A lo largo del Océano Pacífico, en la costa chilena, se extiende una cordillera submarina con una extensión similar a la de la Cordillera de los Andes. Entre enero y agosto de 2024, un grupo de expertos encabezados por el oceanógrafo Javier Sellanes descubrió que a 4 mil metros de profundidad, sobre esta cadena montañosa, habitan más de 170 especies nunca antes vistas.
Estas montañas sumergidas se encuentran ubicadas sobre 3 dorsales: Nazca, Salas y Gómez, y Juan Fernández. Allí conviven especies endémicas (es decir, que solo pueden encontrarse en ese lugar del planeta) que tienen un rol indispensable en lo que los biólogos llaman la producción primaria marina (el proceso por el que organismos como las algas producen la energía que otros seres del océano necesitan para vivir).
Pero a pesar de la importancia de estos ecosistemas, su supervivencia se encuentra bajo amenaza constante por los efectos del cambio climático, que ponen en riesgo su estabilidad. Es por eso que organizaciones ambientalistas como Greenpeace Chile y el gobierno nacional han dado importantes pasos para garantizar su conservación, por ejemplo, prohibiendo la pesca de arrastre en sus montes submarinos y ratificando el Tratado de Alta Mar.
¿Qué tan importantes son las cordilleras submarinas de Chile?
De acuerdo con Sellanes, las montañas submarinas de Chile, conocidas como dorsales, se extienden a lo largo de la costa del Pacífico y tienen un tamaño similar al de la mundialmente famosa Cordillera de los Andes. Cada uno de los montes submarinos que la conforman posee una biodiversidad oceánica única.
Esto se debe a que las corrientes oceánicas que fluyen alrededor y a través de estas montañas crean las condiciones para que se produzca el fenómeno de producción primaria. A su vez, esto permite que allí se desarrollen especies que no se encuentran en ninguna otra parte del mundo. De hecho, cerca del 50% de las especies identificadas durante la expedición financiada por el Schmidt Ocean Institute son endémicas.
Nuevas especies marinas únicas
Durante las expediciones a bordo del barco Falkor Too, los científicos lograron identificar especies nunca antes catalogadas que van desde corales de aguas profundas hasta calamares y erizos de mar. Entre los descubrimientos más sorprendentes se puede destacar a un coral arrugado de la familia Leptoseris, que es el ser dependiente de la fotosíntesis descubierto a mayor profundidad en todo el planeta.
Otro hallazgo importante fue el primer avistamiento de un calamar vivo del género Promachoteuthis, que hasta el momento solo se conocía a través de anotaciones hechas por científicos ¡hace más de un siglo!
Sellanes y sus colegas advierten que el ecosistema que habitan estas especies es extremadamente vulnerable a cualquier cambio brusco en las temperaturas, por lo que el calentamiento global podría hacer que desaparecieran para siempre de la faz de la Tierra.
Una estación de servicio para muchas especies migratorias
Los expertos explican que los montes submarinos actúan como una especie de oasis en medio del océano. Como si se tratara de estaciones de servicio, estas montañas sirven de paradas clave para muchas especies que migran a través del océano, como cetáceos y tiburones. Las corrientes marinas que las atraviesan, crean un entorno ideal para la producción de nutrientes, que a su vez sirve de sostén para toda la cadena alimentaria marina.
Pero además, esta cadena montañosa submarina tiene un rol primordial en lo que los científicos denominan especiación, es decir, en el proceso por el cual se generan nuevas especies. Al encontrarse aislados de otros hábitats, estos montes permiten que se desarrollen organismos únicos que solo podrían crecer en las condiciones particulares de cada montaña.
¿Qué se está haciendo para proteger la biodiversidad de la cordillera submarina?
Gracias a la insistencia de grupos ecologistas, Chile ha dado algunos pasos importantes para proteger estos ecosistemas. Desde 2015, la pesca de arrastre de fondo está completamente prohibida en estas montañas dentro de las aguas nacionales. Además, en 2024, Chile se convirtió en el segundo país en ratificar el Tratado de Alta Mar de las Naciones Unidas, un acuerdo que busca proteger las aguas internacionales de la sobreexplotación y el cambio climático.
Sin embargo, estas medidas no serán suficientes a menos que el planeta en su conjunto haga lo que hace falta para poner un freno al cambio climático. Si la temperatura del agua y la acidez oceánica siguen cambiando por el calentamiento global, la gran mayoría de estas especies desaparecerán. Este patrimonio natural depende de que se actúe ya mismo.