La semana pasada, la Organización Meteorológica Mundial confirmó la temperatura más alta jamás registrada en el Ártico, 38 C, el 20 de junio de 2020. Este calentamiento está provocando el deshielo del permafrost, que antes estaba permanentemente congelado bajo tierra
El Ártico es una de las regiones del planeta que más rápido se calienta, más del doble que la media mundial. Los científicos están preocupados porque, al descongelarse el permafrost, se liberan dióxido de carbono y metano que antes permanecían encerrados bajo tierra.
El metano es el principal responsable de la formación de ozono troposférico, un peligroso contaminante atmosférico y gas de efecto invernadero cuya exposición causa un millón de muertes prematuras al año.
El metano es también un potente gas de efecto invernadero. En un periodo de 20 años, es 80 veces más potente en el calentamiento que el dióxido de carbono.
Un experto en cambio climático del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente nos explica la importancia de la pérdida de hielo marino.
Lo que ocurre con el hielo marino en el Ártico puede parecer remoto e irrelevante para nuestra vida cotidiana. ¿Por qué es importante la pérdida de hielo marino?
Es importante porque la extensión del hielo marino afecta a los ecosistemas locales, a las pautas meteorológicas regionales y mundiales, y a las temperaturas y la circulación oceánicas.
Si el hielo marino del Ártico sigue disminuyendo, es posible que a mediados de la década de 2040 veamos un Océano Ártico sin hielo en verano y que desaparezcan los osos polares y otros animales.
Sin embargo, también hay consecuencias globales. La nieve y el hielo ayudan a mantener fresco el planeta porque reflejan los rayos del sol hacia el espacio. Las temperaturas más cálidas implican la reducción del hielo marino del Ártico, el aumento de la temperatura de los océanos, y el agua más caliente (con un mayor volumen) contribuye a la subida del nivel del mar.
La menor extensión de hielo marino registrada fue en 2012. La extensión de 2020 fue casi igual de reducida, y aunque la de 2021 fue ligeramente superior, la tendencia es clara. Además, en 2020, la superficie de hielo marino ártico fue la más baja registrada en el mes de julio.
¿Por qué ocurre esto? ¿Qué está causando la pérdida de hielo marino?
La culpa la tiene el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente de dióxido de carbono (CO 2). La tendencia mundial del aumento de la concentración de CO2 no sólo está aumentando, sino que se está acelerando.
Si comparamos el mismo mes de mayo, en 1960 era de +0,9 partes por millón (ppm) al año, en 1980 de +1,21 ppm; en 2000 de +1,83 ppm y en 2021 es de +2,48 ppm/año.
El calentamiento global es real. Existe una fuerte correlación en las tendencias a largo plazo entre las emisiones de CO2 y los niveles de CO2 en la atmósfera, y corremos el riesgo de no alcanzar los objetivos clave del Acuerdo de París a medida que se amplíe la brecha de emisiones.
¿Qué está haciendo el PNUMA para poner de relieve los peligros?
El Informe sobre la Brecha de Emisiones 2021 del PNUMA: The Heat is On y la Sala de Situación del Medio Ambiente Mundial presentan un panorama preocupante. Las temperaturas globales mensuales de enero, febrero, marzo y julio de 2020, fueron las segundas más cálidas desde que comenzaron los registros en 1880, mientras que en abril, mayo y junio de 2020 fueron las más cálidas jamás registradas desde 1880.
El año 2021 fue ligeramente más frío, sin embargo, el mes de julio ocupó el tercer lugar en los registros. Se registraron extremos severos en varias regiones del mundo.
¿Cuáles son las consecuencias?
La reducción del hielo marino en el Ártico se traduce en un aumento de la temperatura de los océanos. Esto, combinado con el deshielo de los glaciares terrestres, contribuye a la subida del nivel del mar, que se está acelerando.
Entre 1994 y 2010, el aumento del nivel del mar fue de una media de 3,3 mm al año, pero desde 2010 ha aumentado a una media de 4,4 mm al año.
Un mundo que se calienta amenaza la biblioteca de la vida del planeta, incluida nuestra propia existencia.
Tenemos que cambiar nuestra forma de hacer agricultura, nuestra industria, nuestra forma de viajar y de calentar y refrigerar nuestros hogares. Tenemos que aumentar las energías renovables y eliminar rápidamente los combustibles fósiles. Tenemos que aplicar soluciones basadas en la naturaleza e introducir una economía circular. Existen soluciones, pero su aplicación es demasiado lenta. También necesitamos más datos y más ciencia. Los gobiernos deben tomarse en serio la acción por el clima.
El Decenio de las Naciones Unidas de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible (2021 – 2030) proclamado en diciembre de 2017, proporcionará un marco común para garantizar que las ciencias oceánicas puedan apoyar plenamente las acciones de los países para gestionar de forma sostenible los océanos y, más concretamente, para alcanzar la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.