Clima: debemos prepararnos para profundos cambios en los océanos

Clima: debemos prepararnos para profundos cambios en los océanos

Debido a la inercia climática, los océanos sufrirán profundos cambios durante varias generaciones, incluso si logramos la neutralidad del carbono. Según los científicos, debemos anticiparnos y prepararnos para estos cambios.

La lucha contra el calentamiento global se reconoce hoy unánimemente como un reto de primer orden para las próximas décadas. 

Es necesario poner en marcha una serie de estrategias para reducir nuestras emisiones de CO2 con el fin de lograr la neutralidad de carbono lo antes posible, ralentizar o incluso detener el calentamiento global y evitar que se alcancen temperaturas que amenazarían nuestras condiciones de vida.

Por el momento, los gobiernos del mundo están aún muy lejos de poner en marcha medidas suficientes para afrontar este reto.

Pero incluso si lo hicieran, aún quedaría un largo camino por recorrer para afrontar plenamente el desafío climático.

De hecho, incluso si logramos combatir el empeoramiento del aumento de las temperaturas, todavía tendremos que tomar medidas para hacer frente a las consecuencias de los cambios climáticos que ya están en marcha.

El océano, en particular, seguirá experimentando profundos cambios en las próximas décadas, incluso si aplicamos las medidas más drásticas para combatir el calentamiento global. 

¿Por qué? Sencillamente porque los sistemas climáticos y oceánicos tardan en asimilar plenamente las transformaciones que les imponen las actividades humanas.

Por tanto, seguirán evolucionando mucho después de que se haya detenido el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero o de las temperaturas.

De hecho, un estudio publicado en la revista Atmospheric and Oceanic Science Letters nos insta a prepararnos para grandes cambios oceánicos, a escala de este siglo y más allá. Más información.

Clima: la inercia de los sistemas oceánicos

Es importante comprender que los sistemas climáticos y oceánicos están sujetos a un grado muy elevado de inercia.

En términos prácticos, esto significa, por ejemplo, que cuando se emiten gases de efecto invernadero, se necesita tiempo para que produzcan un aumento efectivo de las temperaturas atmosféricas.

Del mismo modo, se necesita tiempo para que el aumento de la temperatura caliente el océano o para que el océano absorba el exceso de carbono en la atmósfera.

Esta inercia significa que, aunque dejemos de añadir gases de efecto invernadero a la atmósfera, el clima seguirá calentándose durante varios años.

Como la inercia oceánica es aún más fuerte que la climática, es probable que el océano también siga calentándose durante décadas después de que dejemos de aumentar las emisiones.

Y este aumento de la temperatura de los océanos podría provocar otros cambios, que también llevarán su tiempo: cambios en las corrientes oceánicas, aumento del nivel del mar, deshielo, cambios en los ecosistemas, cambios en el ciclo del agua, etc.

El clima y los sistemas oceánicos sólo se estabilizarán cuando se hayan completado todas estas transformaciones, probablemente dentro de más de un siglo.

Anticipar las transformaciones oceánicas

Por esta razón, los científicos creen que nuestras sociedades tendrán que poner en marcha una serie de estrategias para anticiparse, prepararse y adaptarse a las transformaciones oceánicas a largo plazo.

Datos como la temperatura y el pH de los océanos, así como el estado de los hielos polares y la estructura de las corrientes marinas, deberían medirse y evaluarse con precisión, empezando hoy mismo y continuando durante varias décadas.

El objetivo sería comprender mejor los sistemas oceánicos y su evolución, y poder predecir en qué medida estos cambios podrían afectarnos.

En efecto, existe el riesgo de que las transformaciones oceánicas afecten profundamente a las sociedades humanas.

Por ejemplo, si aumenta la temperatura del agua marina, podría aumentar la frecuencia e incluso la intensidad de ciclones, tormentas y otros fenómenos meteorológicos extremos. La alteración del ciclo del agua o de las corrientes marinas podría tener un impacto significativo en el equilibrio climático.

Es el caso, por ejemplo, de la famosa corriente del Golfo, cuya ralentización podría alterar el clima templado de Europa.

El IPCC y otros organismos científicos ya trabajan en la elaboración de proyecciones de estos riesgos, pero los investigadores responsables del estudio piden que se refuercen los mecanismos de evaluación.

Clima y océanos: preparación y resiliencia de nuestras sociedades

Los investigadores insisten también en la necesidad de que nuestras sociedades planifiquen una verdadera estrategia de adaptación y resiliencia ante estas transformaciones a largo plazo.

Las estrategias de adaptación al calentamiento global son actualmente el pariente pobre de la respuesta al desafío climático, y la acción pública al respecto sigue siendo escasa.

Esto es aún más cierto cuando se trata de adaptarse a cambios a muy largo plazo (mucho más allá de 2060, por ejemplo), que son intrínsecamente difíciles de medir y predecir.

Pero, según los científicos, hay que empezar a prepararse ya para acontecimientos de «gran impacto y baja probabilidad», como una ralentización o un cambio repentino de la circulación meridional atlántica o la pérdida permanente de los casquetes polares.

Este tipo de acontecimientos podría tener consecuencias masivas para nuestras sociedades.

Por tanto, debemos prepararnos para ellos y elaborar estrategias de adaptación que puedan, por ejemplo, prevenir el riesgo de inundaciones costeras o la infiltración de agua salada en las reservas costeras de agua dulce, adaptar la agricultura a las grandes transformaciones climáticas, y muchas otras.

¿Se escuchará la llamada? Dado el tiempo que han tardado los gobiernos del mundo en empezar a apreciar la necesidad de empezar a tomar medidas para reducir nuestras emisiones de CO2, sinceramente lo dudamos. De ahí la urgencia de hablar de ello, empezando hoy mismo.