Imagínese la sorpresa de los científicos cuando descubrieron arrecifes de esponjas de cristal vivas, que creían extinguidas hace 40 millones de años.
Las esponjas de cristal o esponjas de vidrio tienen una larga e interesante historia. De hecho, son algunas de las criaturas oceánicas más longevas.
Aunque no tengan boca ni ojos, son animales vivos. Estos habitantes de las profundidades marinas deben su nombre a sus estructuras esqueléticas que se asemejan al vidrio, y a que sus tejidos contienen partículas, llamadas espículas, que están hechas de sílice.
Algunas especies de esponjas de cristal producen grandes espículas que se fusionan y forman lo que sólo puede describirse como «casas de cristal».
La mayoría de las esponjas de vidrio suelen encontrarse a gran profundidad bajo la superficie de nuestros océanos, firmemente adheridas al fondo marino o a otras superficies duras.
Tienen miles de agujeros diminutos por todos lados a través de los cuales fluye agua constantemente, y se alimentan de plancton y bacterias filtrados de este flujo de agua.
A menudo, estas estructuras cristalinas sirven de hogar a otras criaturas oceánicas. A medida que crecen, las esponjas de cristal se conectan entre sí y se apoyan unas en otras, creando sólidas configuraciones conocidas como arrecifes. Incluso cuando las esponjas mueren, sus estructuras permanecen intactas. Algunos arrecifes han llegado a alcanzar la altura de un edificio de seis pisos.
A la hora de reproducirse, las esponjas de vidrio liberan en el agua larvas minúsculas o «bebés».
Estas larvas son arrastradas por las corrientes y, una vez que aterrizan en una superficie dura, como una roca, un arrecife u otra esponja de cristal, crecen hasta convertirse en una pequeña imitación de su «adulto».
Aunque se creían extinguidas, las esponjas de vidrio aparecieron por primera vez hace más de 570 millones de años, incluso antes que los dinosaurios, mientras que los primeros arrecifes de esponjas de vidrio se formaron hace unos 220 millones de años.
Parecieron extinguirse hace unos 40 millones de años… hasta que, en 1987, un equipo de científicos hizo un increíble descubrimiento en el fondo oceánico del estrecho de Hécate (Canadá), convirtiéndose en los primeros humanos que vieron un arrecife de esponjas de cristal vivas. Compararon el descubrimiento de los arrecifes de 9.000 años de antigüedad con «encontrar una manada de dinosaurios deambulando por tierra».
Antes de este hallazgo, los humanos sólo conocían los arrecifes de esponjas de vidrio por los fósiles encontrados en los acantilados de Europa.
Este antiguo tramo de arrecife fosilizado se considera la mayor estructura de origen animal jamás creada.