Silencio de un pescador en el amanecer del Amazonas, de pie junto a su canoa, rodeado de árboles y reflejos en el agua tranquila.
Pescador amazónico al amanecer, símbolo de la relación armónica entre las comunidades locales y el ecosistema del río.

Descubren un reservorio de agua dulce oculto en la Amazonia

La Amazonia es la reserva de biodiversidad más grande del planeta. Pero recientemente, este ecosistema ha vuelto a sorprender a todos con un descubrimiento que cambia por completo lo que se sabía sobre las reservas de agua de la Tierra: la existencia del Sistema Acuífero Grande Amazonia (SAGA). 

El hallazgo fue realizado por un grupo de investigadores de la Universidad Federal de Pará, que confirmaron la presencia de una red subterránea ¡con más de 160 billones de metros cúbicos de agua dulce! Este volumen es más de 3 veces superior al del Acuífero Guaraní, que hasta el momento era considerado el más grande del mundo. 

Los expertos a cargo de la investigación describieron que el SAGA tiene una extensión de aproximadamente 1,3 millones de kilómetros cuadrados. Está comprendido por las cuencas de Acre, Solimões, Amazonas y Marajó. Esta amplitud no solo sorprende por su inmensidad, sino además porque representa más del 80% del agua disponible en la región. 

Por otro lado, los científicos descubrieron que, a diferencia de lo que se pensaba, los ríos y la atmósfera solo aportan alrededor de un 8% cada uno al ciclo del agua en la selva. Esto revela que el verdadero motor del agua en la Amazonia se encuentra debajo de la tierra.

Los investigadores consideran que el SAGA es el mayor reservorio de agua dulce de la Tierra, ya que según sus cálculos, el agua acumulada en este sistema podría abastecer al planeta entero ¡durante 250 años! Por este motivo, miembros de organizaciones ambientalistas como Greenpeace remarcaron la urgencia de reconocer a esta reserva como un bien común global que debe ser protegido y manejado de manera sostenible. 

El origen de la investigación en la Amazonia

Las tareas que derivaron en el descubrimiento del SAGA comenzaron hace más de diez años, cuando los investigadores estudiaban el acuífero Alter do Chão, en la localidad de Santarém, ubicada en el estado de Pará. Allí, los estudios revelaron un depósito de 86,4 billones de metros cúbicos de agua dulce. 

Desde ese momento, los investigadores comenzaron a sospechar que detrás de este reservorio se escondía un sistema hídrico de mayor magnituf. Con el tiempo y a través del uso de nuevas herramientas de modelado hidrogeológico, la hipótesis se confirmó: Alter do Chão era solo una pieza del rompecabezas.

Gracias al trabajo liderado por Francisco de Assis Matos de Abreu, se pudo llevar a cabo un mapa con las diferentes conexiones de las cuencas subterráneas. Esto probó que no se trataba de acuíferos aislados, sino de una red continua. Así es como nació el concepto de SAGA, un sistema hidrogeológico continental que da vida a la selva amazónica. 

De este modo, lo que en principio parecía un hallazgo a nivel local terminó transformándose en una de las mayores revelaciones científicas de los últimos años. Y es que además, la idea del SAGA cambia la forma en la que la ciencia entiende la Amazonia: ya que el subsuelo cumple un rol más importante del que se creía tanto en la estabilidad del clima, como en la disponibilidad de recursos y la resiliencia de los ecosistemas. 

¿Qué funciones ambientales cumple el SAGA? 

El SAGA no es solo una enorme reserva de agua, sino que cumple funciones ecológicas imprescindibles. Los expertos estiman que transfiere alrededor de 8 billones de metros cúbicos de agua al año hacia otras regiones de Brasil. De esta manera alimenta ríos secundarios, recarga los embalses hidroeléctricos y contribuye a sostener las actividades agrícolas del país. 

Tal es así, que los científicos lo consideran un recurso clave para la seguridad hídrica de toda Sudamérica. Pero además, el acuífero ayuda a regular el clima de la región, influyendo en la formación de lluvias y manteniendo la humedad que caracteriza a la Amazonia. Esto quiere decir que, sin la presencia de este océano subterráneo, el equilibrio climático de la región y, en consecuencia, el del planeta, se verían profundamente alterados. 

¿Cómo gestionarlo para protegerlo?

¿Cómo debería utilizarse esta reserva de agua sin comprometer su integridad? En la actualidad, los estudios están limitados por la profundidad de los pozos, que no superan los 500 metros. Esto hace difícil conocer la calidad del agua en las capas más profundas y evaluar si podría aprovecharse para el uso humano o de las industrias. 

Por este motivo es importante protegerlo de actividades humanas como la deforestación, que no hace más que reducir su capacidad de recarga, ya que disminuye la infiltración del agua de lluvia. Por otro lado, el uso de pesticidas, o la contaminación provocada por la minería ilegal y los vertidos urbanos pone en riesgo la pureza de las reservas subterráneas. 

Por eso es importante que su preservación no quede en manos de un solo país, sino que sea gestionado mediante marcos legales y acuerdos internacionales que prioricen la sostenibilidad por encima del rédito económico. Proteger este océano subterráneo es vital para la estabilidad del planeta, pero para poder aprovecharlo, hará falta que todos los involucrados compartan la responsabilidad.