costas pueden ayudarnos a alcanzar nuestros objetivos climáticos.

La costa de Norteamérica y su relación con Chile

A lo largo de la costa oeste de Norteamérica, nuestra cultura, tradiciones y economías están fuertemente vinculadas a nuestros océanos, costas y estuarios. 

Desde la pesca a la acuicultura, pasando por el ocio y el transporte marítimo, nuestras costas mantienen miles de puestos de trabajo con salarios familiares, mantienen nuestras identidades culturales y ayudan a alimentar a la gente. 

Sin embargo, ya hemos experimentado los estragos del cambio climático-oceánico, como el aumento del nivel del mar, la acidificación de los océanos, el calentamiento de los océanos y la reducción de los niveles de oxígeno. Especies icónicas como el salmón y las orcas, así como importantes hábitats como los bosques de algas, están sufriendo un dramático declive debido a los efectos del clima.

La costa occidental de Norteamérica ha experimentado un anticipo de los cambios que se avecinan si no actuamos de forma urgente y agresiva para reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero. 

La buena noticia es que si actuamos ahora, podemos cambiar las cosas. Los líderes regionales han unido fuerzas en la Pacific Coast Collaborative para impulsar políticas climáticas, construir una economía y unas infraestructuras de energía limpia, y aumentar la capacidad de resistencia a los impactos que ya se están produciendo.

En el frente oceánico y costero, se están adoptando medidas adicionales para reducir las causas profundas y aumentar la resistencia de las empresas, los ecosistemas y las comunidades oceánicas clave frente a los impactos. 

Esto incluye frenar la contaminación local que agrava la presión sobre los ecosistemas oceánicos y costeros, mejorar los sistemas de aguas residuales y pluviales, y evitar que la contaminación por plásticos y otros residuos marinos dañen las aguas costeras. Además, se están evaluando soluciones basadas en la naturaleza, incluidos los llamados hábitats de carbono azul, que pueden contribuir al secuestro de carbono, y se están impulsando la protección y restauración de áreas naturales costeras y marinas clave.

Chile, que comparte la costa del Pacífico con Norteamérica, enfrenta problemas similares relacionados con el cambio climático en sus propias aguas. 

La corriente de Humboldt, que afecta tanto a la costa chilena como a la costa oeste de Norteamérica, es crucial para la biodiversidad y la economía pesquera de ambas regiones. 

Los cambios en esta corriente, debido al calentamiento global, tienen consecuencias directas en la salud de los ecosistemas marinos y en la seguridad alimentaria. 

Dado esto, las estrategias para aumentar la resistencia al cambio climático oceánico en la costa oeste de Norteamérica también podrían ser aplicables o inspiradoras para las acciones en la costa chilena. 

Ambos países podrían beneficiarse de compartir investigaciones, políticas y tecnologías orientadas a proteger sus costas y asegurar la sostenibilidad de sus recursos marinos en un contexto de cambio climático.

Esta colaboración podría fortalecer los esfuerzos regionales y promover una respuesta más unificada y efectiva frente a los desafíos ambientales compartidos. 

Al integrar estas estrategias, no solo se contribuye a mitigar los efectos del cambio climático en sus propios territorios, sino que también se impulsa un liderazgo regional que puede servir como modelo para otras regiones del mundo afectadas por desafíos similares.