Las marejadas ponen en riesgo las costas de Chile

Las marejadas ponen en riesgo las costas de Chile

Durante los primeros días de este 2025, Chile ha enfrentado una serie de intensas marejadas que ya han causado dos fallecimientos y múltiples alertas en las zonas costeras del norte, centro y sur del país. Este fenómeno, que el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (SENAPRED) ha calificado como una seria amenaza para las comunidades costeras, es una nueva muestra de cómo el cambio climático puede repercutir en el día a día de los seres humanos.

Con más de 6400 kilómetros de costa, Chile está más expuesto que la mayoría de otros países a las consecuencias del aumento del nivel del mar o los cambios en los patrones de viento. Sin embargo, expertos en meteorología advierten que estas marejadas no solo son el resultado de fenómenos naturales, sino también de decisiones humanas que han degradado ecosistemas como dunas y humedales, claves para proteger las costas del país.

Por este motivo, científicos y miembros de organizaciones ambientalistas como Greenpeace Chile han levantado la voz para que las autoridades prioricen la restauración de los ecosistemas costeros. Además, exigen que se creen legislaciones que protejan las costas chilenas de los impactos del cambio climático y de las actividades humanas.

¿Qué factores contribuyen a la intensificación de las marejadas en Chile?

Las marejadas han aumentado su intensidad y frecuencia debido a varios factores. Por un lado, el aumento del nivel del mar a nivel mundial, que a su vez ha sido provocado por el derretimiento de los glaciares generado por el cambio climático. A medida que el agua se expando por el aumento de su temperatura, se incrementa el volumen de agua de los océanos. 

Por otro lado, es importante recalcar cómo la degradación que han padecido las dunas y los humedales de las costas chilenas han eliminado las barreras naturales que antes absorbían el impacto de las marejadas. Actividades humanas como la urbanización y la falta de regulaciones que protejan estos ecosistemas han dejado a las comunidades de ciudades como Valparaíso y Coquimbo mucho más expuestas a la acción de las olas.  

Los efectos de las marejadas en los ecosistemas costeros

Por si poner en riesgo a las comunidades costeras no fuera suficiente, las marejadas también generan un gran impacto en los ecosistemas de la costa chilena. El más evidente tiene que ver con la erosión del suelo, ya que la fuerza de las olas arrastra grandes cantidades de arena y sedimentos, reduciendo la superficie de las playas. 

Pero además de modificar los paisajes y perjudicar al turismo de las regiones afectadas, esta erosión disminuye la protección natural que estas zonas proveen ante futuros eventos climáticos extremos. Lo que en definitiva, termina dejando a las comunidades y a la fauna expuestas a riesgos aún mayores en los próximos años.

Por otro lado, la intensidad de las marejadas destruye hábitats esenciales para la biodiversidad marina, provocando el desplazamiento forzada de peces y otras especies. Y cuando las olas llegan con tanta fuerza, someten a una presión extrema a ecosistemas como los humedales y los manglares, que cumplen un rol imprescindible en la absorción de dióxido de carbono y la estabilidad climática del planeta. 

¿Cómo proteger las costas desde las legislaciones? 

Quienes defienden las costas del país han alertado acerca de la necesidad de proteger los ecosistemas costeros de proyectos de ley como el de Administración del Borde Costero y Concesiones Marítimas, que priorizan los intereses económicos por sobre la sostenibilidad ambiental.

Una Ley de Costas integral debería incluir medidas como la restauración de ecosistemas clave (como dunas y humedales) para garantizar que sigan cumpliendo su función natural protectora contra la erosión y las inundaciones. Para ello es necesario regular la urbanización en zonas costeras, evitando que se construya en sectores de alto riesgo e implementando normas estrictas para el uso del suelo. 

Además, es imprescindible asegurar que los nuevos desarrollos inmobiliarios no afecten los ecosistemas costeros. Sin este tipo de regulaciones, el cemento seguirá avanzando y debilitando las costas chilenas, dejando a los ecosistemas y las comunidades de estas zonas expuestas a los efectos más catastróficos del cambio climático.